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04Ene/11

NUESTROS RECUERDOS SON NUESTROS LIBROS

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Hoy les invito a que abran sus propios libros, esos que cada uno llevamos dentro y nunca saldrán a la luz. Esos a los que volvemos. Esos que hemos ordenado por capítulos, los años de nuestra vida. Esos libros son tan importantes, tan interesantes como los que descansan en nuestras librerías. Porque toda vida, cualquiera, tiene, al menos, un capítulo único que contar.
Los recuerdos conforman nuestra existencia y a ellos volvemos cuando queremos resolver algo, recordar algo, sentir algo. Nos ayudan, que duda cabe. Nos hacen ser más reflexivos.
¿Por qué no coger uno de esos recuerdos y darle forma de cuento? Les aseguro que se sorprenderían.
Todos tenemos una bella historia que contar, aunque no todos podemos escribirla de forma bella. Para eso están los escritores, ya se sabe. Pero, por intentarlo…
No es casualidad que tanto las biografías como los diarios despierten tanta curiosidad entre los lectores. Nos gusta saber de otras vidas. Esto es algo natural y creo que enriquecedor si se hace sabiamente.
Empezemos el año nuevo así. Dando forma a nuestros recuerdos. Nos ayudará, sin duda, a conocernos mucho mejor.

© 2011 Araceli Cobos

20Nov/10

LOS NIÑOS DEL MUNDO GRITAN: ¡NO MÁS SUFRIMIENTO!

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Yo estoy segura de que Dios no existe. Si Dios existiese ya tendría que haberse asomado a ver el mundo desde allá arriba en el cielo. Hace mucho tiempo que lo debería haber hecho. Si hay un Dios, como muchos dicen, no entiendo porqué, entonces, hay niños en el mundo que sufren. Los niños no están hechos para sufrir. Los niños son débiles e indefensos, y si un niño, sólo un niño sufre en el mundo, es que Dios no existe, por eso yo no creo en Dios. Si Dios existiese lo primero que habría hecho es hacer feliz a todos los niños del mundo. Debería ser este un mundo donde no hubiera niños tristes, sólo niños felices, niños llenos de cariño, llenos de mundos en paz, llenos de familia y seres queridos, llenos de juguetes, de comida, de ropa, de vida.
Millones de niños sufren en el mundo, mientras los demás nos preocupamos por tantas tonterías…¡qué vergüenza! ¡que ridículos somos!
Yo diría lo que diría un niño:
-Si hay tantos niños tristes, ¿por qué no hacemos un mundo nuevo?
Eso es lo que yo haría ahora mismo si estaría en mis manos, un mundo nuevo, perfecto, o casi perfecto para esos niños, para los que sufren, para los que están destinados, aún sin saberlo, a sufrir.
Cuantas convenciones, cuantas cumbres, cuantas reuniones, cuanto de todo, cuanto de nada. ¡Que impotencia!
Los niños que sufren son mi herida abierta, son muchas veces mis lágrimas, son y deberían ser nuestro problema. Nosotros, hemos sido niños privilegiados, por que hemos podido ser niños, y ahora somos meros espectadores del espectáculo degradante de tristeza en la que se ven rodeados ellos.
Hay niños que nunca vuelven a casa porque no la tienen, hay niños que piden limosnas, otros que se prostituyen, otros que se drogan, otros que van a la guerras, otros malnutridos, otros que son maltratados, otros que son explotados, otros que están sólos, simplemente tirados en una calle cualquiera, otros enfermos, otros olvidados.
Una convención es un acuerdo entre dos países para acatar la misma ley. La Convención sobre los Derechos del Niño fue adoptada por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 20 de noviembre de 1989 y fue firmada por prácticamente todos los Estados miembros quienes, a su vez, garantizan que sus legislaciones nacionales acaten los 54 artículos de esta Convención.
El artículo 19 dice así:
“Los gobiernos deben asegurarse de que los niños reciben el cuidado adecuado; protegerlos de la violencia, los abusos o el trato negligente por parte de sus padres o representantes legales.”

El artículo 38 recoge lo siguiente:
“Los gobiernos no deben permitir que los niños se alisten en el ejército.”

