Archivos de la categoría: ESCRITORES

27Feb/11

CON DECIR VEINTE POEMAS DE AMOR NO HAY QUE DECIR NERUDA

VEINTE-POEMAS-DE-AMOR-NERUDA

No tengo que decir mucho, sólo “Veinte poemas de amor (número 20)” y se que a ustedes ya se les erizó el vello de sus brazos. Creo que es imposible que alguien no conozca este poema del gran escritor chileno Pablo Neruda (1904, 1973), pero, por si acaso, aquí les dejo como reclamo esta joya universal para que así abran a Neruda mil veces más.

“Puedo escribir los versos más tristes esta noche.

Escribir, por ejemplo: “La noche está estrellada,
y tiritan, azules, los astros, a lo lejos.”

El viento de la noche gira en el cielo y canta.

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Yo la quise, y a veces ella también me quiso.

En las noches como ésta la tuve entre mis brazos.
La besé tantas veces bajo el cielo infinito…

Ella me quiso, a veces yo también la quería.
Como no haber amado sus grandes ojos fijos.

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido.

Oír la noche inmensa, más inmensa sin ella.
Y el verso cae al alma como el pasto el rocío.

Qué importa que mi amor no pudiera guardarla.
La noche está estrellada y ella no está conmigo.

Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos.
Mi alma no se contenta con haberla perdido.

Como para acercarla mi mirada la busca.
Mi corazón la busca, y ella no está conmigo.

La misma noche que hacer blanquear los mismos árboles.
Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.

Ya no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise…
Mi voz buscaba el viento para tocar su oído.

De otro. Será de otro. Como antes de mis besos.
Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos.

Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero.
Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido…

Porque en noches como ésta la tuve entre mis brazos,
mi alma no se contenta con haberla perdido.

Aunque éste sea el último dolor que ella me causa,
y éstos sean los últimos versos que yo le escribo.”

Ahora les propongo un juego. ¿Qué versos del poema son sus preferidos? Yo me decanto por “Oir la noche inmensa, más inmensa sin ella”. Creo que éste es el que mejor expresa su dolor y el que descubre que aún la sigue queriendo. ¿Y ustedes que opinan?

Neruda, militante comunista, fue definido por Gabriel García Márquez como “el más grande poeta del siglo XX en cualquier idioma”. Entre sus múltiples reconocimientos destaca el Premio Nobel de Literatura en 1971.
Comenzó con una línea posmodernista con “Veinte poemas de amor y una canción desesperada” que data de 1924. Se incorporó más tarde a la vanguardia surrealista con “Residencia en la tierra” entre 1933-35, quizás su obra más importante.
Con “Canto general” (1950) encabezó una línea de poesía social y política.

No me digan que Neruda no tiene razón. En su poema “República” incluye estos versos que no podía dejar de escribir:

“Patria, palabra triste, como termómetro o ascensor”

© 2011 Araceli Cobos

20Feb/11

EL GRAN POETA DEL AMOR DEL 27, PEDRO SALINAS

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Pedro Salinas (Madrid, 1891, Boston 1951) creía que el amor se podía perfeccionar siempre, que los amantes podían ser perfectos. El amor, para Salinas, conllevaba un conocimiento lúcido del sentimiento. Muchos de sus poemas así lo reflejan y nos revelan que el estar enamorado dura un instante, quizás un sueño, pero después hay que trabajar, hay que luchar, si uno quiere, que ese instante perdure en el tiempo. ¡Qué sabio Salinas!
Poeta, profesor y crítico, el madrileño destaca, dentro de la Generación del 27, por su poesía amorosa, sobre todo gracias a dos libros claves: “La voz a ti debida (1933) y “Razón de amor” (1936).

