Archivos de la categoría: ESCRITORES

04Abr/11

SHOLA, ESA PERRUCHA RATONERA Y TIERNA DE BERNARDO ATXAGA

SHOLA-BERNARDO-ATXAGA

-”Shola, dijo Grogó nada más entrar en la sala, ¿has visto un libro por aquí? Mi amigo se lo ha dejado olvidado en alguna parte.
-Yo no he visto nada, respondió ella.
-¿Seguro? insistió Grogó, que sabía lo mentirosa que era.
-Los animales poderosos y nobles como yo ¡no mentimos nunca!, declaró Shola, que ya se sentía un poco leona.
A partir de ese día, Shola mostró muy poco interés por sus paseos. Decía que no tenía ganas de hacer lo que había hecho siempre, que prefería quedarse en casa. El señor Grogó se encogía de hombros y salía solo.
-¿Qué es lo que te traes entre manos, Shola?, le preguntó cuando ella ya llevaba tres días enteros sin querer salir a pasear.
-¡No me traigo nada entre garras!, respondió Shola.
Pero sí que se traía algo entre garras, digo, entre manos. A esas alturas, Shola estaba convencida, pero que muy convencida, de ser una leona.”

En alguna otra ocasión ya he apuntado lo interesante que me resulta conocer la obra infantil y juvenil que muchos escritores producen paralelamente a sus libros para adultos. Es curioso, en la mayoría de los casos, ver con que maestría, como se suele decir, cambian el chip y nos regalan historias maravillosas que no sólo gustan a los niños, sino también a los mayores que las compartimos con nuestros hijos.
Bernardo Atxaga o mejor dicho José Irazu (Asteasu,Guipúzcoa, 1951) es un maestro combinando las dos cosas, la literatura para adultos y para niños. Un claro ejemplo es el libro que me gustaría que todos ustedes abrieran pronto, “Shola y los leones”.
Shola es una “perrucha ratonera” a la que, de repente, le entran muchísimas ganas de convertirse en leona. Su orgullo crece y crece. Cada día que pasa se siente un poco más leona pero algo, muy muy cotidiano truncará sus planes. Mientras eso ocurre hará todo lo posible para luchar contra la naturaleza y ser una leona, teñirse el pelo, no comer los platos calentitos de su dueño, el señor Grogó, e incluso salir de caza.
Este libro escrito con humor y ternura demuestra que gran escritor es Atxaga. Porque todo aquel escritor que logre captar la atención del público infantil, es, sin duda, una gran profesional.
Atxaga es el escritor en euskera más leído y traducido. Es miembro de pleno derecho de la Real Academia de la Lengua Vasca desde 2006.
En 1976, el escritor vasco publica su primera novela, “Ziutateaz” a la que seguiría el poemario “Etiopia” en 1978, obra fundamental en la poesía vasca contemporánea.
Fue miembro del grupo literario de vanguardia Pott (1978-1983) junto a Joseba Sarrionandia, Ruper Ordorika, Jon Juaristi y otros escritores.
En 1988 publicó su obra más exitosa, “Obabakoak” que ganó el Premio Nacional de Narrativa en 1989. Algunas de las narraciones de la obra fueron llevadas al cine por Montxo Armendáriz.
José Irazu es considerado como uno de los mejores escritores en euskera de los últimos 50 años. Ha publicado más de 25 libros de literatura infantil y juvenil, ha escrito varias novelas radiofónicas y obras de teatro.
“Shola y los leones” les cuativará. Y no olviden que hay más historias de Shola para seguir conociendo a esta tierna “perrucha callejera” del señor Grogó.
El libro está publicado por El barco de vapor SM, y no quiero dejar de señalar que las ilustraciones que acompañan el libro son preciosas y están hechas por Mikel Valverde. ¿Qué sería de un libro infantil sin ilustraciones?
Mikel Valverde es un ilustrador nacido en Vitoria en 1966. Es un genio de la ilustración y se destaca de él su capacidad para trasladar a los personajes a la vida cotidiana gracias a sus trazos, inconfundibles.
Valverde es licenciado en Bellas Artes por la Universidad del País Vasco.

