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30Abr/20

UN CAIMÁN PARA TODA LA VIDA. FRANCOIS ZABALETA

«Tener como amigo a un cocodrilo es una maravillosa forma de aprender a vivir.»

Elodie tiene una madre especial, pero la chiquilla no lo sabe. El mejor amigo de mamá, cuando era niña, se llamaba Samuel «y quizá haya muerto hace ya mucho tiempo». Samuel no es un niño que la mamá de Elodie conoció en un colegio y con el que jugaba al balón prisionero en los recreos, no, no es así. «Pertenecía a la especia animal, aunque no era uno de esos animales domésticos a quienes se les pone ropa de niño y se les enseña a dar volteretas ridículas para divertir a los amigos. Samuel era un cocodrilo o, pare ser más exactos, un aligator.»

Aquí no acaban las particularidades de esta singular mamá, llamada Penélope. «Venimos al mundo con un rasgo particular que nos distingue de los demás y que, a lo largo de nuestra vida, se convierte en la marca para identificarnos. Mi rasgo particular es haber nacido con el pelo de un azul muy oscuro, de un azul ultramar.» Lejos de generar en los demás niños curiosidad, esta particularidad, la mamá de Elodie tuvo que soportar desconfianza y burla por parte de los niños. «Lo cierto es que no tenía ni un amigo en el colegio. (…) Yo no sufría por ello, pero me aburría mucho. Como no tenía ningún amigo con quien hablar, nunca sabía que hacer en los recreos.»

Pero, sin duda, la mejor característica de Penélope era que, desde niña, había sido muy independiente, hacía sólo lo que se le antojaba y sobe todo, «no quería deberle nada a nadie». Era fuerte y orgullosa a pesar de los desprecios.» (…) yo no tenía nada de víctima. A fuerza de que me llamaran «la extraterrestre» decidí serlo y prescindir, de una vez por todas, de la compañía de los niños y niñas de mi edad, aprendiendo a cuidarme sola, apartada de todos.»

Penélope tiene un tío que es aventurero, su tío Arturo y un día le hace un regalo muy singular. «Te he traído de Florida algo muy especial que no se puede envolver con papel de regalo.» Era una cría de caimán y venía dentro de un acuario. El tío Arturo lo tenía, por supuesto, todo bajo control, y dejó las instrucciones claras. El animal comía carne roja, de vez en cuando habría que llevarle al río que Penélope tenía al lado de casa y cuando el cocodrilo creciera podrían entregarlo al zoo. «En seguida te vas a dar cuenta de que, en contra de lo que piensas, un cocodrilo es un animal tan cariñoso como un perro o un gato.» Y añadió: «No vas a tener que ocuparte de domesticarlo. Porqué ya está domesticado. Más bien eres tú, bueno, todos vosotros, quiénes tenéis que dejaros domesticar por él». Se refería a su sobrina y por su puesto a su cuñado y su hermana, la mamá de Penélope que estaba algo contrariada con el regalo que Arturo le había traído a su hija.

Al instante de mirarlo, Penélope se hizo amigo del animal.  «En la amistad los flechazos también existen.» «Un animal no es un regalo como otro cualquiera. Ni siquiera se puede considerar un regalo. Los animales son como los seres humanos. Son libres, no pertenecen más que a ellos mismos. Lo mejor sería que consideraras que este cocodrilo es un niño que te han dejado para que lo cuides y que, cuando sea mayor, lo tienes que devolver a su verdadera familia.»

Arturo además le explica que a los padres del cocodrilo los mataron unos cazadores furtivos y que sus primos se habían encargado de ponerle el nombre de Samuel.

Su padre le deja claro que hagan lo que hagan el cocodrilo nunca podrá ser domesticado y le pide a la niña que no le tome demasiado afecto. Pero eso era imposible, Samuel ya se había convertido en su mejor amigo «(…) había encontrado alguien que me escuchaba, a quien podía contar todos mis secretos.»

Un día, ocurre algo sorprendente. Samuel comienza a hablar con la niña. Ésta le pregunta si no echa en falta a su familia y Samuel le contesta que no, que los animales saben, desde bien temprano, que tienen que aprender a vivir sin sus padres y arreglárselas solos lo antes posible. » (…) no nos entristece dejar a nuestras familias. Estamos impacientes por hacerlo y desmostrar que valemos tanto como ellos. Tenemos nuestro orgullo. Por eso no nos gusta depender de nuestros padres.»  A partir de este momento, comenzará la gran amistad entre Penélope y Samuel y también sus aventuras: una fiesta de esqueletos en una alcantarilla a ritmo de jazz será la primera y allí la niña conocerá a Jeremías, un chiquillo, ahora esqueleto, que murió a sus misma edad hacía muchísimos años a causa del frío y el hambre en el reinado, de Luis XIV, en Francia. Si Penélope tiene un amigo caimán, también puede tener un amigo esqueleto de unos 200 años, ¿por qué no?

Pasan los días y la maestra de Penélope quiere que traiga su mascota a clase para que los niños la vean. Desde ese momento sus compañeros comienzan a tener más trato con la niña. El animal ha sido capaz de conseguir lo que hasta ahora parecía imposible, que la niña se relacionara con sus compañeros, hasta con Bernardo, justo con el que peor se lleva. Penélope les cuenta todo sobre su querido animal. «Ya no se reían de mi pelo azul. A partir de entonces vieron en mí a alguien que les podía enseñar algo.»