Aquí les dejo un poema de “La voz a ti debida” titulado “Perdóname por ir así buscándote…”

“Perdóname por ir así buscándote
tan torpemente, dentro
de ti.
Perdóname el dolor, alguna vez.
Es que quiero sacar
de ti tu mejor tú.
Ese que no te viste y que yo veo,
nadador por tu fondo, preciosísimo.
Y cogerlo
y tenerlo yo en alto como tiene
el árbol la luz última
que le ha encontrado al sol.
Y entonces tú
en su busca vendrías, a lo alto.
Para llegar a él
subida sobre ti, como te quiero,
tocando ya tan sólo a tu pasado
con las puntas rosadas de tus pies,
en tensión todo el cuerpo, ya ascendiendo
de ti a ti misma.

Y que a mi amor entonces le conteste
la nueva criatura que tú eras.”

© 2011 Araceli Cobos

15Feb/11

SI EL HOMBRE PUDIERA DECIR…, DECÍA LUIS CERNUDA

SI-EL-HOMBRE-PUDIERA-DECIR-LUIS-CERNUDA

“Si el hombre pudiera decir lo que ama,
si el hombre pudiera levantar su amor por el cielo
como una nube en la luz;
si como muros que se derrumban,
para saludar la verdad erguida en medio,
pudiera derrumbar su cuerpo, dejando sólo la
verdad de su amor,
la verdad de sí mismo,
que no se llama gloria, fortuna o ambición,
sino amor o deseo,
yo sería al fin aquel que imaginaba;
aquel que con su lengua, sus ojos y sus manos
proclama ante los hombres la verdad ignorada,
la verdad de su amor verdadero.

Libertad no conozco sino la libertad de estar
preso en alguien
cuyo nombre no puedo oír sin escalofrío;
alguien por quien me olvido de esta existencia
mezquina,
por quien el día y la noche son para mí lo que
quiera,
y mi cuerpo y espíritu flotan en su cuerpo y espíritu,
como leños perdidos que el mar anega o levanta
libremente, con la libertad del amor,
la única libertad que me exalta,
la única libertad por que muero.

Tú justificas mi existencia:
si no te conozco, no he vivido;
si muero sin conocerte, no muero, porque no he
vivido.”

Este poema titulado “Si el hombre pudiera decir…”, escrito en 1931 y recogido en la obra “Los placeres prohibidos”, pertenece al escritor sevillano Luis Cernuda (Sevilla 1902, México, D.F 1963), que reunió todos sus libros bajo un título global y muy revelador: “La realidad y el deseo”. Así era su vida una continua batalla entre la realidad del mundo que le rodeaba, los límites que ésta le imponía y su verdadero anhelo, su deseo. Fue un inadaptado, un solitario, un dolorido. Ese carácter explica el porqué de su singularidad dentro del grupo de poetas de la generación del 27. Al comienzo, compartió con ellos algunas de las tendencias de éstos como el surrealismo o la poesía pura, pero pronto se desmarcó y edificó sus versos con sobriedad y gran profundidad.
Sin duda, Cernuda ocupa uno de los más altos puesto de la lírica española del siglo XX.
Leer a Cernuda es un placer muy doloroso.

“No es nada, es un suspiro,
pero nunca sació nadie esa nada
ni nadie supo nunca de qué alta roca nace.

Ni puedes tú saberlo, tú que eres
nuestro afán, nuestro amor,
nuestra angustia de hombres;
palabra que creamos
en horas de dolor solitario.

Un suspiro no es nada,
como tampoco es nada
el viento entre los chopos,
la bruma sobre el mar
o ese impulso que guía
un cuerpo hacia otro cuerpo.

(…)

Sombra, si tú lo sabes, dime;
deja el hondo fluir
libre sobre su margen invisible,
acuérdate del hombre que suspira
antes de que la luz vele su muerte,
vuelto él también de aire,
suspiro entre tus manos poderosas.”

Este poema de “Invocaciones” (1934-35), titulado “No es nada, es un suspiro”, empieza con una frase conversacional, esa frase con la que respondemos a alguien que nos oye suspirar. Cernuda, a partir de ahí, teje con sus versos su dolor, su anhelo, su vida.