© 2011 Araceli Cobos

31Mar/11

LA AGENDA DE LOS AMIGOS MUERTOS. RAQUEL HEREDIA

RAQUEL-HEREDIA-SE-DESNUDA

“Supe que sobrevivir a un hijo es el pero de los castigos y que el tiempo, en lugar de atenuarlo, lo hace más insoportable”

Raquel Heredia, reconocida periodista y escritora, escribió esta frase en su libro “La agenda de los amigos muertos”, una obra estremecedora, por real, dura y tierna al mismo tiempo.
A la heroína hay muchas formas de llamarla: caballo, jaco, sugar, blanca,…todos los sinónimos llevan al mismo camino, la muerte en la mayoría de los casos. Heredia lo sabe bien. Ella sufrió el problema que conlleva tener a un familiar drogadicto. Su hermosa e inteligente hija Ada caía sin remedio en las redes de esta adicción. Heredia caminó con ella por el sendero peligroso, llegó a buscarle su dosis diaría, aceptó lo inaceptable, sufrió lo insufrible y vio morir a su hija, de belleza impactante, de sida, dejando dos hijos de los que ella se hizo cargo.
Este libro, editado por Plaza y Janés decribe así a la periodista:

“Raquel Heredia, periodista de larga trayectoria, ha tenido ocasión de presenciar e informar de los hechos más importantes de nuestra historia reciente. Entrevistadora y reportera prestigiosa, fue designada cronista parlamentaria en la Legislatura Constitucional y su trabajo fue premiado por la Unión de Periodistas, de la que fue fundadora, con el I Premio a la Libertad de Expresión. (…) En 1978 recibió un premio Ondas”

Tendemos a asociar el mundo de la heroína con el mundo de los marginados, los pobres, la gente inculta, los desfavorecidos… La heroína es la droga de los que no tienen otra salida. Pero no es así. La heroína atacó y ataca a cualquier persona sea del nivel social que sea, y este es el claro ejemplo. Ada lo tenía todo. ¿Ada lo tenía todo?
Raquel Heredia cuenta como Ada estuvo marcada siempre por laseparación de sus padres. Raquel no está en casa. Tiene que trabajar para sacar adelante a sus cuatro hijos. Ada no perdona a su padre. Su padre se ha marchado, para siempre, con la prima de su madre. Y sus hijos no le importan demasiado.

“¡Qué tristeza de vida la que le transmitía! Y el único modo que conocía de hacerlos felices era trabajar como una mula para que tuvieran de todo…siempre cosas materiales, por supuesto: vestidos, veraneo, servicio doméstico, fiestecitas… Pero no me tenían a mí, que es lo que todos me han reprochado después, y en ello han basado sus frustraciones.”

Raquel se da cuenta tarde de que su hija es drogadicta, no lo quiere ver. Supongo que no podía imaginar, nunca, lo que le estaba pasando.

“… yo lo asocio con mi dolosoro descubrimiento de la heroína, caballo, jaco, burro, blanca, al que llegué precedida por un intenso y desagradable olor a limón podrido, a descubrir cuando iba a tomar un café que no había cucharillas, a encontrar bolitas de algodón endurecido, a que me faltaban objetos personales, como joyas, ceniceros de plata, algún dinero, poco al principio: que cinturones y corbatas estaban en los sitios más insólitos, y también a un incesante ir y venir de nuevos amigos de mi hija, que llegaban, se encerraban en su cuarto y se iban sin despedirse. Pero yo paraba poco en casa y no le di importancia al principio, achacando las faltas a mi despiste.
Es probable que si no hubiera estado inmersa en mi propia recomposición como persona y como mujer, en intentar salir del pozo en que me había metido el abandono de mi marido y el esfuerzo de cada día por tirar del carro tan pesado que me había tocado en suerte, hubiera reparado en el comportamiento de mi hija. De todas maneras estaba muy ocupada.”
En una conversación que Raquel tiene con un amigo de su hija, de esos que aún no habían muerto, y por lo tanto no borró nunca de su agenda, se explica claramente como, en aquellos años, se caía en la heroína, muchas veces, por desconocimiento.

“…nos llegaba a la mano por uno de los nuestros, ignorando que al poco de conocerla sería tan necesaria como hacer pis y que acto seguido ya no podríamos vivir sin ella, para lo que había que adentrarse en un mundo de mentiras, mezquindad, de delincuencia; de horror en una palabra.”

Ada se desintoxicaba y volvía a caer. Era el destino que para ella estaba
escrito y todas las luchas que Raquel relata para apartarla de ese mundo fueron inútiles. Y fueron muchas las luchas.