Llega la hora de transportar al caimán hasta el Zoo y así lo hacen. Pero en una de las visitas a Samuel, Penélope idea un plan, no le parece ético ni normal que su amigo tenga que vivir encerrado allí.

Pero volvamos a la pequeña Elodie. Ahora está con su mamá Penélope que se ha convertido en una mujer. Creció, como el caimán. Elodie también crecerá, pero ahora es una niña, y a su madre, por un momento, le ha parecido que mientras paseaban por el zoo, la niña, que se ha parado a contemplar una pequeña jirafa, se ha puesto a conversar con ella. «Si hubiera jurado que la jirafita le contestaba. Me causó una extraña impresión, pero no le pregunté nada. Cuando salimos del zoo, Elodie estaba radiante de felicidad. Nos miramos y nos echamos a reír, así, sin motivo.»

Francois Zabaleta (Niort, Francia, 1960) es un escritor, fotógrafo y cineasta francés. Originario de una familia vasco española, el autor escribió este libro para niños que aquí les presento y les invito a compartir con sus hijos: Un caimán para toda la vida. No esperen una historia edulcorada, ni siquiera muy correcta en algunos aspectos para los cánones de educación que ahora imperan. Esta historia infantil tiene casi 25 años ya y antes se podía escribir de otra manera, supongo, pero les aseguro que los mensajes que transmite son esenciales como por ejemplo, el respeto a los animales.

29Mar/20

EL LIBRO DE LOS MONSTRUOS. JUAN RODOLFO WILCOCK.

«Beati loro che pensano al progresso: / io solo penso alla morte o al sesso.»

Estos versos pertenecen al escritor argentino Juan Rodolfo Wilcock (Buenos Aires, 1919, Lubriano, Italia, 1978). «Bienaventurados aquellos que piensan en el progreso: / yo sólo pienso en la muerte o el sexo.». Versos que se recogen en su libro Adelphi. Pero hoy la cosa no va de poemas, va de monstruos. Gracias a Ediciones Atalanta, tenemos la suerte de leer en su colección Ars brevis la obra titulada El libro de los monstruos, un trabajo fascinante de relatos cortos donde la imaginación de Wilcock se desborda. Hasta ahora, sólo Liudmila Petrushévskaia (Moscú 1938), Premio Mundial de Fantasia 2010, me ha hecho transportarme hasta ese mundo de fantasía sin límites, surrealista y elegante, cómico y triste con el libro Érase una mujer que quería matar al bebé de su vecina, obra publicada, también, por Atalanta. Los relatos de Wilcock  son brillantes, graciosos en su mayoría y sorprendentes. Me han recordado, en ocasiones, a algunos de los personajes de la escritora rusa, por ejemplo el personaje de Marilena, del cuento El secreto de Marilena, tiene muchas similitudes con el personaje de Wilcock, Graziella Link, la protagonista del relato que lleva su nombre. Marilena es una mujer que trabaja en el circo y es tan gorda que necesita tres sillas para sentarse y dos camas para dormir «no cabía en los taxis y en el metro ocupaba todo el ancho de las escaleras mecánicas». La señora Link al lado de una cerda «parecería flaca, un elefantino esbelto, una pelota no lo suficientemente redonda.» Graziella es gorda y trabaja en un teatro de variedades. Pero mientras Graziella está «siempre alegre», Marilena es una mujer «muy desgraciada». Link es feliz en el escenario, Marilena sólo encuentra su felicidad cuando la jornada acaba y llega a la habitación de su hotel. Por cierto, el libro de relatos que menciono también está editado por Ediciones Atalanta y es, como éste que hoy les presento, otra joya literaria que ya les invité a leer en su día aquí en mi blog.

También Franz Kafka ( Praga, Imperio Austrohúngaro, 1883, Kierling, Austria, 1924) está presente, de alguna manera, en varios de los relatos de El libro de los monstruos, pero en el cuento titulado Manuel Lasso, en mi opinión, con mucha más intensidad que en cualquier otro. La influencia del escritor, nacido en Praga, es evidente. El personaje del autor argentino es un muchacho que, al despertarse, se da cuenta de que su cuerpo está lleno de plumas y el inicio del relato de Wilcock se parece, demasiado al inicio de la conocidísima obra La transformación.

«Cuando Gregor Samsa una mañana despertó de sueños inquietos, se encontró en su cama transformado en un bicho monstruoso». Este es el comienzo de la obra La transformación, de Kafka.

Mientras que Wilcock inicia el relato así:

«Cuando el estudiante de tercer año de arquitectura Mano Lasso despertó una hermosa mañana cubierto de plumas blancas, saltó de la cama y fue a mirarse en el espejo.»

Otro personaje del autor bonaerense que nos puede recordar al personaje de Gregor Samsa es Nerone Bornio, en el relato que lleva el mismo nombre que el personaje. «Nerone Bornio es, en efecto, una especie de enorme crustáceo, algo entre la Squilla empusa y la Squilla mantis, aunque sus brillantes colores  (….)»

Hay que recordar que la obra de Kafka, una, de las más influyentes de la literatura universal, es, además, una de las más influyentes de la literatura universal, pionera en la fusión de elementos realistas con elementos fantásticos. Y también hay que apuntar que Wilcock, que tuvo una notable labor como traductor, tradujo a Kafka, entre otros.

