Archivos de la categoría: LIBROS

15Ago/12

CUENTOS DE LA MEDIA LUNITA DE ALMODÓVAR. GARBANCITO, BLANCAFLOR O PERIQUÍN Y LA BRUJA CURUJA

Este verano, gracias a mi hijo, he vuelto a sumergirme en los cuentos que mi padre me contaba de pequeña camino de la huerta que teníamos, por el monte, de camino al colegio… ¿Sabéis quién es Garbancito? ¿Y Periquín y la Bruja Curuja? ¿Blancaflor? ¿Mariquilla ríe perlas? Si la respuesta es no, inmediatamente les invito a que abran los cuentos clásicos, «Cuentos de la Media Lunita», de Antonio Rodríguez Almodóvar.
Son preciosos, cautivadores, enriquecedores, maravillosos, una joya literaria para nuestros hijos y para nuestra memoria. El lenguaje está cuidado al mínimo detalle, los dichos, los refranes. ¡Qué dulzura! Que amor pone Rodríguez Almodóvar en todo lo que hace. Que esfuerzo en recopilar todos esos cuentos populares que a lo largo de los años han escuchado nuestros abuelos, nuestros padres, nosotros y ahora nuestros hijos. A escritores como estos nunca se cansaría uno de darles las gracias.
Antonio Rodríguez Almodóvar (Alcalá de Guadaira, Sevilla, 1941), es autor de más de cincuenta libros, entre ellos numerosos cuentos y relatos infantiles y juveniles, particularmente los «Cuentos de la Media Lunita», colección de 64 títulos, basada en los cuentos populares españoles. Como curiosidad, les diré que éstos se reeditan constantemente desde 1985 y ha alcanzado ya los cinco millones de ejemplares.
De muy joven, el escritor sevillano, fue marino mercante, carrera que simultaneó con la de Filosofía y Letras. Fue profesor interino y contratado de la Universidad de Sevilla y del Colegio Universitario de Cádiz entre 1969 y 1974, de los que fue apartado por su activa participación en la lucha antifranquista.
Como novelista ha publicado «Variaciones para un saxo», «Un lugar parecido al Paraíso», «El Bosque de los sueños» y «Si el corazón pensara», esta última, por cierto, gran contribución a la memoria histórica de la dictadura franquista, ambientada en la Sevilla de los años 50. Muchas gracias de nuevo por esa lucha.
También ha cultivado la poesía en «A pesar de los dioses» y «Poemas del viajero».
Tiene varios premios en su haber, entre ellos, el Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil, 2005, por su pentalogía «El bosque de los sueños», concedido por el Ministerio de Cultura. Premio Internacional «Infanta Elena» de Narrativa Juvenil, con su novela «Un lugar parecido al paraíso», 1991. Premio «Ateneo de Sevilla de relatos, 2004».
Una de sus obras más conocidas, «Cuentos al amor de la lumbre, I y II», compartió el Premio Nacional de Literatura, 1985, al «mejor conjunto de elementos en un libro».Lleva un prólogo de Jose Manuel Caballero Bonald (Jerez de la Frontera, 1926). Este libro, concretamente, que también está en la librería de mi casa, es una maravilla para los amantes del cuento.
El 13 de junio de 2011 recibió en Granada el I Premio Washington Irving, por toda una trayectoria literaria en favor del cuento.
Muchas más cosas podríamos decir de este gran autor, pero todo esto está ya en los libros.
Me voy a quedar, de entre todos los cuentos, con un fragmento de «Garbancito», porque me gusta mucho recordar cuando mi padre me lo contaba y me encanta ver la sonrisa de mi hijo cada vez que se lo leo por la noche, antes de dormir.

«Esto era una matrimonio sin hijos, que siempre estaba pidiéndole a Dios que les concediera uno; uno solo, aunque fuera tan chico como un garbanzo. Tanto lo pidieron, que por fin tuvieron un hijo. Y era tan chico, tan chico, como un garbanzo. Por eso le pusieron Garbancito.
(…)
-Madre, apareje usted la burra, que me voy al campo a ayudarle a padre y a llevarle la comida.
-Pero, hijo, ¿cómo vas a hacer tú eso con lo chico que eres?
-Usted me apareja la burra y me prepara el canasto.