“…tuvo así un motivo para volver a la puta heroína, a la que sin duda se enganchan los más débiles, los inseguros, los que no quieren conocerse a sí mismos ni superar los traumas infantiles, los incapaces de salvar el más leve escollo que la vida les pone por delante. Siempre piensan que son los más desgraciados, los que han sufrido más en la infancia; se quedan sin crecer por dentro y a veces, cuando piden ayuda o cuando la necesitan de verdad, ya es tarde.”

Al final, Ada tiene sida. Le escribe estas palabras a su madre.
“Hola madre, mi amiga, mi confesora, mi mejor enemiga; creo que sabrás o quizá te imaginas todo el dolor y toda la mierda… Además tengo sida, pero tú sí me tocarás porque te quiero. ADA”

No sé si alguien que lea este post ha vivido algo parecido. Yo no lo he vivido nunca pero lo he visto de cerca. Los años ochenta fueron duros en el País Vasco. Los drogadictos exhibían sus peores sombras por los barrios obreros y las calles finas de las capitales, como Bilbao. Yo entonces era sólo una niña pero sabía que algo ocurría. Por eso, siempre, me ha interesado y preocupado mucho este tema. Porque no hace falta vivirlo en primera persona para sufrirlo. Me daba mucha tristeza ver a esos chicos y chicas, por aquel entonces adolescentes, con su mirada perdida, escondidos, intentando luchar en un mundo que se cerraba para ellos. Empecé a escuchar palabras como heroína, caballo, metadona, camello, yonqui. Empecé a escuchar todas esas palabras que Raquel Heredia y muchas otras madres no sólo escucharon sino que padecieron. A todas ellas y también a los padres. A todos va dirigido este post. A todos lo que nunca abandonaron a sus hijos a pesar de todo, que ya era mucho. Nunca nadie que no lo haya padecido podrá sentir ese dolor tan inmeso que yo sólo puedo imaginar, pero que tiene que ser el peor de los dolores que puedes sufrir en vida, ver como un hijo se va muriendo sin que tú puedas hacer nada por evitarlo.
Muchos de aquellos chicos se recuperaron y todo el barrio se alegraba, muchos murieron, como los amigos de Ada, como los chicos de esa agenda que ella tenía, la de los amigos muertos.
“Cuando se fue tuve ganas de morir; ¿qué pintaba yo en el mundo?, ¿cómo sobrevivir a tanto dolor y desolación? Pensé una vez más que la culpa eculpa era era nuestra: de los adultos, padres, educadores, políticos, sociólogos, informadores que habíamos confundido la felicidad con el materialismo; la libertad con el libertinaje…”

Hace ya algunos años tuve la suerte de entrevistar a Raquel Heredia. Acababa de leer su libro “Hijos de la luna” donde relata el día a día con Nacho y Hugo, sus dos nietos, hijos de Ada. Precioso libro me pareció aquel también y la escritora, una mujer valiente, luchadora, encantadora.

© 2011 Araceli Cobos

27Mar/11

INDUSTRIAS Y ANDANZAS DE ALFANHUÍ. FERLOSIO

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Siempre se ha comentado o escrito que Alfanhuí tiene algo de Lazarillo o de Charlot y a mí siempre me ha parecido que Alfanhuí tiene mucho de Alicia, si, de Alicia en el país de las maravillas, pero con acento español. Hay tanta magia en este libro… casi tanta como en las aventuras de Alicia, pero como digo, a lo español. “Industrias y andanzas de Alfanhuí”, escrito por Rafael Sánchez Ferlosio, es un libro al que tengo muchísimo cariño y un libro que considero cumbre dentro de la literatura española. El lenguaje que emplea Ferlosio es una suerte para nuestros ojos. Ya me referí a él cuando hablé de “El Jarama”, obra de este mismo autor. Y quería dedicarle un comentario.
Hace muchos años, quizas veinticinco, en un libro de texto de lengua española de la ya olvidada EGB, un fragmento que leíamos con la profesora aquella mañana me llamó poderosamente la atención. Era un párrafo de este libro. Esa fue la primera vez que conocí a Alfanhuí. Tenía diez años o quizás menos. Siempre he recordado ese párrafo. Años más tarde descubrí el libro. Sólo me acordaba del nombre Alfanhuí, ¡cómo olvidarlo! y estoy segura de que aquel párrrafo era el siguiente.
El que explica su aventura no es Alfanhuí sino el maestro taxidermista que ha encontrado en Guadalajara.