Juan Rodolfo Wilcock estudió ingeniería civil en la Universidad de Buenos Aires pero abandonó su profesión para dedicarse a la literatura. Tuvo una gran amistad con  grandes genios de la literatura como, Silvina Ocampo, Adolfo Bioy Casares, Jorge Luis Borges, Elsa Morante o Alberto Moravia. Hizo, incluso, una aparición en el cine en 1964 en la película El evangelio según San Mateo, de Pier Paolo Pasolini, interpretando el papel de Caifás.

Por supuesto, mucho del libro El libro de los seres imaginarios, de Jorge Luis Borges, lleva esta obra. Borges, amigo de Wilcock, había recopilado en este volumen a diferentes seres extraños que han surgido a lo largo de los tiempos, de la invención humana. Es ya conocida la teoría de que pese al normal y determinado  diferente periodo de tiempo o espacio que se viva, en ocasiones se da la coincidencia de que varias culturas, diferentes hombres, compartan ideas sobre la fantasía, sobre criaturas imaginarias, porque estas pueden surgir de sueños o miedos que todos tenemos sin saberlo.

¿Y cuáles, pues, son mis monstruos preferidos de todos los que nos presenta en esta gran obra Wilcock? Sinceramente, es difícil elegir, pero el relato Primio Doppo me ha cautivado porque me ha hecho reir, Anastomos, con su belleza de cristales me ha fascinado. El relato Capitán Luiso Ferrauto, es genial, y el hombre asteroide Veterinario Lurio Tontino, muy peculiar. «(…) fue él, junto con un meteorito que lo seguía como un perro, quien inutilizó el aeropuerto de Abidjan en la Costa de Marfil, para impedir el aterrizaje de Pablo VI; fue él quien sepultó con una avalancha a Fidel Castro en los alrededores de Saint Moritz.»

Doppo, carpintero de Vetriolo, pone huevos, y todo el mundo quiere saber qué sale de ellos. Pero nadie lo sabe, todos son hipótesis y a cada cual más graciosa: desde café instantáneo a oro, desde aceite de oliva a hortalizas, desde premios en efectivo a bombas, desde petróleo a puré de papas.

«Una vez al año, en primavera, el capitán Luiso Ferrauto cambia de piel; de la piel (…) Su mujer (…) suele guardar estas pieles usadas de su marido y rellenarlas de goma espuma color carne, para hacer así un muñeco bastante presentable (…) Ya tiene unos quince, en el garaje: todos oficiales de policía, tan parecidos a su marido que da gusto verlos a todos juntos, tan dignos, tan rectos, tan inalcanzables por la corrupción.» ¿No es de un humor negro excepcional? Me encanta.

«Puesto que los muñecos de piel policiaca son producidos a razón de uno por año y cada uno es de edad más avanzada que el anterior, presentan esta insólita característica: que el más joven de los quince es el más viejo de los quince.»

No dejen pasar la oportunidad de abrir este libro fascinante. Alguno de los monstruos si no todos ellos les cautivarán. Hay para todos los gustos. Díganme cuales fueron sus preferidos. ¿la bestia marina, la ilusión óptica, el hombre invisible, el que se ilumina en la oscuridad, la mujer que trae al mundo 20 niños al año, el espejismo, la momia, el homínido, el hombre que tiene el cerebro como una avellana, la masa de gusano, el hombre en estado líquido,…?

17Mar/20

EL TIGRE. JOËL DICKER

 

 

 

 

Joël Dicker (Suiza, 1985) se presentó, con tan solo diecinueve años, a un concurso literario con su primer gran relato El tigre. El jurado tomó por plagio su obra y decidió no premiarla ya que no podían creer que un muchacho de su edad pudiera escribir de una manera tan magistral. «Si usted es realmente el autor, le consoló la presidenta del jurado, le garantizo que antes de los treinta recibirá un galardón importante». Y así fue. A los veintisiete años, el suizo obtuvo el Gran Premio de la Academia Francesa y el Goncourt des Lycéens con La verdad sobre el caso Harry Quebert, que lo convirtió en un fenómeno literario con cerca de seis millones de lectores.

Este precioso relato que hoy les invito a abrir, editado por Alfaguara e ilustrado con las bellas imágenes del reconocido artista plástico e ilustradoe de David de las Heras (Bilbao, 1984), nos lleva hasta la lejana Siberia de 1903. Como nos cuentan en la contraportada, una aldea «ha sido masacrada por un tigre de tamaño descomunal y el Zar ha ofrecido una recompensa para quien acabe con la fiera. Joven e inexperto, Iván Levovitch acepta un desafío que se revela aterrador, pues no se sabe quién es el cazador y quién la víctima.»

En Moscú y en San Petersburgo no se habla de otra cosa, la aldea de Tibié, donde solo habitan mujiks ha sido asolada por un tigre. Dos monjes, que viajaban por el país y se detuvieron en el pueblo, han dado fe de el suceso. Han podido ver cadáveres por doquier tanto de personas como de animales y todos presentaban las mismas señales. «parecían haber sido degollados y desgarrados violentamente.» El Zar está preocupado por lo que sucede en la otra punta del país en la «intrigante Siberia». Los religiosos no se explican aún, como el tigre les ha perdonado la vida.

La situación es insostenible y el Zar hace saber que aquel que traiga al Palacio Real los despojos de aquel Tigre devorador de hombres que atemoriza Siberia recibirá, una vez confirmado, claro está, que se trate de la fiera en cuestión «el peso del animal en moneda de oro.»