Todos los niños deberían tener derecho al juego, a la libertad, a una familia, a la protección contra la trata y el secuestro, a la protección contra las minas terrestres, a la protección contra todas las formas de explotación, a creer en una familia que les dé afecto y amor, a la alimentación, a vivir en armonía, a la diversión, a la libertad, a la paz mundial, a la salud, a la protección durante los conflictos armados, a la protección contra el trabajo infantil,….a tantas y tantas otras cosas.

No son los niños las únicas heridas abiertas del mundo, hay desgraciadamente tantas cosas por las que sufrir…
Desde este blog invito a la reflexión, a salir de la ceguera, a ver a través de los ojos de esos niños que sufren.
Niño y sufrimiento son dos palabras que deberían estar, simplemente, separadas. Es muy triste tener que decir a la vez estos dos vocablos: niño y sufrimiento. Si Dios existiese le daría vergüenza que le llamaran Dios, el, para muchos, hacedor del universo.

Una canción para reflexionar. Aquí les dejo un desgarrador tema titulado “Niños” del magnífico cantautor canario Pedro Guerra, que interpreta la canción junto a la mexiana Julieta Venegas.
Niños que viven en la calle, que piden limosna en los semáforos disfrazados de payasos, los niños que Guerra ha visto en muchas partes del mundo.
Aquí les dejo alguna estrofa:

“Como los coches, luz de farola
como los gatos y las baldosas.
Como las tiendas y los buzones
como basura por los rincones.
Como los perros intentando vivir, viviendo.”

“Niños del dolor haciendo piruetas
a cambio de tener migajas o monedas.
Niños de dolor que juega a hacerse grande
ausente del amor, ya es parte de la calle.”

© 2010 Araceli Cobos

09Nov/10

GRACIAS A TODOS

GRACIAS-A-TODOS

Hoy, nueve de noviembre, cumple años este modesto blog de literatura. Nació “Un libro abierto” con mucha ilusión y así continúa. Como ya he explicado en una ocasión, la literatura nos sirve, la literatura nos ayuda en la vida, nos da ejemplos, nos acompaña, aprendemos, y nos dejamos llevar por ella. Viajamos a otros lugares, conocemos a otras personas, sufrimos o nos alegramos al leer como si fuera nuestra propia vida, la que está escrita en ese papel que abrimos de forma ingenua pero siempre con curiosidad.
Son tantos los autores sobre los que hablaría … y tantas las obras sobre las que escribiría…pero falta, como casi siempre, tiempo.
Mi hijo Maximilian no cree que sea muy importante esto de que uno escriba sobre libros, lo que él quiere es que leamos libros juntos. Y mi marido, Christian, artífice del diseño de este blog, aunque ya es mayorcito para leer libros solo, apoya a mi hijo en eso de leer libros juntos, que no es otra cosa que una metáfora para decir que una familia, como sucede con la lectura, necesita tiempo para estar juntos. Las pasiones de cada uno pueden esperar.
Pero el viaje continúa, yo continúo, “Un libro abierto” continúa, con el objetivo de abrir muchos libros más.
Quiero agradecer a todos los lectores que se pasean por mi blog su tiempo y su interés. Me gustaría leer más comentarios y también aprender de todos ustedes. Me gustaría conocer sus gustos, ya que ustedes conocen ya, algunos de los míos.
No quiero desperdirme sin recordar que desde que nació este blog he querido rendir un homenaje a los niños del mundo con mis cuentos infantiles, porque hay, desgraciadamente, muchos niños en el mundo que no pueden abrir libros, que no vuelven nunca a casa porque no la tienen, que piden en los semáforos de cualquier ciudad, que luchan en guerras, que se prostituyen para sobrevivir, que lloran, que son maltratados, que están sólos, que están enfermos, que en definitiva, nunca serán niños. Nunca serán niños mientras los mayores, que si tuvimos la suerte de serlo, miramos el espectáculo degradante, como meros espectadores. Mientras haya un niño en el mundo que sufra es imposible que uno viva tranquilo, porque los niños duelen, duelen mucho. Los niños que sufren son mi herida abierta.
Muchas gracias a todos y hasta pronto.