© 2011 Araceli Cobos

11Feb/11

MIGUEL MIHURA. TRES SOMBREROS DE COPA

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Supongo que uno nunca olvida aquella primera obra de teatro que fue a ver siendo aún un niño o un adolescente. Yo recuerdo que la mía fue “Tres sombreros de copa” de Miguel Mihura en el precioso teatro Arriaga de Bilbao.
Miguel Mihura (Madrid, 1905, 1977) es, sin duda, el mejor ejemplo del buen teatro cómico de posguerra. “Tres sombreros de copa” es un hito fundamental del teatro actual. Se estrenó en 1953, sin éxito de público: su humor aún resultaba demasiado “nuevo”. Los diálogos están llenos de disparates y divertidos absurdos. Con el tiempo, el madrileño se acercó más a los gustos del público y obtuvo éxitos, que aunque no alcanzaron la altura de la obra citada, fueron deliciosos igualmente, como por ejemplo: “Maribel y la extraña familia”.
Como nadie es perfecto, durante la Guerra Civil, se refugió en San Sebastián con el bando nacional y militó en la Falange Española. Allí fue director de una revista de propaganda para los soldados del frente. Más tarde, en 1941, esta revista se convertirá en “La Codorniz”, considerada como el estandarte paródico de las convecciones sociales del momento.
A partir de la década de los cincuenta se produce ese cambio en la obra de Mihura que antes explicaba, la sátira se impone sobre el humor.
Participó en el guión de la película “Bienvenido, Mister Marshall en 1942 junto a Bardem y Berlanga.
Pero dejando a un lado sus amores políticos, nos centramos en el escritor y en su obra. Aquí les dejo un fragmento de “Tres sombreros de copa”. Si la abren se divertirán.

Dionisio es un joven bastante tímido que vive en un ambiente clásico y algo aburrido. Pronto va a casarse de una forma, convencional, como tiene que ser. Pero algo inesperado le va a suceder. La noche anterior, en el hotel donde se hospeda, coincide con una estrafalaria compañía de “music- hall”. Y surge lo que nadie podría imaginar, al lado de Paula, una bailarina de la compañía que le descubre otra forma de vivir, otro mundo. ¿Tendrá Dionisio valor para seguir a Paula?
El fragmento que les escribo a continuación pertenece al acto III, poco después de que Paula se haya enterado que Dionisio está prometido y va a casarse.

“DIONISIO: ¿Has tenido muchos novios?
PAULA: ¡Un novio en cada provincia y un amor en cada pueblo! En todas partes hay caballeros que nos hacen el amor… ¡Lo mismo es que sea noviembre o que sea en el mes de abril! ¡Lo mismo que haya epidemias o que haya revoluciones… ! ¡Un novio en cada provincia…! ¡Realmente es muy divertido…! Lo malo es, Dionisio, lo malo es que todos los caballeros estaban casados ya, y los que aún no lo estaban escondían ya en la cartera el retrato de una novia con quien se iban a casar…. Dionisio, ¿por qué se casan todos los caballeros…? ¿Y por qué, si se casan, lo ocultan a las chicas como yo…? ¡Tú también tendrás ya en la cartera el retrato de una novia…! ¡Yo aborrezco las novias de mis amigos…! Así no es posible ir con ellos junto al mar… Así no es posible nada… ¿Por qué se casan todos los caballeros…?
DIONISIO: Porque ir al fútbol siempre, también aburre.
PAULA: Dionisio, enséñame el retrato de tu novia.
DIONISIO: No.
PAULA: ¡Qué más da! ¡Enséñamelo! Al final lo enseñan todos….
DIONISIO: (Saca una cartera. La abre. Paula curiosea.): Mira…
PAULA (Señalando algo): ¿Y esto? ¿También un rizo de pelo…?
DIONISIO: No es de ella. Me lo dio madame Olga… Se lo cortó de la barba, como un pequeño recuerdo… (Le enseña una fotografía) Éste es su retrato, mira…
PAULA (Lo mira despacio. Después.): ¡Es horrorosa Dionisio…!
DIONISIO: Sí.
PAULA: Tiene demasiados lunares…
DIONISIO: Doce. (Señalando con el dedo). Esto de aquí es otro…
PAULA: Y los ojos son muy tristes… No es nada guapa, Dionisio…
DIONISIO: Es que en este retrato está muy mal… Pero tiene otro, con un vestido de portuguesa, que si lo vieras…(Poniéndose de perfil con un gesto forzado) Está así…
PAULA: ¿De perfil?
DIONISIO: Sí. De perfil. Así.
PAULA: ¿Y está mejor?
DIONISIO: Sí. Porque no se le ven más que seis lunares.
PAULA: Además, yo soy más joven…
DIONISIO: Sí. Ella tiene veinticinco años…
PAULA: Yo, en cambio… ¡Bueno! Yo debo de ser muy joven, pero no sé con certeza la edad mía… Nadie me lo ha dicho nunca… Es gracioso, ¿no? En la ciduad vive una amiga que se casó… Ella también bailaba con nosotros. Cuando voy a la ciudad siempre voy a su casa. Y en la pared del comedor señalo con una raya mi estatura. ¡Y cada vez señalo más alta la raya…! ¡Dionisio, aún estoy creciendo…! ¡Es encantador estar creciendo todavía…! Pero cuando la raya no suba más alta, esto indicará que he dejado de crecer y que soy vieja… Qué tristeza entonces, ¿verdad? ¿Qué hacen las chicas como yo cuando son viejas…? (Mira otra vez el retrato.) Yo soy más guapa que ella…!
DIONISIO: ¡Tú eres mucho más bonita! ¡Tú eres más bonita que ninguna! Paula, yo no me quiero casar. Tendré unos niños horribles… ¡y criaré el ácido úrico…!”