“Un día salí para uno de mis viajes. Llevaba un palo al hombro, y en la punta del palo, un pañuelo con merienda. Iba por un camino calizo entre árboles secos donde se posaban las urracas. También había por el campo muchos hoyos y harapos y pucheros de barro quebrados, y ruedas y destrozos de carro y otro sinfín de despojos, porque todo lo que se rompía iban a tirarlo a aquella tierra. Apenas nadie iba por el camino porque era un día de mucho sol, y el sol era muy malo allí, aunque todavía no había entrado el verano.
A lo lejos vi una figura sentada en una piedra, orilla del camino. Al llegar vi que era un mendigo y me decía: “Dame tu merienda”.
Me hizo un sitio en la piedra y nos pusimos a comer. Entonces vi cómo era. Llevaba unos pantalones oscuros, hasta media pantorrila, y un chaleco pardo, del que asomaban los hombros y los brazos desnudos. Pero su carne era como la tierra del campo. Tenía su forma y su color. En lugar de pelo, le nacía una espesa mata de musgo, y tenía en la coronilla un nido de alondra con dos pollos. La madre revoloteaba en torno de su cabeza. En la cara le nacía una barba de hierba diminuta cuajada de margaritas, pequeñas como cabezas de alfiler. El dorso de sus manos también estaba florido. Sus pies eran praderas y le nacían madreselvas enanas, que trepaban por sus piernas, como por fuertes árboles. Colgada del hombro llevaba una extraña flauta.
Era un mendigo robusto y alegre, y me contó que le germinaban las carnes de tanto andar por los caminos, de tanto caerle el sol y la lluvia y de no tener nunca casa. Me dijo que en el invierno le nacían musgos por todo el cuerpo y otras plantas de mucho abrigo, como en la cabeza, pero que cuando venía la primavera se le secaban aquel musgo y aquellas plantas y se le caían, para que nacieran la hierba y las margaritas.”

Desconozco como son ahora los libros de textos de los niños en España. Desconozco si, al igual que entonces, se daba tanta prioridad a la lectura, al lenguaje, y también desconozco si yo era una privilegiada y en otros colegios no sucedía, pero si me siento muy afortunada de que aquel colegio donde hice el EGB, Franciscanas de Montpellier de Trapagaran, Vizcaya, se preocupara tanto por darnos a conocer la literatura de nuestro país, por que los niños aprendieran correctamente a leer, por darnos a conocer autores que despertaban nuestros sentidos y nuestra inteligencia. Recuerdo tardes enteras de lectura frente a poemas de Machado, de Juan Ramón Jiménez,… Me encantaría que eso ocurriese aún en los colegios porque la lectura es fundamental para abordar otras asignaturas tan fascinantes como la física, la química o las matemáticas. Si no llegamos a comprender un texto, por ejemplo, de un problema matemático, nunca, entonces, podremos resolverlo.

Volviendo a este libro maravilloso que todo el mundo, desde niño, debería empezar a leer, me gustaría recalcar su magia. La obra está llena de personajes y objetos fascinantes: sillas de madera que tienen raíces y dan cerezas, un gallo de veleta con vida, una marioneta que todo lo sabe, un gigante bondadoso, un mendigo mágico, unos ladrones de trigo que viven en un pajar, una abuela que incuba pollos, agua de luces, pájaros con simetría vegetal,… Todo cabe dentro de esta obra fascinante. Cuando uno lee un libro de estas características no puede dejar de pensar, como un hombre puede albergar tanta fantasía en su cabeza y relatarla con tal maestría y dulzura.

El libro comienza así:

“El gallo de veleta, recortado en una chapa de hierro que se cantea al viento sin moverse y que tiene un ojo solo que se ve por las dos partes, pero es un solo ojo, se bajó una noche de la casa y se fue a las piedras a cazar lagartos. Hacía luna, y a picotazos de hierro los mataba. Los colgó al tresbtresbolillo en la blanca pared de levante que no tiene ventanas, prendidos de muchos clavos. Los más grandes puso arriba y cuandto más chicos, más abajo. Cuando los lagartos estaban frescos todavía, pasaban vergüenza, aunque muertos, porque no se les había aún secado le glandulita que segrega el rubor, que en los lagartos se llama “amarillor”, pues tienen una vergüenza amarilla y fría.”