Para el joven petersburgués Iván Levovitch, de unos veinte años y procedente de una modesta familia de la capital, la oferta es muy atractiva, se presenta tentadora ante sus ojos. El decreto real le ofrecía «la inesperada ocasión de hacerse rico y famoso, y de poder atravesar el profundo foso que le separaba del lujo de la alta sociedad rusa.» Ambicioso y fuerte, el muchacho compra un fusil con sus ahorros y decide embarcase en medio del invierno ruso «en un tren que lo llevaría hacia el Este.»

Iván comienza su aventura con dudas, con miedo y con recelo. «Para darse un máximo de posibilidades, Iván decidió buscar al Tigre como se busca a un criminal.» Un vagabundo le guía hasta el pueblo de Skolkele, en medio de una llanura nevada. Allí unos campesinos le aseguran que el Tigre es enorme. «Sus dientes son como sables y sus ojos como cañones. Tiene la potencia de un caballo y la agilidad de un águila. Nos lo ha enviado el diablo… ¡por nuestros pecados!»

El joven atraviesa Siberia durante cuatro semanas, «trazando minuciosamente la progresión criminal del Tigre.» «Por el camino se cruzó con decenas de cazadores, en muchos casos mejor equipados y entrenados que él.» Los habitantes que aún quedan en las aldeas siempre se muestran hospitalarios con el muchacho, ayudándole en su hazaña en la medida de sus posibilidades, con comida y cobijo. Iván comienza a tener dudas, ha pasado mucho tiempo, entra la primavera y piensa que puede ser lógico que el Tigre ya haya sido cazado y entregado al Zar porque él no tiene ninguna posibilidad de recibir noticias allá donde se encuentra. Así es que pesaroso decide ir a la estación de Kadachka, vender su montura y abandonar la empresa, pero entonces sucede algo que estaba, de alguna manera esperando, quizás como si se revelase ante él una señal del destino. «Se estaba formando un remolino de gente alrededor de un carro que transportaba el cuerpo mutilado y destrozado de un hombre que milagrosamente seguía con vida. De las puertas de las casas salía gente armada. El Tigre había atacado de nuevo.» Ahora Iván lo tiene claro, continuará hasta alcanzar su objetivo.

«Todos los rumores que circulaban coincidían en decir que el Tigre era enorme, y que sus ojos, de fuego, no se separaban de su presa hasta haberla degollado. Solo mataba por el placer de arrancar vidas y no tenía piedad con el que caía en sus garras.» Además, parecía que las gentes ya conocían las tretas del animal. «Su método es siempre el mismo. Ataca a la gente indefensa y a los grupos desarmados.»

Al fin sucede, Iván encuentra al Tigre por primera vez. El animal le salta encima. «Entonces el Tigre, con un bufido amenazante, soltó su presa y salió corriendo. No se internó en el bosque para esconderse, sino que se lanzó a través de una vasta llanura. (…) El felino le había dejado con vida y, más que un gesto magnánimo, Iván lo consideró una afrenta personal. En su cabeza resonaban aún las palabras del anciano que había conocido en la procesión vengativa: «El Tigre solo ataca a los débiles», le había dicho. Lanzándose sobre él sin matarlo, el animal lo ridiculizaba. Se reía de su larga búsqueda, se burlaba de su estrategia. Lo consideraba más insignificante que los niños y las cabras que había degollado hasta entonces, negándose a matarlo. Iván apretó los puños con rabia: así que era un débil, un inútil.» Pero lo peor para el muchacho fue darse cuenta de que su caballo había sido matado por el Tigre. «Había matado al caballo y dejado a Iván con vida: aquello era excesivo.» «Oteando la llanura por la que había desparecido el felino se puso a gritar con todas sus fuerzas: ¡Morirás, Tigre! ¡Morirás! ¡Te mataré! ¡Te mataré!» Y, repitiendo incansable estas últimas palabras, se giró sobre sí mismo para que el viento llevase ese mensaje hasta el Tigre en todas direcciones. Estaba avisado. (…) Quería verlo muerto, quería despedazarlo y hacerse una capa con su piel. Quería hundirse en una bañera llena de oro, cómodamente instalado en San Petersburgo.» Eso quería Levovitch, y además tenía un plan.

El plan comenzó por convencer al campesino Tchevtchenko, dueño de la casa donde se alojaba, de su idea. «Si tú y tu familia me ayudáis a matar al Tigre, os daré la mitad de la recompensa (…) El Tigre solo ataca a las personas indefensas. ¡Vais a servir de cebo!» Las «hábiles» palabras de Iván terminaron por convencer al campesino. Así sacaría a su familia de la miseria para siempre, pensó el humilde hombre. «Y además, el plan que había ideado Iván parecía eficaz y seguro: al caer la noche, Tchevtchenko y su familia se instalarían en la pradera, al lado de su casa, encenderían un pequeño fuego de campamento y simularían aprovechar las primeras noches suaves de la primavera. A unos veinte metros de ellos, escondido tras una ventana del viejo granero de madera, Iván esperaría pacientemente al Tigre. Al estar la familia en un claro, era imposible que le pillara la sorpresa. A la luz del fuego, el joven podría ver cómo se acercaba la fiera con antelación y abatirla antes de que tuviera tiempo de atacar a la familia.»