© 2011 Araceli Cobos

06Feb/11

DESPISTES Y FRANQUEZAS DE BENEDETTI Y MUCHO MÁS

DESPISTES-Y-FRANQUEZAS-DE-BENEDETTI

Mario Benedetti (Paso de los Toros, Uruguay, 1920- Montevideo, Uruguay, 2009) es uno de los pocos escritores que me ha hecho llorar. Fue hace mucho, por culpa de su libro “Despistes y franquezas”. Dentro de este libro, precioso, completo, irónico, inteligente e imprescindible, se encuentra el relato “Pacto de sangre”. Este relato, que cada vez que lo leo, me sigue haciendo llorar y reir, pero más llorar, trata de un abuelo que vive postrado en una cama en casa de su hija y su yerno. Ellos creen que no habla, pero su nieto, Octavio, descubre que puede hacerlo. Desde ese momento deciden guardar el secreto y hacen un pacto de sangre. El abuelo, que no sabe que hacer con las horas que pasa tumbado, imagina cuentos para su nieto hasta que ocurre algo inesperado. El relato es todo ironía y ternura , no se lo pierdan.
Aquí les dejo un par de fragmentos:

“Viene mi hija por la mañana temprano y no me dice qué tal papá sino qué tal abuelo, como si no proviniera de mi prehistórico espermatozoide. Viene mi yerno al mediodía y dice qué tal abuelo. En él no es una errata sino una muestra de afecto, que aprecio como corresponde, ya que él procede de otro espermatozoide, italiano tal vez puesto que se llama Aldo Cagnoli. Qué bien, me acordé del nombre completo. A uno y a otro les respondo siempre con una sonrisa, un cabeceo conformista y una mirada lacrimosa como de costumbre, pero inteligente. Esto me lo estoy diciendo a mí mismo, de modo que no es vanidad ni presunción ni coquetería senil, algo que hoy se lleva mucho.”

“Ducharme no. Eso no podría hacerlo sin ayuda, pero para mi higiene general viene una vez por semana (me gustaría que fuese más frecuente, pero al parecer sale muy caro) el enfermero y me baña en la cama. No lo hace mal. Lo dejo hacer, qué más remedio. Es más cómodo y además tiene una técnica excelente. Cuando al final me pasa una toalla húmeda y fría por los testículos, siento que eso me hace bien, salvo en pleno invierno. Me hace bien, aunque, claro, ya nadie puede resucitar al muerto. A veces, cuando voy al baño, miro en el espejo mis vergüenzas y nunca mejor aplicado el término. Mis vergüenzas. Unas barbas de chivo, eso son.”

