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15Ene/14

PASADO, PRESENTE, FUTURO

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Érase una vez un Presente loco por ser un Futuro. Se tumbaba a soñar en el sofá con los tiempos que estaban por llegar sin saber que cada segundo que pasaba pensando en ser un Futuro, un Futuro alegre, diferente, especial, ya era solamente un Pasado. Pero del Pasado, ese que conocía pero al que no hacía caso, no quería ni oír hablar. ¡Pobre Presente que ya era Pasado!
El Pasado tocó a su casa en una ocasión e intentó explicarle que no existía un Futuro. El Presente se indignó y lo echó de casa.
«¿Por qué se empeñaba el Presente en ser Futuro?», pensó el Pasado mientras marchaba a resguardarse en sus recuerdos.
Después de darle muchas vueltas al asunto llegó a estas tres conclusiones:
-El Presente sólo pensaba en ser Futuro porque no estaba satisfecho.
-El Presente sólo pensaba en ser Futuro porque le entristecía el Pasado.
-El Presente sólo pensaba en ser Futuro porque el Futuro es solo un deseo. Y ya se sabe que los deseos los imaginamos siempre de la mejor de las maneras.
El Pasado fue a visitar de nuevo al Presente y éste le dijo que se fuese inmediatamente, que su presencia le hacía daño.
-Sólo quiero hacerte una pregunta, le dijo el Pasado.
-Adelante.
-¿Eres feliz?
-¡Claro que no!, respondió el Presente algo indignado. ¿No ves cómo sufro por no ser un Futuro?
-Está bien, comentó el Pasado. Ya no volveré a molestarte. Pero piensa en algo, eres un Presente, vive y acéptate.
El Pasado se fue para siempre, pero el Presente seguía recordándole. Aquello le torturaba día tras día porque creía que sólo librándose de ese Pasado alcanzaría el Futuro.
Y así sufrió año tras año tumbado en el sofá hasta que murió, intentando librarse de sus recuerdos, sin darse cuenta de que los Presentes, todos, están hechos de un poquito de buen y mal pasado, de un poquito de buen y mal presente y de un futuro que traerá a partes iguales un poquito de maldad y un poquito de bondad. Pero a estas cosas no hay que tenerlas miedo, porque así, y no de otra forma, es la vida
El Pasado siguió tranquilo refugiándose en sus recuerdos y el Futuro burlón, según tengo entendido, no fue ni siquiera a su entierro.

12Ene/14

LIBROS PROFÉTICOS DE WILLIAM BLAKE. VERSO Y PINTURA

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«Aquel cuyo rostro no emite luz nunca se convertirá en estrella»

A finales del pasado año la editorial Atalanta publicó el primer tomo de un libro único «Libros proféticos» del poeta, pintor y grabador inglés William Blake (Londres 1757-1827). Blake, al que se suele denominar como «el artista total» nunca fue suficientemente reconocido en vida como en muchas otras ocasiones sucede con este tipo de genios. Su obra no es fácil porque más que entenderla hay que sentirla y esto hace que quedase algo olvidada. Pero el tiempo, ese, que como se dice pone todo en su sitio hace mucho que recuperó a Blake, ese escritor que entendió la obra literaria y pictórica como su vida y sus dos artes como una pareja indestructible para poder entender su obra, esos poemas y ese arte visual derrochan perfección y son inseparables.
La Biblia fue una influencia fuerte y temprana en la obra del londinense. En la pintura, Miguel Ángel, Rafael o Durero se dejan sentir en sus grabados.
Este primer tomo de «Libros proféticos» les dejará envueltos en una magnitud esplendorosa que sólo las buenas obras, las obras monumentales, pueden conseguir. Es envolvente, brillante, única y aunque cueste, al principio, acabaran por no dejar de abrir el libro para maravillarse una vez más.
Entre esos libros en este primer tomo se encuentran los siguientes:
Tiriel, El libro de Thel, El matrimonio del Cielo e Infierno, La Revolución francesa, Visiones de las hijas de Albion, América: Profecía, Europa: Profecía, El (primer) libro de Urizen, El libro de Ahania, El libro de Los, El cantar de Los y Vala, o los cuatro Zoas.
Como datos curiosos, contaremos que Blake tuvo visiones durante toda su vida y esto definitivamente hilvanó su obra de alguna manera. Además aborrecía la esclavitud y creía sobre todo, tanto en la igualdad racial como en la sexual.