Cuando un día Alfanhuí, ya en la tercera parte del libro, se encuentra con el gigante, llamado Heraclio, este le cuenta lo siguiente:

“Heraclio tenía un tesoro que le habían dejado sus padres; eran dos grandes colmillos de marfil y dos bolas de marfil del tamaño de sandías. “Nadie sabía lo que aquello significaba. Pero era un verdadero tesoro, porque no se podía vender. La gente cree que es tesoro todo lo que vale mucho, pero el verdadero tesoro es lo que no se puede vender. Tesoro es lo que vale tanto que no vale nada. Sí, él podía vender su tesoro a peso de marfil, pero el tesoro se perdería, vendería tan sólo marfil. El verdadero tesoro vale más que la vida, porque se muere sin venderlo. No sirve para salvar la vida. El tesoro vale mucho y no vale nada. En eso está el tesoro; en que no se puede vender.”

Es imposible introducir en este comentario, que debe ser breve, para no aburrir, todos los fragmentos mágicos de este libro, por eso sólo me queda una cosa que decir, si lo leen nunca lo olvidarán. Yo, hace veinticinco años que lo leí y nunca lo he podido olvidar. Ese es el tesoro, los recuerdos que uno tiene, los que no se pueden comprar ni vender. Ese es el verdadero tesoro de cada uno.
Rafael Sánchez Ferlosio (Roma, 1927) terminó de escribir este libro en 1950. Lo publicó en 1952. Era su primer libro. En 1956 obtuvo el Premio Nadal y posteriormente el Premio Nacional de la Crítica con “El Jarama”. Este libro lleno de colores y sensaciones titulado “Industrias y andanzas de Alfanhuí” está publicado en Ediciones Destino.

“El maestro miró al niño de arriba abajo con unos ojos muy serios y dijo:
-¿Tú? Tú tienes ojos amarillos como los alcaravanes; te llamaré Alfanhuí porque éste es el nombre con que los alcaravanes se gritan unos a los otros. ¿Sabes de colores?
-Sí.”

© 2011 Araceli Cobos

20Mar/11

BILBAO- NEW YORK-BILBAO. KIRMEN URIBE

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Una historia fantástica:

“La tía Margarita, la hermana de mi madre, nos contaba de pequeños que a mi padre se le perdió el anillo de boda en el mar y que ella lo había encontrado en la tripa de una merluza, en la pila de la cocina, mientras limpiaba el pescado. Aquella casualidad resultaba completamente inadmisible. Que mi padre perdiera el anillo en el mar, que se lo comiera una merluza y que luego la embarcación de mi padre pescara esa misma merluza. Y que entre los cientos de merluzas pescadas, mi padre eligiera para llevar a casa precisamente aquella que se había tragado su anillo de boda. No sé qué probabilidades puede haber de que ocurra algo así, pero estoy seguro de que son infinitesimales. Lo peor es que la tía todavía sigue atestiguando que lo del anillo es cierto, que ocurrió de verdad.”

Una historia de tolerancia:

“En los largos días en los que Liborio guardó cama, le solía visitar mi abuela Amparo, su consuegra. Aunque Amparo era nacionalista confesa, se sentaba junto al lecho de Liborio y le leía la prensa franquista. Era una lectura lenta, como la de una niña, marcando bien las sílabas. De vez en cuando, Amparo se detenía en su lectura y le recriminaba a Liborio con una sonrisa, “pero te das cuenta de la sarta de mentiras que cuentan tus amigos. Es la última vez que te leo estas cosas”. Liborio le sonreía con la mirada. Sabía que Amparo bromeaba. A la tarde siguiente le leería el periódico de nuevo.

Una historia de comprensión:

“Siempre elige el Chelsea. Dice que es el que más le gusta, que él es del Chelsea. A mí eso me da pena. Que no sea seguidor de un equipo vasco. “Yo a tu edad era del Athletic”, le suelo decir, haciéndole chantaje emocional. “Pero si el Athletic siempre pierde”, se queja él, “yo prefiero ser del Chelsea y ganar la Champions League”. Salgo cabizbajo de su habitación.
Hace poco entré en el cuarto de Unai y lo encontré jugando con la play. “Tengo una buena noticia para ti”, me anunció con una sonrisa. “Estoy jugando con el Athletic y estamos a punto de ganar la Champions League.” Yo no cabía en mí de alegría. Al final el chaval ha elegido el camino correcto, pensé con orgullo. Pero de repente me di cuenta de que un jugador del Athletic era negro. “Oye, ¿quién es ése?, le pregunté, “no lo conozco”. “Ése es Drogba, delantero del Chelsea. Lo he fichado para el Athletic”, me contestó tan campante. “Y también a Torres y a Messi. Ahora el Athletic el el mejor equipo del mundo.”
Está claro, no tengo nada que hacer con este chaval.