(…)

-Padre, que ya he nacido. En la oreja de la burra vengo y le traigo el canasto.

(…)
-Mientras usted come, yo voy a arar con el buey Pinto.

(…)

El buey empezó a tirar del arado, y en un rato se hicieron un par de fanegas. Luego Garbancito llevó al Pinto a la cuadra y se echó a dormir en el pesebre. Pero como era tan chico, el buey se lo comió sin darse cuenta. El padre lo empezó a buscar dando voces:
-Garbanciiito, ¿dónde estás?
Y Garbancito contestaba:
-En la barriga del Pinto. Mátelo usted, y le daré veinticinco.
(…)
¡Qué bonitos cuentos! ¡Que bonitos recuerdos me traen! Les invito a abrir todos ellos, les sorprenderán.
Para terminar les dejo con un párrafo del prólogo de Caballero Bonald escrito en el libro «Cuentos al amor de la lumbre, I», que expresa una gran verdad.

«Como todos sabemos de sobra, la atención que se ha prestado en nuestro país al cuento popular ha atravesado por una anemia casi perniciosa. La incuria, cuando no el menosprecio, relegaron todo ese patrimonio de nuestra cultura al incierto desván de las evocaciones privadas. Salvo los aislados, y más o menos parciales, esfuerzos de Fernán Caballero, Antonio Machado y Álvarez y, sobre todo, Aurelio M. Espinosa, nadie entre nosotros se había ocupado con efectividad suficiente de discurrir por ese inmemorial acervo de la literatura oral española.»

02Jul/12

DON PAYASITO. LA TERNURA DE ANA MARIA MATUTE

Don Payasito es don Payasito para los niños pero para los mayores, Don Payasito es un jornalero de la finca del abuelo que se llamaba Lucas de la Pedrería.
«Vivía solo, y él mismo cocinaba sus guisos de carne, cebollas y patatas, de los que a veces nos daba con su cuchara de hueso, y él se lavaba su ropa, en el río dándole grandes golpes con una pala. Era tan viejo que decía perdió el último año y no lo podía encontrar. Siempre que podíamos nos escapábamos a la casita de Lucas de la Pedrería, porque nadie, hasta entonces, nos habló nunca de las cosas que él nos hablaba.»
He estado, durante mucho tiempo, dándole vueltas a la cabeza, pensando en que obra incluir en el blog para rendir homenaje a la gran escritora Ana Maria Matute. No es tarea fácil por lo prolijo de su obra, su genialidad, y lo peor, porque los comentarios de un blog, no dan para mucho. Hay que pensar en alguna pequeña genialidad del escritor en cuestión para, por lo menos, incitar a que abran un libro del susodicho, pero a la vez, no se puede extender uno todo lo que quisiera. Pensé entonces que don Payasito, este cuento que es una obra maestra, que es más que un cuento una poesía, la hacía muchísima justicia a la Matute. Ella, defensora de la fantasía, creó al gran Don Payasito, así tan cruel como tierno en la imaginación y en la vida de unos niños, de una niña como ella.
Los niños iban buscando la fantasía, don Payasito les llamaba «muchachitos malvados de la isla del mal». Don Payasito, a pesar de todas sus cosas y sus tristezas, volvía a encontrarse con su personaje.
«Corríamos mi hermano y yo hacia el bosque, y en cuanto nos adentrábamos entre los troncos nos invadía la negrura verdosa, el silencio, las altas estrellas del sol acribillando el ramaje. Hendíamos el musgo, trepábamos sobre las piedras cubiertas de líquenes, junto al torrent. Allá arriba, estaba la nuevecilla de don Payasito, el amigo secreto.»
Pero don Payasito no empezaba la función sin monedillas de plata que los niños robaban sólo para él. «Mientras había dinero había bailes y canciones. Cuando el dinero se acababa don Payasito se echaba en el suelo y fingía dormir.»
«Venía envuelto en su capa encarnada, con soles amarillos. Llevaba un alto sombrero puntiagudo de color azul, el cabello de estopa, y una hermosa, una maravillosa cara blanca, como la luna. Con la diestra se apoyaba en un largo bastón, rematado por flores de papel encarnadas, y en la mano libre llevaba unos cascabeles dorados que hacía sonar.»
Un día don Payasito ya no está y todas las monedas de los niños se quedan «esparcidas como pálidas estrellas por entre los restos.» ¡Qué bonita comparación! Gracias doña Ana María Matute por tanta ternura y tanto encanto.