El relato “Miles de ojos”, que trata de la vida cotidiana de un ex torturador es muy interesante. “Triángulo isósceles” habla de la ex actriz Fanny Araluce y como se las ingenia para demostrar que es una gran actriz. Fántastico también. Por cierto este relato me recordó a uno de Oscar Wilde titulado “La actriz” igual de brillante e interesante. En “El ruido y la imagen” se alaba a la palabra escrita por encima de la imagen, una gran reflexión. “El Niño Cinco Mil Millones”, por su realismo es duro e impactante. “El puercoespín mimoso” es entretenido y gracioso. Y así puede uno seguir hablando de tantos despistes y tantas franquezas del genial Benedetti.
También se incluyen en esta obra varios poemas de los que dejo aquí algunos versos:

De “Cava memorias”:

La soledad es un desierto
está en litigio
no tiene sombra
y es puro hueso.”

De “La roca”:

“La indiferencia de la roca
me conmueve y me aplaza.

(…)

no obstante apuesto a que
la indiferencia de la roca
quiere comunicarnos
una alarma infinita.”

De “Enigmas”:

“Todos tenemos un enigma
y como es lógico ignoramos
cuál es su clave su sigilo
rozamos los alrededores
coleccionamos los despojos
nos extraviamos en los ecos
y los perdemos en el sueño
justo cuando iba a descifrarse.”

Benedetti perteneció a la Generación del 45. Tras el Golpe de Estado en Uruguay en 1973 debe abandonar el país y se exilia a Buenos Aires, posteriormente a Perú, Cuba y Madrid. Su obra, extensísima, abarcó la narrativa, el drama y la poesía. Su voz recitando sus poemas fue grabada en varias ocasiones en compañía de Daniel Viglietti. Joan Manuel Serrat musicalizó varias de sus poesías en el disco “El sur también existe”.

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© 2011 Araceli Cobos

30Ene/11

RAMIRO PINILLA. LA GRAN GUERRA DE DOÑA TODA

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Pocos libros son capaces de reunir, a la vez, inteligencia, ironía, humor y hasta un poquito de historia. Hay un libro especial al que tengo muchísimo cariño. Cariño por muchas razones que luego explicaré. Lo he leído en varias ocasiones y siempre me ha sorprendido. El libro lo escribió Ramiro Pinilla (Bilbao, 1923) en 1978. Pinilla es, simplemente, un genio de la literatura, un señor de la literatura, al que me encantaría conocer. “La gran guerra de Doña Toda”, la obra de la que quiero escribir hoy, debería ser de obligada lectura en los intitutos o en las universidades. Dicen que uno se ríe mucho con “El Quijote”, pero si ustedes tienen la oportunidad de abrir alguna vez “La gran guerra de Doña Toda” no podrán parar de sonreir. En mi opinión, es una obra maestra.
No es Ramiro Pinilla un escritor del que se hable mucho, ni tan siquiera su obra está reconocida como debería. Sin duda, no se le ha hecho la suficiente justicia a este domador de frases y de la palabra, a este sastre que escribe fino. Es cierto, que entre sus logros, figuran el Premio Nadal por “Las ciegas hormigas”, que recibió también el Premio de la Crítica. Y es verdad que quedó finalista del Premio Planeta con “Seno”, y que tiene el Premio Nacional de Narrativa por “Verdes valles, colinas rojas III” y otros premios, pero…no sé, falta más. Falta que Ramiro Pinilla sea un nombre imprescindible en las letras españolas, porque su obra lo merece.
Les dejo con un poco de “La gran guerra de Doña Toda”. Después de leerla nunca la olvidarán. Me atrevería a decir que la cogerán hasta cariño.