Una historia de amor:

“En otoño del 2005 escribí una columna titulada “San Jerónimo”. En ella contaba, cómo, adolescente, fui con mis padres a la romería del barrio del mismo nombre. La fiesta se celebra el 30 de septiembre y todos los años llueve. Por eso los del pueblo le llaman “San Jerónimo, el santo meón”. El caso es que, en aquella ocasión, acudí con mis padres porque en la plaza del barrio tocaba Kaxiano, el acordeonista ciego. En la entrada una mujer me ofreció una carta, como al resto de los chavales. La mujer tenía dos barajas y a los chicos nos repartía de una y a la chicas de la otra. Cada uno debía bailar con quien tuviera su misma carta. ¡Que agobio! Sin poder
soportar la vergüenza, tiré la dichosa carta en un rincón y al final no bailé con nadie.
Siempre me preguntaba quién sería aquella cahica a la que dejé plantada con mi misma carta. Si habría encontrado el verdadero amor o, si desde entonces, aún estaba esperando a que apareciera su pareja de baile.
Eso era lo que contaba en la columna.
El artículo se publicó en otoño de 2005. Una noche de aquel invierno Nerea se acercó y me dijo. “yo era la chica que en San Jerónimo tenía tu misma carta”.
Desde entonces no nos hemos separado.”

Estas preciosas historias y muchas más están recogidas en el magnífico libro del escritor vasco Kirmen Uribe (Ondarroa, 1970) titulado “Bilbao- New York- Bilbao”. Un libro que hay que leer porque es sorprendente. Es fascinante su trama, son tiernos sus relatos y nobles sus intenciones. Es un libro que llega al corazón sin tonterías, que llega de verdad.
El abuelo Liborio Uribe sabe que va a morir y quiere ver, por última vez un cuadro de Aurelio Arteta. A partir de este momento, con el visionado de este cuadro, Uribe entreteje con maestría e inteligencia una historia que va más alla del País Vasco y a la vez está muy cercana a todos los que son de allí. A los que nacimos y nos hemos criado en el País Vasco nos encandila y nos trae muchos recuerdos, a los que no lo son les envolverá su encanto. No se pierdan el viaje por Bilbao y Nueva York. No se lo pierdan.
Publicado por Seix Barral Biblioteca Breve en su contraportada dice así:

“Bilbao- New York- Bilbao transcurre durante un vuelo entre el aeropuerto de Bilbao y el JFK de Nueva York, y desgrana la historia de tres generaciones de una misma familia. A través de cartas, diarios, e-mails, poemas y diccionarios, crea un mosaico de recuerdos y narraciones que conforman un homenaje a un mundo prácticamente extinguido, a la vez que un canto a la continuidad de la vida”

El libro está lleno de sensaciones, de olores, de amor, de recuerdos y de llamadas de atención. Por ejemplo el amor por el euskera que siente Uribe.

“Ella ya conocía el euskera de antes y había ojeado con curiosidad algunos textos en internet. Más de una vez había intentado deducir el significado de aquellas extrañas palabras. Ni por asomo. Pero una cosa le llamaba la atención: la cantidad de x que aparecían en el texto.
“Vuestra lengua parece el mapa del tesoro”, me descubrió. “Si desenfocas el resto de las letras y percibes sólo las x parece como si te guiaran por la ruta del tesoro.”
Me pareció que aquello era lo más bonito que se podía decir de un idioma que no conoces, que se asemejaba a un mapa del tesoro.”

“Lo más importante son las historias, sean verdad o mentira, o las dos cosas”. Esto dice Uribe en su libro. Creo que tiene mucha razón. Aquí hace una defensa a la tradición oral. Algo que se está perdiendo porque cada vez nos cuesta más escuchar. Siempre he pensado que lo que otros cuentan es un verdadero tesoro. Hay que aprender a escuchar a los demás.

La novela fue ganadora del Premio Nacional de Narrativa 2009 y del Premio Nacional de la Crítica 2008 en lengua vasca.

Finalizo aquí con una historia de ternura que recoge el libro:

“Recuerdo que de pequeños nosotros también teníamos una copia del Guernica colgada en la sala. Entonces en todas las casas del País Vasco había algún Guernica. Mis padres lo barnizaron y parecía que el cuadro era de verdad. Me acuerdo que yo pensaba que el verdadero Guernica estaba en nuestra casa y los que veía en las casas de mis amigos no eran más que copias del nuestro.
Mantuve más de una discusión en la escuela a propósito de este tema. Al final tuve que admitir que el de nuestra casa era igual que los otros, lo único que barnizado.
Pero es cierto, también, que a veces basta un poco de barniz para que las cosas parezcan verdaderas; un pequeño detalle, para convertir las cosas en otras.
Eso mismo hizo Picasso.”