Ana María Matute (Barcelona, 26 de julio de 1925, 25 de junio de 2014) obtuvo el Premio Cervantes en 2010. Es, sin ninguna duda, una de las mejores novelistas de la posguerra española.
Se dice que su mejor obra es la trilogía «Los Mercaderes», que está compuesta por «Primera memoria», «Los soldados lloran de noche» y «La trampa».

02Jun/12

LOLITA. VLADIMIR NABOKOV

«Humbert Humbert hacía todo lo posible por ser bueno. Lo hacía sincera y honradamente. Tenía el más profundo respeto por los niños, por su pureza y vulnerabilidad, y por ninguna circunstancia habría corrompido la inocencia de una criatura de haber el menor riesgo de ser descubierto. Pero como latía su corazón cuando vislumbraba en medio del inocente rebaño a una niña demoníaca «enfant charmante et fourbe», de ojos oscuros y labios brillantes, que podía acarrearle diez años de cárcel sólo por mirarla con descaro. Así transcurría su vida. Humbert era perfectamente capaz de tener relaciones sexuales con Eva, pero suspiraba por Lilith.»
La novela «Lolita» de Vladimir Nabokov (San Petersburgo 1899, Montreux, Suiza 1977) puede describirse de muchas maneras, una novela de amor, una novela erótica, una novela sobre el incesto,… pero ¿qué más da? Mario Vargas Llosa dice de ella lo siguiente: «Entre las más sutiles y complejas creaciones literarias de nuestro tiempo. Lo cual no significa, por cierto, que no sea un libro provocador». Yo la describiré como una novela de amor, que se puede o no entender, pero ante todo es una novela de amor. Humbert Humbert, un profesor de cuarenta años, está obsesionado o apasionado por las nínfulas. Para apaciguar esa obsesión se casa, pero su mujer pronto le deja por otro. Entonces, el profesor recibe una herencia y decide marchar a Estados Unidos. Aquí conocerá a Lolita. El destino le lleva a casa de la señora Haze, donde alquilará una habitación. Esta tiene una hija de doce años llamada Dolores.
Este párrafo trata de cuando la ve por primera vez:
«Jueves. Día muy cálido. Desde un punto ventajoso (ventana del cuarto de baño) vi a Dolores recogiendo la ropa tendida en medio de la luz verde manzana, detrás de la casa. Salí. Ella llevaba una camisa a cuadros, tejanos, zapatillas deportivas. Cada movimiento que hacía en aquella sombra moteada de rayos de sol punzaba la cuerda más secreta y sensible de mi cuerpo abyecto. Al cabo de un rato, se sentó junto a mí en el último escalón de la escalera del porche trasero y empezó a coger guijarros de los que tenía entre los pies, guijarros, Dios mío, y después un casco de botella de leche que recordaba un labio curvado en una mueca desdeñosa, para arrojarlos contra una lata (…) ¡Maravillosa piel, oh, maravillosa!: suave y tostada, sin el menor defecto. (…) ¡Dios mío, qué paroxismo de placer me hace sentir el brillo de sus suaves patillas, que se van espesando y oscureciendo hasta convertirse en una reluciente cabellera castaña! ¡Y el movimiento del huesecillo cubierto de polvo que sobresale a un lado de su tobillo! (…) ¡Qué brillante tracería forma el vello en su antebrazo! Cuando se puso de pie para llevarse la ropa, pude admirar desde lejos los fondillos descoloridos de sus tejanos arremangados.»
Pasado el tiempo, Dolores, llamada a veces Lo, se deja llevar por la situación. Ella es una niña lista, que se sabe deseada.