¿Llevará Iván a cabo su plan? ¿Aparecerá el Tigre por sorpresa destruyendo todas sus ideas y sus ansias de triunfo? ¿Secundará finalmente la familia lo trazado por Iván? ¿Será proporcional la generosidad de Iván a la que hasta ahora los campesinos de esos remotos pueblos le han demostrado a él?  Para eso, tienen ustedes que abrir el libro, editado por Alfaguara, y disfrutar de esta magnífica historia con final inesperado y magistral. No les decepcionará.

«Tumbados el uno junto al otro, se miraron a los ojos durante toda la noche.»

 

13Mar/20

HISTORIAS DE TILL EULENSPIEGEL. THOMAS MURNER

Tunante, truhán, pillastre, perillán,.. y además herrero, panadero, costurero, afamado médico, ladrón de gallinas, sabio berlinés en Praga, cocinero, peletero, pintor, maestro y mil cosas más. Todos estos adjetivos y oficios caben en una figura tan simpática y traviesa como la de Till Eulenspiegel. ¿Qué quién es este personaje? Pues según lo que se dice en el prólogo del libro titulado Historias de Till Eulenspiegel, el héroe de las historias que en el volumen se recogen «no es un personaje imaginario». «Según las más autorizadas enciclopedias germanas, y conforme puede leerse en los estudios bibliográficos que llevan muchas de las múltiples ediciones del libro cuya adaptación sigue, el travieso Till ha existido realmente, aunque no pueda decirse a punto fijo en qué época y lugar.»

Till Eulenspiegel es un personaje del folclore del norte de Alemania. Según la tradición el tunante nació en Kneitlinger en torno a 1300 y murió en 1350 en Mölln en 1350, después de haberse recorrido gran parte de Alemania y haber extendido sus aventuras y maldades por todo el país además de por Dinamarca o Roma.

En el libro se explica que uno de los goces principales de Eulenspiegel era «divertirse perjudicando al prójimo». Le encanta divertirse y la burla a los demás. Una de las características de Till es fingir no entender cuanto se le dice, por ejemplo, tomando literalmente expresiones figuradas, para burlarse de la gente.

En el prólogo se aclara que en 1515 «Th. Murner, sin más trabajo, según confesión propia, que recoger de labios de unos y otros aventura tras aventura, compuso el relato de las de Eulenspiegel, que, más o menos completas, conocían ya entonces todos los moradores de la Baja Alemania, por habérselas contado sus abuelos, quienes, a su vez, las oyeran referir a los suyos o a sus bisabuelos, dándolas siempre como auténticas de un sagaz campesino de aquellas tierras.»

Thomas Murner (Oberehnheim, 1475-1537) fue un poeta y traductor alemán. En sus sátiras criticó la corrupción de sus tiempos, la Reforma, y especialmente la figura de Martin Lutero. Hizo una traducción de la Eneida de Virgilio (1515) dedicada al emperador Maximiliano I.

La vida de Till fue extraña desde su bautizo. «Efectuada la ceremonia religiosa, trasladóse la comitiva, según costumbre, a una cervecería; y tanto se bebió allí a la salud del nuevo cristiano, que todos salieron del establecimiento más o menos monas; no es de extrañar, pues, que la persona que tenía el encargo de llevar el niño, lo dejara caer en una charca a los pocos pasos. Por fortuna, no se ahogó nuestro héroe; pero sacáronle en tal estado de barrizal, que llegando a casa hubo que fregarle materialmente con estropajo y jabón, aclarándolo después en agua limpia; por manera que quedó la impresión de que Till fue bautizado tres veces: una en la pila de cristianar, otra en el charco y la última en una palangana.»

En cuanto Till pudo andar «comenzaron sus travesuras; la primera maldad fue nuncio de ininterrumpida serie, que llevaba trazas de no terminar jamás; no se estaba quieto un momento y todo lo revolvía, de suerte que más parecía mico que humana criatura.» Pronto los vecinos del pueblo comienzan a odiarle y su padre recibía continuas quejas de éstos.

Estando ya más crecidito, el chico buscó empleo y esta empresa le llevó a recorrerse muchos lugares de Alemania, un clérigo le admitió de criado, después se hizo pasar por un hombre volador, ladrón de gallinas fue después, y muchas otras cosas más.

En Bamberg protagonizó, a mi parecer una anécdota tan divertida como ingeniosa e inteligente. «En busca de nuevo hospedaje dirigióse Eulenspiegel a un mesón de menos categoría que el anterior, y esperó allí la hora de la comida. Tardaban mucho en prepararla; tanto, que el dueño, observando las marcadas muestras de protesta de los parroquianos, hubo de decirles:

-El que se canse de esperar, que coma al aire libre.

Nuestro héroe, aprovechando el desconcierto que allí reinaba, escabullóse, y logró, sin ser visto, colarse en la despensa, donde a su antojo pudo engullir cuanto vínole en gana. Al servirse la comida no se acercó a la mesa. Preguntóle el mesonero la causa, y Till respondió que habíase saciado con el olor de los guisos.

-Pues pagadme, ya que habéis quedado satisfecho, díjole el dueño de la posada, sospechando la treta.

Sin replicarle sacó una moneda Eulenspiegel, hízola sonar en el mostrador, y embolsándosela nuevamente, replicó:

-Amigo hostelero, ¿habéis oído el timbre de mi moneda?

-Sí, respondióle el mesonero, pues tengo nada de sordo.