© 2011 Araceli Cobos

13Mar/11

LA CASA EN MANGO STREET. SANDRA CISNEROS

LA LIBERTAD NO ESTÁ EN LA CASA EN MANGO STREET

“Cuando te vayas tienes que acordarte de regresar por los demás. Un círculo, ¿comprendes? Tú siempre serás Esperanza. Tú siempre serás Mango Street. No puedes borrar lo que sabes. No puedes olvidar quién eres. (…) Debes acordarte de regresar. Por los que no pueden irse tan fácilmente como tú.”
Esperanza Cordero busca, desde niña, la libertad. La libertad para salir de la pobreza, del miedo. La libertad para tomar sus propias decisiones,. Porque la libertad es lo que más anhela Esperanza, la protagonista de “La Casa en Mango Street”. Un libro que hay que leer. Imprescindible. Me ha sorprendido esta pequeña novela en su extensión, que no en su calidad, escrita por la autora estadounidense Sandra Cisneros, nacida en Chicago en 1954.
Esta historia recoge un año en la vida de una niña, casi una adolescente, Esperanza. Vive con su familia en Mango Street, un gueto chicano de Chicago. Vive en una casa pequeña, roja y destartalada. Su ilusión es escapar pronto de allí.
La escritora nos deja una serie de viñetas cortas que descubren la vida diaria del arrabal, como se comportan sus gentes, como hablan, como sufren, pero sin traumas. Es un relato delicado, irónico, real, auténtico.
Cisneros vive actualmente en San Antonio, Texas, en su famosa “Casa Morada” donde escribe y dedica parte de su tiempo a impartir talleres de escritura a autores latinos.
La novela se estudia tanto en escuelas como universidades de todo el país y ha sido traducida a multitud de idiomas.
Este libro, que hace un par se semanas encontré en un mercado de libros usados, aquí en Múnich, me ha hecho reforzarme en la idea de que uno no elige los libros que quiere leer, que también, sino que los libros, por alguna razón inexplicable, llegan a uno en el momento en que menos te lo esperas. Es como si cuando naciéramos, cada uno, el destino, le tuviera preparado los libros, que va a leer el resto de sus días. Porque los libros también marcan un poco nuestro camino. O al menos, y afortunadamente, se cruzan en nuestro camino, para no dejar de sorprendernos.
Aquí les dejo algunos fragmentos de esta novela exquisita.

“Nunca acabas de llenarte de cielo. Puedes dormirte y amanecer borracho de cielo, y del cielo puede cuidarte cuando andas triste. Aquí hay demasiada tristeza y no bastante cielo. También hay poquitas mariposas, flores y casi todas las cosas que son bellas. A pesar de eso, hacemos lo mejor con lo que tenemos.”

“Soy una hija fea. Soy la que nadie viene a buscar.
Nenny dice que no va a esperar toda su vida para que venga por ella un marido, que la hermana de Minerva dejó la casa de su madre teniendo un bebé, pero ella tampoco quiere ese camino. Quiere las cosas a su modo. Nenny tiene ojos bonitos y es muy fácil hablar así cuando eres bonita.
Mi madre dice que cuando yo crezca mi pelo polvoriento se aplacará y mi blusa aprenderá a mantenerse limpia. pero he decidido no crecer mansita como las otras. que ponen su cuello en la tabla de picar en espera de la cuchilla.
En las películas siempre hay una de labios rojos rojos que es bella y cruel. Es la que vuelve locos a los hombres y los espanta con sus risas. Su poder le pertenece. Ella no lo suelta.
He comenzado mi propia guerra silenciosa. Sencilla. Segura. Soy la que se levanta
se levanta de la mesa como los hombres, sin volver la silla a su lugar ni recoger el plato.”

Para Sandra Cisneros, su madre, fue, una de las mujeres más importantes de su vida. Ella la animaba, ella creía en ella. Ella le dio todos los deseos a Sandra y Sandra los convirtió en realidad. Creo que en el capítulo “Bien águila” está su madre.