«Visiones de las hijas de Albion», me ha fascinado (le dedicaré un post aparte) , «El libro de Thel» me ha gustado bastante también y «El matrimonio de Cielo e Infierno» me ha hecho reflexionar sobre temas ya olvidados. No encuentro la razón a esta selección pero quizás se pueda entender teniendo en cuenta, que tal vez sean los tres libros más fáciles de comprender, desde mi punto de vista. En cualquier caso, de este último les voy a dejar algunos fragmentos no sin antes volverles a animar a abrir este libro, en su totalidad, que les hará soñar por lo mágico de sus versos y la perfección de sus ilustraciones.
Es una edición bilingüe, así es que para los que dominan el inglés será una doble satisfacción el poder leerlo.

De «El matrimonio de Cielo e Infierno», libro que data del año 1790:

Uno de los capítulos titulado Proverbios del Infierno deja versos o citas tan interesantes como las siguientes:

El que desea pero no actúa, cría la peste.
Mete en el río al que ama al agua.
Un necio no ve el mismo árbol que vio el sabio.
Aquel cuyo rostro no emite luz nunca se convertirá en estrella.
En el tiempo de la siembra, aprende; en la cosecha, enseña; en invierno disfruta.
La laboriosa abeja no tiene tiempo para penas.
Las horas de insensatez se cuentan con el reloj, pero las de sabiduría, ningún reloj las cuenta.
Todo alimento saludable se obtiene sin red ni trampa.
Ningún ave se eleva demasiado alto si lo hace con sus propias alas.
Las alegrías preñan. Las penas dan luz.
El acto más sublime es poner a otro delante de ti.
El exceso de pena ríe. El exceso de alegría llora.
El ave, un nido; la araña, una tela; el hombre la amistad.
Un pensamiento llena la inmensidad.
Disponte siempre a decir lo que piensas y el villano te evitará.
El águila nunca perdió tanto el tiempo como cuando se puso a aprender del cuervo.
Piensa por la mañana. Actúa a mediodía. Come por la tarde. Duerme por la noche.
Aquel que ha sufrido tu imposición te conoce.
Espera veneno del agua estancada.
Nunca sabrás lo que es suficiente a menos que sepas qué es más que suficiente.
A quien es agradecido cuando recibe le espera una abundante cosecha.
Crear una florecilla es obra de siglos.
¡Las oraciones no aran! ¡Los halagos no cosechan!
El cuervo desearía que todo fuera negro; el búho, que todo fuera blanco.
La verdad nunca debe decirse de modo que se entienda y no se crea.

En el prefacio de este libro se cuenta que más interesante que la curiosa alusión de Blake a su trigésimo tercer aniversario es el hecho de que la aproveche para desarrollar los aspectos irónicos y críticos que son característicos de esta obra y que para ello el autor se sirve de «una combinación de diferentes fórmulas, tanto en prosa como en verso, y sobre todo de la sátira menipea».
Según lo escrito en la edición que manejo, uno de los objetivos principales de «El matrimonio de Cielo e Infierno» es presentar una crítica sobre la ortodoxia en general, pero más en concreto sobre las ideas de Emanuel Swedenborg (1688-1772), aunque paradójicamente el místico sueco ejerció una notable influencia en Blake.

12Ene/14

LA CASA DE TODOS. LA CASA DE HEINZ R. UNGER

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¿Saben ustedes como explicar a sus hijos lo que es el progreso? Si quieren una respuesta Heinz R. Unger la tiene. El progreso está aquí cuando «las casas son cada vez más grandes y los jardines más pequeños».
Ya conocen mi predilección por la literatura infantil y juvenil, sobre todo aquella que los adultos pueden leer junto a sus hijos obteniendo así, ellos mismos, muchas respuestas, e incluso topándose, en varias ocasiones con sentimientos ya olvidados. La obra que hoy les invito a abrir es una de esas pequeñas novelas que reúne todo eso y se titula «La casa de todos». Es del escritor austriaco Heinz R. Unger (Viena 1938), autor muy conocido en su país ya que no sólo escribe para niños sino también para adultos. Esta obra está editada por El Barco de Vapor SM y es una joya para leer al lado de sus hijos.
El capitán Saladino y su mujer, Esmeralda viven en una casita llamada Juanito. La casa es modesta pero está rodeada por un hermoso y grande jardín que se llama Esmeralda.