A lo que Till repuso:

-Siendo así, daos por pagado, ya que con el olor he de considerarme «comido».

Esta historia, a mi parecer es una metáfora de los objetos con los que se representa al pillastre: un búho y un espejo. Creo que el búho puede significar la inteligencia, la rapidez mental y el espejo, un reflejo de cómo se comporta la sociedad. No sólo es él el truhán, los demás también lo intentan, aunque no lo consigan. El porta el espejo y les hace ver como son ellos en realidad.

En una de las historias, cuando se hace pasar por un afamado pintor y es contratado por un duque para que pinte una tela, nos recuerda al cuento que el escritor danés Hans Christian Andersen (Odense, 1805, Copenhague, 1875) escribió muchos años después, El traje nuevo del emperador. » (…) advirtió al dueño del palacio que, por arte de magia o de alquimia, el que no era entendido en la materia nada podía ver. (…) Y se puso a describirle las imaginarias figuras con tanto detalle y precisión, que el magnate, aunque nada veía, no atreviéndose a confesar lo que hubiera significado ignorancia, felicitóle calurosamente por el acierto.»

Como siempre, el espacio, juega en contra de todo lo que aquí escribiría. Son muchas las aventuras pícaras de Till que me gustan, pero aquí les dejo con la última y les invito a que lean este libro que, seguro, les sacará una sonrisa.

El suceso tiene lugar en Erfurt. Allí Till se compromete ante los catedráticos de la Universidad a que enseñará a leer » a la criatura más desprovista de inteligencia.» El claustro le designa a un asno. Till lejos de achantarse colocó entre la roídas hojas de un libro grande granos de avena y acercó el hocico del animal al volumen. «Este, que olía el grano, volvía las hojas con la lengua e iba comiéndose la avena; y cuando ya no encontraba más, levantaba la cabeza lanzando un «¡I! ¡A!». Till le comunica al rector que el asno ya sabe dos letras por si quisiera escucharle ya.

«Una vez en la cuadra el catedrático, colocó Till el libro en el pesebre. Al verlo el asno, inmediatamente comenzó a pasar las hojas; y no encontrando granos de avena, gritaba: «¡I! ¡A!. ¡I! ¡A!». En vista de lo cual, el profesor creyó era justo que Till cobrara y dio orden de que se le pagase la primera de las primas estipuladas.

Pocos días después murió el bueno del rector de la Universidad de Erfurt, lo cual fue una suerte para Eulenspiegel, pues el rucio no pasó del «¡A! ¡I!».

 

 

 

 

11Mar/20

ENRIQUE V. WILLIAM SHAKESPEARE

 

 

 

Es posible que Enrique V sea la obra de teatro del genial dramaturgo inglés William Shakespeare (Stratford- upon- Avon, Warwickshire, Reino de Inglaterra 1564-1616),  que más me guste. The Cronicle History of Henry the fifht o The life of Henry the fifth, como también se la conoce, ya que estos fueron los títulos anteriores de la pieza, es la última obra de  la llamada Tetralogía de Lancaster, precedida ésta por Ricardo II, Enrique IV (parte 1) y Enrique IV (parte 2). Los lectores, por tanto, ya conocemos a Enrique V, aunque en esta obra que aquí les presento y le invito a leer, si pudiera ser en su lengua original, mucho mejor, ya que el placer es doble, el joven príncipe ya no es aquel hombre indisciplinado y algo bruto que el escritor inglés plasma en sus obras anteriores. El príncipe se ha hecho mayor, con todo lo que conlleva eso de responsabilidad y su objetivo será conquistar Francia. Su padre ha muerto y el se presenta a su país como un gran gobernante. Si bien es cierto y hay que tenerlo en cuenta que después de la muerte de Enrique IV, Inglaterra se había fortalecido internamente y su economía igualmente. Esto suponía una enorme ventaja para el sucesor

Shakespeare acota el contexto histórico en los sucesos que van antes y después de la famosa batalla de Azincourt, que tuvo lugar durante la Guerra de los Cien Años.

El argumento arranca con una gran provocación y un hombre oportunista, el arzobispo de Canterbury. El delfín de Francia ha rechazado la idea y el deseo de Enrique de llegar a ocupar el trono francés y para hacérselo saber le ha mandado unas pelotas de tenis, como gesto, según el francés de reconciliación. El religioso, movido por su propio interés, le explica al rey que este gesto no es más que una altanería del monarca francés, ya que el arzobispo teme un nuevo rey que apoye una ley por la que la Iglesia perdería fuerza y bienes. Le insta a que tome las armas y se embarque en la batalla con Francia.

Enrique, que se ha convertido ya en un sagaz y astuto monarca, está pendiente de todas las señales que ocurren a su alrededor. Ricardo de Conisburhg, tercer conde de Cambridge juntos con otros dos hombres han intentado asesinarle en Southampton. Él ha descubierto el complot. Al fin, decide seguir las indicaciones del arzobispo y ir a la guerra con Francia.

En el sitio de Harfleur, Enrique logra triunfar, pero eso sí, con una tropa ya bastante debilitada y, lo que es peor, enferma. Sin embargo, esto no impide que, con la mayor parte de su ejército, marche hacia Calais, donde tienen previsto pasar el invierno.