“Yo pude haber sido alguien, ¿sabes?, dice mi madre y suspira. Toda su vida ha vivido en esta ciudad. Sabe dos idiomas. Puede cantar una ópera. Sabe reparar la tele. Pero no sabe qué metro tomar para ir al centro. La tomo muy fuerte de la mano mientras esperamos a que llegue el tren.
Cuando tenía tiempo dibujaba. (…) Algún día le gustaría ir al ballet. Algún día también, ver una obra de teatro. Pide discos de ópera en la biblioteca pública y canta con pulmones aterciopelados y poderosos como glorias azules.
Hoy, mientras cuece la avena, es Madame Butterfly hasta que suspira y me señala la cuchara de palo. Yo pude haber sido alguien, ¿sabes? Ve a la escuela, Esperanza. Estudia macizo. Esa Madame Butterfly era una tonta. Menea la avena. (…) Tienes que cuidarte solita, dice moviendo la cabeza.”

En el capítulo “Rosas de linóleo”, Cisneros deja claro, su preocupación por la libertad de las mujeres. Esa libertad, que muchas mujeres confunden y no llegan a alcanzar.

“Sally se casó como sabíamos que lo haría, joven e impreparada pero casada igual. (…) Ahora tiene su marido y su casa, sus fundas de almohada y sus platos. Dice que está enamorada, pero yo creo que lo hizo para escapar.
Sally dice que le gusta estar casada porque ahora puede comprarse sus cositas cuando su marido le da dinero. Está feliz, excepto algunas veces que su marido se pone furioso y una vez rompió la puerta cuando su pie pasó hasta el otro lado pero la mayoría de los días está okay. Excepto que no la deja hablar por teléfono. Y tampoco la deja asomarse a la ventana. Y como a él no le gustan sus amigos, nadie viene a visitarla a menos que él esté trabajando.
Se queda sentada en casa por miedo a salir sin permiso. Mira todas las cosas que son suyas: las toallas y el tostador, el reloj despertador y las cortinas. Le gusta mirar las paredes, con qué pulcritud se encuentran sus esquinas, las rosas en el linóleo del piso, el techo lisito como pastel de novia.”

© 2011 Araceli Cobos

08Mar/11

PARA DIVERTIRSE: UNAS GREGUERÍAS DE GÓMEZ DE LA SERNA

UNAS-GREGUERiAS-GoMEZ-DE-LA-SERNA

Fue el creador de la greguería. Tomó este nombre que significaba “algarabía” o “lenguaje incomprensible”, para llamar a unos apuntes breves que encierran, como dicen los expertos, una pirueta conceptual o una imagen insólita. Se llamaba Ramón Gómez de la Serna. Nació en Madrid en 1888 y murió en Buenos Aires en 1963.
¿Quién no conoce sus greguerías? A mí me parecen geniales. No me canso de leerlas. Por eso les dejo aquí alguna de ellas, para que las disfruten.

Las que a continuación señalo fueron escritas entre 1913 y 1936.

1. En otoño debían caer todas las hojas de los libros.

2. El rayo es una especie de sacacorchos encolerizado.

3. Las mariposas nacen de las calcomonías que pegan los niños en los cristales del invierno o en sus libros de estudio. ¡Qué enteras, qué coloridas y como en relieve salen! Así, en esa crisálida de calcomanía, esperan la primavera, y entonces se destacan en el aire y se van.

4. El cerebro es un paquete de ideas arrugadas que llevamos en la cabeza.

5. En los hilos del telégrafo quedan, cuando llueve, unas lágrimas que ponen tristes los telegramas.

6. En el canario se está viendo la yema del huevo de que salió.

7. La mejor prueba de que el billete de lotería no va a tocar es que no se lo queda el que lo vende.

8. Si el mar está limpio es porque se lava con todas las esponjas que quiere.

9. Para que vuelva a crecer el pelo, no hay otro medio que hacer un viaje al Peloponeso.

10. En la noche acústica, se oye a lo lejos a los trenes que pasan diciendo “que-te-cojo, que-te-cojo, que-te-cojo”, persiguiendo las distancias.

Con el nombre de vanguardia o vanguardias se conocieron en Europa diversos movimientos, que se oponían, frecuentemente, a la estética precedente y que proponían concepciones nuevas del arte y las letras.
Durante los años 20 y 30 se suceden a un ritmo muy rápido: El Expresionismo, Futurismo, Cubismo, Dadaísmo, Surrealismo,…
Gómez de la Serna, desde muy pronto, con su vida y con su obra, defendió la ruptura con las convecciones del momento y propugnó el arte de vanguardia. De su amplia y variada producción, sirva de ejemplo la greguería.

© 2011 Araceli Cobos