«De pronto, supe que podía besar su cuello o la comisura de sus labios, con absoluta impunidad. Supe que me dejaría hacerlo, y hasta que cerraría los ojos, como enseña Hollywood. Le parecería alto tan normal como zamparse un helado de vainilla y chocolate.»

Los problemas vienen cuando la señora Haze se enamora del profesor. Humbert Humbert se casará con ella pero algo ocurre, inesperado, y el, desde ese momento será el padre de Lo. Dolores está en un campamento cuando sucede todo. Pero… hay otro problema mayor. El profesor y Dolores se gustan.

Personalmente, me encanta la teatralidad de Lolita, ese saberse irresistible y jugar con ello, esa belleza juvenil, infantil que la hace única. Su inteligencia y sus estupideces. Aquí se dirige a «su padre» de una manera perversa:

«-¡Puerco!, exclamó sin dejar de sonreírme dulcemente.
¡Criatura repugnante! Yo era una niña pura como una perla, y mira lo que has hecho de mí. Debería llamar a la policía y decirle que me has violado.¡Oh, puerco, puerco, viejo puerco!
¿Bromeaba? En sus absurdas palabras vibraba una siniestra histeria. Después, con un sonido sibilante, empezó a quejarse de dolores, dijo que no podía estar sentada, dijo que le había destrozado las entrañas. (…) En la alegre ciudad de Lepingville le compré cuatro revistas de historietas, una caja de bombones, un paquete de compresas, dos coca-colas, un juego de manicura, un despertador de viaje con esfera luminosa, un anillo con un topacio auténtico, una raqueta de tenis, (…) En el hotel pedimos habitaciones separadas, pero en mitad de la noche vino a la mía sollozando, e hicimos el amor sin prisas. Es que la pobre no tenía ningún otro sitio adonde ir, ¿comprenden?».

Así termina la primera parte de la novela. En la segunda parte comienza el periplo por los Estados Unidos de Humbert y Lo, ya amantes, que se convierte, además, para el lector, en un interesante retrato de la cultura de la carretera, de los moteles,… de lo fácil y lo barato, de la mano del profesor y su niña. Sin duda, Nabokov es uno de los más extraordinario escritores del siglo XX.
En mi opinión, la segunda parte es tan brillante como larga, quizás demasiado.
Lolita abandona la Escuela para Señoritas de Beardsley y convence a su padre para comenzar una nueva vida:
«En realidad, acariciaba la idea de escurrirme por la frontera mexicana, ya era más valiente que un año antes, y decidir allí qué hacer con mi pequeña concubina, que medía ya un metro cincuenta y pesaba cuarenta kilos. Recurrimos de nuevo a nuestras guías y mapas turísticos. Lo trazó el itinerario con cuidado infinito.»
Pero como bien escribe Nabokov en su libro: «Un cambio de ambiente es la falacia tradicional en la que confían los amores, y los pulmones condenados». Estoy totalmente de acuerdo. ¿Y ustedes?
Un día Dolores abandonará a su papá para iniciar ella una nueva vida. Años después, el profesor la encontrará emparejada y embarazada. Aún está enamorado de Lo y quiere ayudarla, pero ella le rechazará, sólo quiere dinero.
Aún así, a pesar de todo, él la ama:
«Poco importaría que sus ojos se marchitaran hasta convertirse en los de un pez miope, que sus pezones se hincharan y se agrietaran, que su pubis delicado, encantador, aterciopelado, joven, se ensuciara y desgarrara…aún así enloquecería de ternura con sólo ver tu querido rostro pálido, con sólo oír tu voz juvenil y ronca, mi Lolita.»
Y hasta aquí puedo llegar. Les invito a que abran este maravilloso libro, y no se crean que termina así, hay un final imprevisible, ya lo verán. Por amor…uno hace locuras. La vida, en ocasiones, se vive demasiado rápido.