Por supuesto, el rey francés no está cruzado de brazos, y ha reunido un ejército mayor aún para interceptar al rey inglés en Azincourt. Enrique cuenta con pocas posibilidades, su ejército cuenta con 12.000 soldados agotados y enfermos de disentería, frente a los 20.000 con los que cuenta el enemigo y, además, sin penalidades a sus espaldas.

Todos imaginan la batalla de Azincourt como un futuro fracaso, temen por sus vidas, ven la muerte más cerca que nunca. Pero una vez más la madurez del monarca sale a flote. Su carácter heroico y entusiasta le hace tomar una decisión. Tiene deseos de saber que piensa verdaderamente su tropa, que les hace sentir esa zozobra, por eso, decide vagar por el campamento de noche y disfrazado para reconfortar a los soldados y descubrir la opinión que tienen de él. Se mezcla con su tropa y hace una interesante reflexión de las responsabilidades que un rey debe tener:

«Williams: Pero si la causa no es justa, el mismo Rey tendrá unas cuentas pesadas que echar, cuando todas esas piernas, brazos y cabezas cortadas en batalla se reúnan en el día final y griten: «Morimos en tal sitio» (…)

Rey Enrique: La guerra es su verdugo (de Dios): la guerra es su castigo, así que hay hombres, que antes que quebrantaron la justicia del Rey y ahora son castigados en la guerra del Rey (…) Todo súbdito debe obediencia al Rey, pero el alma de cada súbdito es suya.»

Pero, en mi opinión, el más bello párrafo que esta obra tiene es el que corresponde a la conocida arenga del día de San Crispín. El monarca inglés desea animar a sus tropas la víspera de la batalla y lo hace con un discurso donde resalta el valor y la amistad por encima de todo, como garantía de éxito en la lucha. La arenga no comienza como una alocución sino como respuesta a uno de los hombres, a Westmoreland, que lamenta el que no estén diez mil hombres más, que seguramente ese día vivirán ociosos, cree él, en Inglaterra, ajenos a todo. El rey le contesta lo siguiente:

» King Hernry: What’s he that wishes so?
My cousin Westmoreland? No, my fair cousin.
If we are marked to die, we are enow
To do our country loss; and if to live,
The fewer men, the greater share of honour.
God’s will, I pray thee wish not one man more.

By Jove, I am not covetous for gold
Nor care I who doth feed upon my cost;
It yearns me not if men my garments wear;
Such outward things dwell not in my desires.
But if it be a sin to covet honour,
I am the most offending soul alive.
No, faith, my coz, wish not a man from England.
God’s peace, I would not lose so great an honour
As one man more, methinks,would share from me,

For the best hope I have. Oh, do not wish one more!

Rather proclaim it, Westmoreland, through my host,
That he which hath no stomach to this fight,
Let him depart. His passport shall be made,
And crowns for convoy put into his purse.
We would not die in that man’s company
That fears his fellowship to die with us.
This day is called the feast of Crispian.
He that outlives this day and comes safe home,
Will stand o’ tiptoe when the day is named
And rouse him at the name of Crispian.
He that shall see this day, and live old age,
Will yearly on the vigil feast his neighbors
And say, “Tomorrow is Saint Crispian”.
Then will he strip his sleeve and show his scars,

Old men forget; yet all shall be forgot
But he’ll remember with advantages
What feats he did that day. Then shall our names,
Familiar in his mouth as household words,
Harry the King, Bedford and Exeter,
Warwick and Talbot, Salisbury and Gloucester,
Be in their flowing cups freshly remembered.
This story shall the good man teach his son,
And Crispin Crispian shall ne’er go by,
From this day to the ending of the world,
But we in it shall be remembered:

We few, we happy few, we band of brothers;
For he today that sheds his blood with me
Shall be my brother; be he ne’er so vile,
This day shall gentle his condition;
And gentlemen in England now abed
Shall think themselves accursed they were not here,
And hold their manhoods cheap whiles any speaks
That fought with us upon Saint Crispin’s day.»

En el día de San Crispín del año 1415 los reyes de Inglaterra y Francia y sus ejércitos libraron la batalla de Azincourt.

Los ingleses ganan la batalla de Azincourt, en parte gracias al papel de los arqueros ingleses sobre la caballería francesa y la mala estrategia del ejército galo. Es entonces cuando Enrique V intenta cortejar a Catalina de Valois, la princesa francesa. ¿Cómo actuará el monarca francés? ¿Querrá a Enrique como heredero al trono o lo rechazará? Es bien sabida la historia pero por si alguien aún no la conoce y tiene la suerte de que el final le es ajeno y quizás le sorprendería, dejo hasta aquí el resumen de esta magnífica obra, sublime, como toda las de Shakespeare.

Si bien se puede interpretar que el componente nacionalista impera en la obra, hay que situarlo en el contexto de la era isabelina, donde este sentimiento de patriotismo era algo propio de la época.

Si después de disfrutar de esta joya de la literatura inglesa y universal, les quedan ganas de ahondar o ver a Enrique V desde otra perspectiva, les invito con igual entusiasmo a que vean la película Enrique V (1989) del gran actor y director Kenneth Branagh (Belfast, Irlanda del Norte, 1960). La cinta estuvo nominada a los Óscar en las categorías de mejor dirección y mejor actor. Branagh interpreta al monarca inglés de forma sublime. La banda sonora de la película es espectacular.