El libro comienza así:

“Doña Toda Garzea quedaría en la memoria de las generaciones como Señor de Vizcaya y Pariente Mayor, Juntero de las Juntas de Gernika e incluso Patriarca, porque también antepuso su apellido a los de sus esposos para que los Garzea siguieran siendo los Garzea. Llegaría a controlar los mundos religioso, militar y social de medio País y a pesar doscientos kilos. Tanta iba a ser su necesidad de sentir cerca el mar, que al cumplir los cien años la empezó a pedir, y tres décadas después su hijo Ombecco, de noventa y dos años, viajó con una expedición a la costa y le trajo una ballena oliendo a salitre. Sufriría en la torre de los suyos un asedio de cincuenta y siete años, cinco meses y once días, y tendría sesenta y nueve hijos, casaría veinticuatro veces y se comería, uno a uno y por hambre, a sus veinticuatro maridos, pero a sus trece años se había enamorado como una flor.”

Toda Garzea es hija del conde Errando Garzea y la condesa Maxepa de Ugarte. Los Garzea, familia numerosísima, viven en una torre sitiada por los Jaunsolos, otra estirpe vasca de los alrededores.
En la torre de los Garzea todo está dispuesto para celebrar un bautizo al que va a acudir todo el tronco familiar, incluso un primo lejano que viene de las Américas donde anda buscando la leyenda del Potosí. Toda se enamora perdidamente de este individuo llamado Gabín.
Tanto es su amor por el, tantas son las ganas de retenerlo que decide hacer algo monstruoso. Toda avisa a los Jaunsolos del bautizo. Según les comunica sería la manera perfecta de acabar con toda la estirpe de los Garzea de un plumazo. La única condición que pone la muchacha es no tocar a Gabín.
Aquí comienzan todas las alegrías para Toda y todas las desgracias para los Garzea. Toda sólo piensa en su futura boda y en Gabín. Ha mandado a paseo todo, su estirpe, su apellido, el honor,…pero no es tan fácil quitarse la historia y los sentimientos que van unidos a la sangre. ¿Lo conseguirá? ¿Qué ocurrirá en la torre de los Garzea? Ni se lo imaginan, las historias más disparatadas, divertidas, e inimaginables que ustedes hayan podido pensar nunca.
El libro tiene tantas lecturas… Sin duda la irónica me interesa mucho. El humor con el que Pinilla habla del orgullo de los apellidos, de pertenencia a una familia. El escritor vasco quiere quitar, a través de Doña Toda una venda de los ojos con humor, con inteligencia. La torre es el mundo de Toda, su vida, su sangre, sus horizontes. Por eso, el libro acaba con una frase que abre los ojos de todos, sobre todo del que los quiera abrir. Toda, al final de su vida, se plantea si todo lo que ha hecho por orgullo y estupidéz ha merecido la pena. Su mundo ha sido muy pobre encerrada en la torre firme y orgullosa. A ella le hubiera gustado ver el mar. Si, eso es lo que a ella le hubiera gustado.

“…justo cuando moría Doña Toda sin cerrar lo ojos, para, muerta, poder seguir viendo la ballena, pues una vida empedrada de supercherías le había impedido ver la verdad de la mar.”

Toda ha vivido en su todo, pero este todo era una gran mentira llena de orgullo, el orgullo de los Garzea.

Aquí transcribo algunos párrafos del libro. Este se refiere a cuando doña Toda decide tener muchos hijos para que la estirpe continúe.

“Hacia el año quince del Sitio resultó claro para todos que los hijos de Doña Toda no salían tan brillantes como al principio, por mucho que se le llevaran a la madre las mejores ratas cocidas, de las que Gabín también consumía una pequeña porción, pues ella, en su mezcla de locura y amor y de responsabilidad por traer guerreros para las almenas, requería al esposo a todas horas para el lecho, llamándolo en los momentos más intempestivos con un cuerno donado por Don Xerbaxo. (…) El alimento fundamental para los sitiados llegó a reducirse al musgo de los muros, que lo tomaban como ensalada, y los más conscientes habían de defender con ferocidad las ratas que se cazaban del apetito general para ofrendárselas a Doña Toda. No le bastaban. La veían adelgazar por momentos, y a su leche, antes tan amarilla y cremosa, adquirir las características del agua.”