«Esmeralda era mucho más grande y más lujosa que Juanito, pero los dos se llevaban muy bien aunque eran muy distintos, o precisamente por eso. Los dos tenían la gran virtud de que eran muy sencillos. Juanito era sencillo y modesto, y Esmeralda era sencillamente lujosa»

«Una parte del jardín estaba poblada por diferentes árboles frutales, y la otra era un pequeño bosque. Allí había un abeto para el invierno, un tilo para el verano, un castaño para la primavera (por las flores rosas en forma de corazón que tenía) un haya de la que uno podía gozar durante todo el año esperando el bello color rojizo de sus hojas en otoño, y un viejo nogal para trepar.
Un abroquelo murmuraba a través del prado florido y por debajo de un pequeño puente de madera, pasaba junto a un bosquecillo de abedules y desembocaba en un pequeño estanque con juncos, peces dorados y ranas que croaban.»

Este libro encierra mucha sabiduría y mucha reflexión. Sobre todo habla de las relaciones familiares y como el entorno puede destruir a las personas haciéndolas más ambiciosas y con ello al núcleo familiar. Es decir, el jardín representaría la armonía de la familia que crean Saladino y su mujer, con seis hijos. En la medida de que estos van creciendo y van teniendo sus propios hijos, sus ideas, sus avaricias, sus ganas de progresar, el jardín se va destruyendo a la par que la familia. Los setos, las divisiones, los edificios,… todo les va separando poco a poco, aunque al final hay una pequeña esperanza en forma de flor. Para descubrir de que se trata tienen que leer el libro.

Pero antes de todo esto reinaba la armonía:

«Y sucedió que Esmeralda se sintió realmente como en una isla verde. Plantó arriates de flores y matas de hortalizas y un huesecillo de hierbas. Cuidó el huerto de frutales y confitó las cerezas, las manzanas y las bayas para el invierno. Entre tanto, el capitán Saladino recorría todos los mares, volvía a casa en las grandes celebraciones y se encontraba siempre con una nueva sorpresa. Y es que no solo se desarrollaban magníficamente las plantas del frondoso jardín, sino que después de cada viaje lo esperaba un nuevo hijo.»

Para terminar, quiero señalar uno de los párrafos más verdaderos que Unger escribe cuando explica que uno de los hijos del capitán y Esmeralda se hace soldado. Para reflexionar, sin duda, por su verdad, como digo y su sencillez.

«Pero un soldado no tiene otra razón de ser que la guerra, incluso en tiempos de paz. Y un fusil está hecho, a fin de cuentas, para matar a seres vivos. Al cabo de un tiempo hubo realmente una guerra, y fue una guerra muy grande. Los soldados marcharon al combate cantando. Hasta llevaban bandas de música con campanillas y cascabeles y un pequeño poni, sobre el que iba el bombo.
Rolando nunca volvió, igual que muchos otros.»

03Ene/14

NAO / CAPÍTULO V. LA ISLA AGUA

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<< Capítulo I. Los tres regalos mágicos
<< Capítulo II. La Navidad
<< Capítulo III. Di y el príncipe
<< Capitulo IV. El príncipe Al