06Mar/20

SOMBRAS AL MEDIODIA. ALEJANDRO JODOROWSKY

 

 

La vida de Alejandro Jodorowsky (Tocopilla, 1929) es tan rica en arte, tan cargada de aventuras y de experiencias que hasta hacer un resumen de ella, supondría una ardua tarea. Pero lo que deseo con este post no es que conozcan al gran Jodorowsky, artista chileno tan conocido y tan polifacético, sino que a través de él conozcáis a su madre Sara. Y Sara está en el libro del autor que hoy les invito a abrir y que se titula Sombras al mediodía. En este volumen, que consta de dos partes, se recogen una serie de historias breves, desde las más dulces hasta las más duras que, les prometo, no les dejarán indiferentes. Pero sin duda, en mi opinión, la joya de esta obra se encuentra en la segunda parte titulada Historias de mi mamá.

En Historias de mi mamá, aparece Sara un personaje basado en la madre del escritor, judía ucraniana emigrada a Chile, donde junto a su marido, comerciantes ambos regentan la tienda Casa Ukrania. Los ochos relatos de los que se compone esta parte son maravillosos, pero me quedo con el titulado La pieza de costura, por todas las enseñanzas que allí se recogen, aunque les aseguro que todos son una delicia. Sara se presenta como una mujer culta, inteligente, diligente, trabajadora, emprendedora, cariñosa, intuitiva, inquieta y bondadosa

Sara cose en la trastienda de su comercio mientras su hijo se sienta en el suelo a escucharla hablar. «(…) pedaleaba incansablemente cosiendo camisas de manta y calzoncillos de piernas largas, para obreros. A pesar de lo exiguo del espacio, mi madre había logrado convertirlo en Universo. Allí cada acción cobraba un significado y cada objeto se convertía en símbolo.»

Así con la metáfora de las telas y el coser, Sara le va dando grandes lecciones de vida a su hijo. «Si tenía que parchar ropa usadas, compravendía vestimentas viejas, buscaba sacar un pedazo de doblez de otra prenda que tuviera el mismo tiempo de uso.» «Mira, me decía, si pusiera un parche de tela nueva en una superficie vieja, en lugar de remedio, estaría pegando un cáncer. La tela joven, menos adaptable, más fuerte, acabaría rajando en mil vetas el sitio donde yo la hubiera colocado.», le explicaba al chiquillo. Y de esto sacaba la lección:

«Cuando crezcas y quieras cambiar el mundo, nunca propongas soluciones drásticas que, en lugar de ayudar, terminarán provocando el caos. Quiero que midas y sepas conocer el nivel de resistencia de tus ayudados. No los lleves más lejos de lo que puedan soportar.»

Si caía una mancha en un traje, lo único que hacía Sara, según cuenta el relato, era con un rincón de la misma ropa frotaba fuertemente. De aquí salió la segunda enseñanza: «Cuando tengas problemas espirituales, no busques ayudas externas que no harán más que confundirte. Cura tu ser con otra parte de tu mismo ser. Tú eres tu propio médico: no encontrarás otro mejor.»

Cuando se le enredaba el hilo, «soplaba sobre el nudo y lo deshacía». «Soplando tranquilizo al hilo, y el laberinto pierde fuerzas y solito se desenreda», apuntaba la mamá, para acto seguido dar su tercera enseñanza:

«Nunca fuerces sobre los problemas. Guarda la calma y haz lo que puedas. Ellos mismos se solucionarán.»

Para enhebrar, sostenía firme el hilo sin moverlo «y con el ojo de la aguja atrapaba la punta. La cuarta enseñanza de Sara se sostenía así: «Si tú no puedes encontrar algo, haz que ese algo te encuentre. Si quieres la luz, ponte donde no haya barreras entre el sol y tú. Limpia tu alma para que el fenómeno se manifieste en ti y, por vacío, lo obtendrás.»

Otro relato que nos deja una gran enseñanza es el titulado El caballero apestoso.

Sara tiene un comercio donde vende fruta, entre ellas una especie de piña «que, si no fuera por una campana de vidrio que la aislaba, hubiera llenado el local con su insoportable olor a podrido.» Suele visitar el comercio un hombre que visita a Sara y hablan largas horas en la trastienda. Al niño no le gusta el caballero porque tenía una enfermedad que le hacía «exudar un olor fétido». La mamá, a pesar de esto, es muy amable con él. El niño insiste en que no quiere que aparezca por allí y su madre, ante la petición del niño se enoja con su hijo enormemente. «(…) luego, tomando un cuchillo (me helé), partió en dos el fruto maloliente (¡uf, qué alivio!), y me ofreció: «¡Come un pedazo de esta piña silvestre!» «No puedo, huele a caca!». Me apretó la nariz sellando las fosas nasale. Abrí la boca para respirar y entonces, me introdujo la porción… ¡qué maravilla! ¡Nunca había probado un fruto, más dulce, fino y sabroso! Me dieron ganas de comer una docena. «¿Ves?» El olfato no es rey. Recibo a ese caballero porque escribe poemas, los más hermosos que he leído en mi vida. Es un alma de selección, un puro, casi santo. No sabes lo que mi ser se reconforta con su arte. Gracias a él he comprendido cuán importante es la belleza.»

Y así sacó Sara otra de sus enseñanzas. «En este mundo todos estamos llenos de enfermedades porque la sociedad misma está enferma. Si sólo viéramos los defectos, nunca hablaríamos con alguien. Hay que buscar las cualidades de cada ser y olvidar las taras. ¡Eso es vivir con cortesía!»