Doña Toda, ante las necesidades, decide matar a su marido para comérselo y así seguir alimentando a sus hijos.

“Se amaron como dos poseídos. Durante varias horas se olvidaron del mundo. En lo más alto del paroxismo, Doña Toda buscó a tientas la espada, y empuñándola, abrazó a Gabín. Se la hundió tiernamente en la espalda, en la línea exacta del corazón, sin que él, borracho de amor, sintiera la punzada. Por el contrario, lanzó el gran suspiro del macho en la apoteósis de la entrega. (…) Luego lo partió en trozos con la misma espada, encendió fuego y lso ahumó, depositándolos amorosamente en un gran arcón repleto de sal, que llevaba allí meses preparado al efecto.”

El sitio continúa y Doña Toda se va quedando sin hombres para procrear.

“Ellos eran demasiado felices para sentirse heridos. Eran tan felices como los enamorados cuando se quedan solos. Habían visto tales cosas allí dentro, se habían identificado tanto con los anteriores maridos de su madre, la habían visto devorar a unos padres que, con un poco de suerte, podían haber sido ellos mismos, que todos habían empezado a desearla desde los tres años. Las peregrinaciones a la cámara nupcial dejaron de tener un carácter místico para ser rotúndamente eróticas. Los hijos de Doña Toda, tanto adolescentes como niños, rodeaban el lecho en que la madre, que ya pesaba ciento setenta y cinco kilos, amamantaba a dos pechos sus últimos partos, y extendían el brazo para tocarle la carne blanca, adiposa e interminable. Cuando se ponían demasiado pesados, ella se los apartaba a manotazos, aunque sin imaginar qué fondo encerraba su intención. De modo que, al descubrirlo en aquellas miradas del año cuarenta y cuatro del Sitio, se escandalizó como una novicia. Estaba, una vez más, viuda. Sorprendió a sus diecinueve hijos, en un rincón de la cámara, jugándosela a las canicas.”

Es muy divertido como trata el escritor vasco el tema de las Juntas. Cuando los junteros se reúnen bajo el árbol de Gernika para tratar de los asuntos que conciernen al territorio y sus vecinos, y como ironiza sobre estos temas. En una ocasión se plantean la adquisición de un semental gallego, pero finalmente lo rechazan, por eso mismo, por ser gallego, o la elección de un jardinero para cuidar del árbol. En este tema no llegan tampoco a un acuerdo porque el jardinero no tenía apellidos vascos. Toda una historia difícil de olvidar, la genial guerra de Doña Toda. Y que cada uno saque las lecturas que quiera.

Al principio mencionaba que tengo a este libro mucho cariño por diferentes razones. Además de porque me gusta este escritor vasco y lo bien que está escrita la novela, quiero destacar aquí que el libro llegó a mis manos gracias a un profesor de literatura que tuve en la Universidad del País Vasco mientras realizaba mis estudios de Periodismo. Este profesor se llamaba Felix Menchacatorre Egaña. Inteligentísimo, irónico, amable y buenísima persona nos invitaba a leer obras maestras y gracias a él yo conocí la obra de Pinilla, de Poe o de Stendhal, por nombrar algunos. Años después lo volví a encontrar, por casualidad, andando por el paseo de La Concha en San Sebastián. Por supuesto, él no se acordaba de mi, pero le saludé y le paré para darle las gracias por todo lo que me había enseñado. Sentía la necesidad de hacerlo y así lo hice. Me sonrió, me deseó lo mejor y se alegró de que le agradeciera algo que para él era normal, ayudar y enseñar a sus alumnos. ¡Qué gran profesor! Muchísimas gracias por enseñarme tanto allá donde estés.
Félix Menchacatorre, natural de Getxo murió en 2008 mientras realizaba el Camino de Santiago al frente de un grupo de alumnos, a los 59 años. Era licenciado en Derecho por la Universidad de Deusto, y se doctoró en Literatura Española en la Universidad de Cincinnati. Llevaba más de 25 años en los programas de USAC (Univesity Studies Abroad Consortium) de los que era el máximo responsable.

© 2011 Araceli Cobos