Dos días tardo Nao en llegar a lo que, según los mapas, le situaban en las proximidades de la isla Agua. Había que tener cuidado en atravesarla sin perturbar a los extraños animales que allí habitaban. Sobre todo, Nao fue advertido del gran sapo gigante con piernas y brazos de hombre que surgía de entre las aguas, como una fiera, cuando sospechaba que, sobre la superficie de la isla, algún extraño barco se acercaba. El sapo gigante habitaba aquellas aguas muy a pesar, incluso , del monarca de la isla, pero nadie, hasta ahora, había podido hacerle frente. Era tan absolutamente poderoso y cruel que campaba a sus anchas por aquellas aguas atemorizando a todos los habitantes de la isla.
Tanto Nao como el resto del ejército sabían de la presencia del anfibio, así es que procuraron navegar con más calma para no despertar las furias de aquella bestia acuática.
Pero pasadas un par de hora en la que ya les había parecido alcanzar el objetivo y estar lo suficientemente alejados de la isla Agua, el mar empezó a agitarse, unas grandes olas alcanzaron las velas más altas del barco, y de entre la espuma surgió un brazo color amarillento y gigantesco. Era sin duda, uno de los brazos del sapo. Cual fue la gran sorpresa de Nao y del resto de tripulantes cuando atrapado en aquella inmensa mano cubierta de algas, vieron al príncipe Xin, totalmente abatido y sin fuerzas.
Nao no sabía como hacer frente al anfibio que ya jugueteaba con el barco como si de una minúscula cáscara de nuez se tratara. No hay que olvidar que el ejército de la isla Tierra carecía de armas. La única arma para cualquier lucha eran las palabras. En este caso, se le antojaban a Nao, muy difíciles de pronunciar. El muchacho se encontraba frente a una bestia que no atendería a razones así como así. Pero, de este modo, es como le habían educado y así es como debía proceder ante el enemigo, hablando y llegando a un acuerdo.
El sapo gigante les miraba mientras sonreía de forma cruel. Todos pensaban en quien sería el siguiente en caer bajo su poder. Sin duda sería Nao, ya que el sapo había advertido que estaba al frente del barco.
Lo que Nao no llegaba a entender era porqué el anfibio había capturado al príncipe Xin, cual había sido el objetivo que le había impulsado a hacerlo. Así es quiso formularle la pregunta, pero al instante se dio cuenta de que en la isla Agua, ningún animal acuático podía hablar. Sólo su querido Teo era capaz de hablar como los humanos y comunicarse además con otros animales. Sí, su querido amigo Teo, el anciano pez que tanto había hecho por él . Pero Teo ya era un viejo animalillo que incluso tenía dificultad para nadar. Era tan querido en palacio que incluso el monarca, presintiendo que a Teo le quedaba poco tiempo de vida, le había obsequiado con un estanque sólo para él y su familia en el que gozaba de todos los privilegios.
¿Qué podía hacer Nao ante esta situación? No había reparado en este gran problema. El resto del ejército esperaba la respuesta del muchacho. El príncipe Xin miraba al joven con ojos de derrota y desesperación. En aquel momento, Nao se sintió indefenso, y comprendió que aún le quedaba mucho por aprender, y que debía haber sido más modesto cuando le propuso al rey su aventura, ya que ahora se daba cuenta de que sus conocimientos no llegaban tan lejos, y que la sabiduría se alcanza con los años. ¡Qué triste se sentía! No era capaz de asimilar que allí se acabaría todo, que todos morirían en manos de aquel anfibio gigante, y todo por su culpa, se lamentaba.
Nao se acercó al gigante e intentó hablarle pero todo fue inútil. Este rugió, se enfureció y lo único que hizo fue agitarse más y agarrar con más fuerza a Xin, que ya incluso pedía su propia muerte al anfibio.
Pero, de repente, cuatro peces de colores surgieron de entre las aguas. Cuatro peces de colores a los que Nao conocía perfectamente. ¡Eran los hijos de Teo! A ellos se habían unido cuatro preciosos delfines y doce sirenas que delante de aquel monstruoso sapo habían comenzado a representar un baile acuático. Nao y los tripulantes del barco estaban ensimismados viendo aquello. Pero lo más sorprendente es que no eran los únicos. El sapo quedó hechizado con lo que estaba viendo. Se tranquilizó mientras no paraba de mirar a las sirenas que le sonreían agitando sus colas doradas que engarzaban con las de los delfines.
Los peces de colores daban grandes saltos alrededor del monstruo marino, cosa que a éste le hacía mucha gracia. Alcanzaban su vientre e incluso le hacían cosquillas. En uno de estos momentos de diversión, el anfibio tiró al agua al príncipe Xin sin darse cuenta. Las sirenas, astutamente le recogieron y lo devolvieron al barco. Tan atontado estaba el monstruo con el chapoteo de los peces que no se percató de lo sucedido. Ya panza arriba, se dejaba hacer y engañar por aquellos preciosos peces. Era sin duda el instante justo para escapar y así lo hicieron. Nao dio las gracias a las sirenas y a los delfines, y por supuesto a los hijos de Teo, que muy astutamente seguían remoloneando alrededor del monstruo para que no se percatara de nada.
Una vez que se alejaron lo suficiente, pudieron respirar tranquilos. Dieron de comer y de beber al príncipe Xin, quien no podía parar de llorar pensando en su ejército ahogado en aquellas aguas. La única esperanza era rescatar a Di. Pero aún debían pasar por la isla Fuego, y nadie podía saber que nuevas aventuras le depararían. Nao estaba tranquilo porque ahora eran dos los que estaban al frente del barco, porque sabía que dos amigos, como ya lo eran el príncipe y él, podrían ayudarse y salir adelante.