05May/12

ORGULLO Y PREJUICIO. JANE AUSTEN

La familia Bennet vive en Longbourn, un pueblo de la campiña inglesa, situado sólo a kilómetro y medio de Meryton. La familia Bennet está compuesta por un padre, una madre y cinco chicas, pobres, modestas, pero con ambiciones, sobre todo, por parte de la madre. Jane, Elizabeth, Catherine, Lydia y Mary conforman el universo creado por la gran escritora inglesa Jane Austen (Steventon, Inglaterra 177 – Winchester, Inglaterra 1817) en su novela «Orgullo y prejuicio».
La tranquilidad de la familia se verá alterada con la aparición en el pueblo de Charles Bingley un joven rico y soltero, al que pronto todas las familias querrán para sus hijas casaderas. Es, que duda cabe, un excelente partido. Fitzwilliam Darcy, amigo de Bingley, es otro excelente partido. Mientras las familias de alrededor siguen haciendo sus planes ellos ya se han enamorado. ¿De quién? Hay que abrir este clásico de la literatura para averiguarlo. Austen es, sin duda, una precursora, de la novela moderna en Europa. Aunque, quizás, la lectura de sus libros sea un poco dura, en principio, pues hay que trasladarse, en el caso de «Orgullo y prejuicio» a modas, costumbres,…de lo más pasado de moda, es una escritora única.
Austen, aunque habló mucho de amor o quizás por eso, permaneció soltera y llevó una vida apacible en diversos lugares del sur de Inglaterra. Otras obras de la autora igualmente deliciosas son: «Emma», que personalmente me encanta, «Sentido y sensibilidad», «La abadía de Northanger» o «El parque de Mansfield».
Pero centrémonos en «Orgullo y prejuicio». En realidad, la obra tiene cuatro protagonistas claves: Jane, Elizabeth, el señor Bingley y el señor Darcy, pero, es cierto, que el resto de las hermanas, los vecinos del pueblo, como los Lucas, los familiares, como el señor Collins, primo segundo del señor Bennet y pretendiente de Elizabeth, y tanto el padre como la madre de las chicas son personajes vitales en la obra. Particularmente, el señor Bennet, me fascina. Su fina ironía inglesa da el toque de humor al libro, y lo hace único.
El orgullo por parte de unos y los prejuicios por parte de otros harán que los amores en la novela no se desarrollen de una forma fluida, y de eso trata el trabajo de Austen. El amor, se podría decir, vence todos los obstáculos, pero hay que luchar, incluso, con nuestras propios prejuicios, esas ideas que tenemos en la cabeza y que nos frenan a la hora de enamorarnos o creernos dignos de que alguien nos ame. El orgullo es también peligroso viene a decir, pero hay que tragárselo si queremos conseguir nuestro objetivo.

«El orgullo se relaciona sobre todo con la opinión que tenemos de nosotros mismos; la vanidad, en cambio, con lo que queremos que los demás piensen de nosotros.». Esta frase la dice Mary, una de las hermanas, mientras mantiene una conversación con Elizabeth, después de un baile que ha tenido lugar y en el que han conocido a los señores ricos y pudientes.
Después de ese baile, ya nada será igual para las hermanas.

El objetivo de toda joven de entonces era casarse. El mundo giraba, casi siempre, en torno al hombre que conocerían en el futuro, por eso, el libro está cargado de reflexiones acerca del amor, la amistad, el matrimonio, las maneras de llegar a encontrarse con el ser amado, las cuestiones de si esa persona será la adecuada,… reflexiones que son válidas hoy en día.

«La felicidad en el matrimonio es cuestión de suerte. Aunque ambos cónyuges conozcan perfectamente la manera de ser del otro, o incluso aunque descubran de antemano una gran similitud, no se sigue de ahí que su felicidad esté garantizada. Con el paso del tiempo siempre llegan a distanciarse lo suficiente para que les corresponda su parte alícuota de sufrimiento; y es mejor saber lo menos posible de los defectos de la persona con la que vas a pasar la vida».