>> Capítulo VI. La isla Fuego

24Dic/13

LAS ESTROFAS Y LOS ESPÍRITUS, CANCIÓN DE NAVIDAD

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John Leech [Public domain], via Wikimedia Commons

Antes de resumir las estrofas de «Canción de Navidad», me gustaría señalar, que hay que situar a Dickens en la era victoriana, donde las condiciones de vida, a los niños, les eran muy adversas. Sus obras se centraron en dar a conocer esas historias en libros tan míticos como «Oliver Twist» o «La tienda de antigüedades entre muchos otros.
El que ahora nos ocupa también tiene un personaje niño que hará que gire parte de la historia en torno a él, el pequeño Tiny Tim, hijo del ayudante de Scrooge, Bob Cratchit.

En la segunda estrofa titulada «El primero de los tres espíritus», se le aparece a Scrooge el espíritu de las Navidades Pasadas. El espectro le conduce hasta donde el avaro vivió de niño. Scrooge llora al verse en el pasado tal y como fue, un niño olvidado, solitario, leyendo. Después un adolescente feliz y más tarde un apuesto joven al que la avaricia le empieza a pasar factura sin él casi darse cuenta. Su futura mujer le abandona porque sólo ve en él ansia por el dinero y los negocios.

En la tercera estrofa titulada «El segundo de los tres espíritus», se le presenta a Scrooge el espectro de la Navidad Presente. Este lleva a Scrooge a las calles de la ciudad una mañana navideña. Nieva y la atmósfera es alegre. El espíritu le conduce hasta la casa del escribiente, Cratchit, para hacerle ver la situación de la familia.
Allí todo es felicidad a pesar de las penurias por las que pasa la familia. Cenan con ilusión y alegría. Toda la familia junta. Tim, el pequeño de la familia, padece una enfermedad. Scrooge pregunta al espectro si Tim morirá y esté le dice que sí. Y además le recuerda que eso a él, poco le ha importado hasta entonces, incluso hablaba de que si alguien moría era mejor porque así disminuía el exceso de la población.

«Hombre, prosiguió el espectro, si es que de veras eres hombre y no piedra berroqueña, contén tu maldita hipocresía hasta que hayas averiguado cuál es el exceso de población y dónde está. ¿Acaso quieres decidir tú qué hombres deben vivir y qué hombres deben morir? Puede que a los ojos del Cielo seas tú más indigno y menos apto para vivir que millones de criaturas como el hijo de este pobre hombre. ¡Ay, Dios! ¡Tener que oír al insecto de la hoja hablar sensacionalmente sobre la excesiva duración de la vida de sus hambrientos congéneres que habitan en el polvo!».

Después el espectro le lleva a donde su sobrino, que celebra la Navidad sin él, donde un grupo de mineros, y también a un faro solitario. Al final, le hace ver a un niño y a una niña que son la Miseria y la Ignorancia. Scrooge se compadece de ellos y pregunta si hay alguien que les cuide, el fantasma antes de desaparecer hace a los niños hablar con las propias palabras del tacaño: «¿No hay prisiones?, ¿No hay asilos?»

En la cuarta estrofa, titulada «El último de los espíritus», se le presenta a Scrooge el espectro de las Navidades Venideras. Este le muestra el destino de los avaros. Scrooge le acompaña. Sabe que el objetivo del fantasma es hacerle bien. Hacerle ver que tiene que ser distinto del que ha sido. El hombre quiere lograrlo.
Scrooge debe ver su casa saqueada por los pobres, el recuerdo horrible que tienen sus amigos de la Bolsa de él, la muerte de Tim Cratchit y lo peor de todo, su propia tumba. Scroge está aterrado.

¿Qué pasará después? El hombre se despierta de su pesadilla convertido ya en un hombre alegre, generoso, solidario y amable con sus vecinos.
En la quinta estrofa, titulada «Fin del cuento» Scrooge celebra la Navidad, envía un pavo a Cratchit y le da un aumento de sueldo, visita a su sobrino Fred y por supuesto, y para alivio de todos los lectores, Tim no muere.

«-¡Feliz Navidad, Bob!, dijo Scrooge, con una sinceridad que no ofrecía dudas, al tiempo que le daba una palmada en ella espalda. ¡Más feliz, Bobo, mi buen amigo, que las que le he deseado durante muchos años!¡Le subiré el sueldo y procuraré ayudar a su esforzada familia, y esta misma tarde hablaremos de sus asuntos ante un buen tazón de ponche caliente! ¡Y encienda los braseros y vaya a comprar otro saco de carbón antes de escribir una sola palabra más, Bob Cratchit!»