No puedo desvelar, desgraciadamente, nada más, ni siquiera pasajes del libro que me encantan, porque entonces no merecería la pena leer la obra. Y de eso se trata, de que ustedes se queden con la intriga de que pasó en estos asuntos de amor.
Les dejo aquí otras citas generales del libro para que ustedes las disfruten.

«…no hay nada peor que separarse de la familia. Todo se vuelve melancólico»

«Piensa sólo en el pasado cuando su recuerdo te procure placer.»

«Orgullo y prejuicio» se publicó por primera vez el 28 de enero de 1813 como una obra anónima, sin que figurara el nombre de su autora. «Es una verdad universalmente reconocida que todo hombre soltero, poseedor de una gran fortuna, necesita esposa». Así comienza la obra, con esta frase, que ya es una de las más famosas de la literatura inglesa.

Este libro, sigue la forma de escritura de Charles Dickens. Dickens siempre presentaba a unos personajes a los que, evidentemente, les sucede una serie de cosas. Pero, además, nos describía la sociedad en la que éstos vivían, hacía un retrato de la sociedad, de lo que giraba en torno a esos personajes, creando dos niveles de lectura muy interesante. La escritora inglesa maneja este truco literario también, nos describe a la sociedad británica en el cambio de siglo de forma interesante, incluso sin mencionar los dramáticos acontecimientos históricos de la época, entre otros, la revolución francesa o el inicio de las campañas napoleónicas y, a la vez, nos sumergimos en esta historia de amor llena de orgullos y prejuicios, creando así un libro completo al que dos tipos muy diferentes de lectores pueden acudir, el que esté interesado sólo en la trama, y el que quiera aprender como era la sociedad en la Inglaterra del siglo XVIII.

25Abr/12

COMO AGUA PARA CHOCOLATE. LAURA ESQUIVEL

Voy a nadar por aguas pantanosas, soy consciente. La escritora mexicana Laura Esquivel (Ciudad de México, 1950) ha sido criticada hasta la saciedad por otros autores y críticos. Estos piensan que, de ninguna manera, Laura Esquivel representa a la corriente literaria del realismo mágico. Ella muchas veces ha dicho que su literatura se encuadraría en lo que denomina «realismo maravilloso». Además, se ha dicho que su literatura es demasiado comercial y demasiado femenina. Yo me pregunto, ¿y esto es malo? Para gustos los colores, y tantas opiniones como entendidos haya en el mundo, pero, huyendo de toda esta polémica, quiero, hoy, dedicar mi artículo a Esquivel y a su ya más que conocida obra «Como agua para chocolate». Que una novela sea muy comercial no quiere decir que no sea buena, lo mismo que una novela buena muchas veces, o la mayoría de las veces, puede que no llegue ni siquiera a comercializarse, y si se comercializa quizás nunca llegue a tener la repercusión que merece. Hasta aquí todo claro.
A mí también me parece algo inadecuado comparar referentes del realismo mágico como Gabriel García Márquez o Juan Rulfo, por citar a dos de ellos, con Laura Esquivel o Isabel Allende. Cada uno escribe como quiere o como puede, y ahí están los trabajos para que uno los conozca o los deseche después de leídos, o los adore y no pueda vivir ya más sin ellos. García Márquez es García Márquez, Esquivel es Esquivel, Allende es Allende y Rulfo es Rulfo, y bendita sea la variedad.
Me gusta «Como agua para chocolate», y me gusta esta novela porque es fresca, dinámica, llena de fantasía, de olores, de sabores, de un mundo por descubrir.
La bisabuela de la narradora es Mamá Elena. Mamá Elena tenía tres hijas: Rosaura, Tita y Gertrudis. Tita, la hermana menor y según tradición familiar, será la encargada de cuidar a su madre por lo que el matrimonio e incluso el enamoramiento le están totalmente prohibidos.
A Tita, mujer atractiva y dispuesta entre fogones, pronto le saldrá un pretendiente, Pedro Muzquiz. El amor entre ambos es claro, tan claro como que Tita no tiene ninguna oportunidad de soñar con este amor. «En la familia De la Garza se obedecía y punto», escribe Esquivel en la novela. Y así transcurre el tiempo en la casa, bajo el dominio de Mamá Elena, una especia de Bernarda Alba a la mexicana.
Pedro, desesperado, decide entonces casarse con Rosaura, la hermana mayor, para así poder, al menos, estar cerca de Tita.
Pedro y Rosaura se casan, tienen hijos y así se va tejiendo la historia de un amor oculto entre cazuelas, sabores y pasiones.
Pronto aparecerá otro hombre en la vida de Tita, el doctor John Brown. Mamá Elena sabe de los asuntos de amor y pasión de su hija pequeña con Pedro. Cansada, ésta manda a Rosaura y Pedro a vivir a Texas. Tita se irá con el doctor Brown, harta de todo y de todos, creyendo que allí le espera una nueva vida mejor, pero ¿será así? Eso lo tendrán que descubrir ustedes.
En la edición de Grijalbo Mondadori se escribe: «Las recetas de cocina que Tita elabora puntean el paso de las estaciones de su vida, siempre marcada por la presente ausencia de Pedro. Y la acompañan en su apoteosis y en su tránsito a una sabrosa, muy sabrosa eternidad». Totalmente de acuerdo pero no puedo contar más. Sólo que en esta novela se mezclan lo olores de la comida directamente con los olores del deseo sexual, de una forma elegante y sutil. Que en esta novela hay muchísimas sorpresas por descubrir, que Mamá Elena guarda más secretos que recetas y que en esta novela hay dos personajes muy entrañables, Nacha, la cocinera de la casa y Chencha, la sirvienta. Tienen ustedes que abrir esta entretenida obra a la que el único «pero» que tengo que poner es el final, una mezcla extraña, en mi opinión, de dos cuentos del escritor danés Hans Christian Andersen: «El soldadito de plomo» y «La cerillera», pero bueno, nada es perfecto.
Aquí les dejo con algunas frases del libro que me han gustado:

«…los olores tienen la característica de reproducir tiempos pasados junto con sonidos y olores nunca igualados en el presente»

«… el amor no se piensa, se siente o no se siente»

«La vida sería mucho más agradable si uno pudiera llevarse a donde quiera que fuera los sabores y los olores de la casa materna.»

«Mi abuela tenía una teoría muy interesante, decía que si bien todos nacemos con una caja de cerillos en nuestro interior, no los podemos encender solos, necesitamos, como en el experimento, oxígeno y la ayuda de una vela. Sólo que en este caso el oxígeno tiene que provenir, por ejemplo, del aliento de la persona amada; la vela puede ser cualquier tipo de alimento, música, caricia, palabra o sonido que haga disparar el detonador y así encender uno de los cerillos. Por un momento nos sentiremos deslumbrados por una intensa emoción. Se producirá en nuestro interior un agradable calor que irá desapareciendo poco a poco conforme pase el tiempo, hasta que venga una nueva explosión a reavivarlo. Cada persona tiene que describir cuáles son sus detonadores para poder vivir, pues la combustión que se produce al encenderse uno de ellos es lo que nutre de energía el alma. En otras palabras, esta combustión es su alimento. Si uno no descubre a tiempo cuáles son sus propios detonadores, la caja de cerillos se humedece y ya nunca podremos encender un solo fósforo.»

En 1994, le otorgaron el Premio ABBY (American Bookseller Book of the Year), galardón que por vez primera fue concedido a una escritora extranjera.

En marzo de 2009, Laura Esquivel compitió como precandidata a la Diputación Local en el Distrito XXVII de México D.F. por el PRD. Su candidatura fue apoyada por la corriente Izquierda Unida.

«Malinche», es otro de los libros más conocidos de esta autora.

06Mar/12

LA CASA TORCIDA DE AGATHA CHRISTIE

«Este libro es uno de mis favoritos. Lo pensé durante años. dándole vueltas, planteándolo y diciéndome a mí misma: «Un día, cuando tenga tiempo y quiera realmente disfrutar, ¡lo empezaré!». Con estas palabras, la escritora inglesa Agatha Christie (Torquay 1890, Wallingdorf 1976), comenzaba su libro «La casa torcida». En el prefacio que la autora escribió, nos deja claro que, para ella, escribir » The Crooked House» fue «un auténtico placer».
No figura esta novela entre mis preferidas de la autora. Cuando alguien me ha preguntado que novela podría leer de la inglesa, confieso que siempre he dicho las mismas: «El asesinato de Rogelio Ackroyd», «Muerte en el Nilo»,» Asesinato en el Orient Express», «Diez negritos», o «Cianuro Espumoso». Son algunas de mis preferidas, sin duda.
Pero quería señalar ésta en mi blog como homenaje a esta gran escritora que tantos buenos ratos nos ha hecho pasar, a muchos, desde nuestra adolescencia. Christie siempre fue una autora generosa. Nos invitaba a investigar con ella, nos daba pistas, nos hacía pensar.¡ Cuántos buenos ratos hemos pasado junto a Hércules Poirot o Miss Marple!.
«La casa torcida» es un libro que guarda infinitas sorpresas, que hace dudar hasta el final. La familia Leonides se ve envuelta en una serie de asesinatos. Alguien ha acabado con la vida del viejo multimillonario griego Aristide Leonides ante el estupor de toda su familia. Todos son dignos sospechosos en la historia, y todos tantos dignos inocentes como culpables. «La casa torcida» se convierte en una ratonera para los miembros de la familia Aristides. Todos tienen miedo de permanecer en ella. Saben que el asesino está entre ellos, desayuna y duerme bajo el mismo techo.
El narrador, prometido de una de las nietas del patriarca familiar, nos va contando los hechos que el mismo vive en primera persona. El padre del narrador, se da la circunstancia, de que lleva el caso junto con el inspector Taverner.
En una de las conversaciones que mantienen el hijo y el padre, este último le intenta explicar algo, que la inglesa sabía a la perfección.

«-¿Cómo son los asesinos? Algunos de ellos, una sonrisa melancólica asomó a su rostro, han sido unos chicos extraordinariamente simpáticos.
Creo que me sobresalté ligeramente.
-Sí, sí, muy simpáticos, insistió. Tipos corrientes, como tú y como yo, o como el que acaba de salir, Roger Leonides. El asesinato es cosa de aficionados. (…) Muchas veces se tiene la impresión de que estos hombres agradables y corrientes cayeron en el asesinato casi por accidente. Se encontraban en una situación muy difícil o deseaban algo apasionadamente, dinero o una mujer, y mataron para conseguirlo. El freno que sirve para la mayoría de nosotros no actúa sobre ellos. Un niño convierte su deseo en acción sin remordimiento. Un niño se enfada con su gatito, dice «te mataré» y le golpea en la cabeza con un martillo ¡y luego se le destroza el corazón porque el gatito no vuelve a la vida! Muchos niños tratan de sacar de su cochecito a su hermanito menor para ahogarlo porque les roba la atención de los mayores o porque les molesta en sus juegos. A edad muy temprana llegan a un grado en el que saben que eso está mal»; es decir, que si lo hacen los castigarán. Más tarde, sienten que está mal. Pero sospecho que algunas personas no maduran normalmente. Saben que el asesinato es malo, pero no lo sienten. Como resultado de mi experiencia, no creo que ningún asesino se haya arrepentido realmente. Puede que ésta sea la marca de Caín. Los asesinos son seres aparte, «diferentes». El asesino es malo, pero no para ellos. Para ellos es necesario, la víctima «se lo ha buscado», era «la única solución».

La inteligentísima Agatha Christie nos desvela mucho en este párrafo. Ya se sabe, hay que estar atento al mínimo detalle, a la palabra más insignificante, al gesto más anodino, si uno quiere llegar a se alguien en este mundo del misterio. Disfrutad de la inglesa y de la gran familia griega.