15Feb/10

EL CARTERO DEL REY. TAGORE

AMAL-ESPERA-UNA-CARTA-DEL-REY

“El cartero del Rey” es la obra de teatro más conocida de Rabindranath Tagore. Una pieza que no nos dejará indiferentes al abrirla. El protagonista es Amal, un niño enfermo que no puede salir de casa y que espera con impaciencia e ilusión una carta del Rey.
Mientras pasa los días en casa, alejado del viento y el sol del otoño, como el médico le ha aconsejado, se divierte mirando a través de la ventana y conversando con la gente que pasa. Habla con el lechero y entonces sueña con ser pregonero de quesos en cuanto se recupere, y también sueña con subir a las colinas, y repartir cartas, y con mil sueños más, como el de repartir flores con Sada, la hija de la florista.
Su padre adoptivo, Madav, sabe lo que le espera al niño. Sufre cuando ve que Amal, ajeno a todo, sigue soñando, sigue feliz.

“AMAL.-¡Me gustaría ser una ardilla! ¡Sería estupendo! ¿Por qué no me dejas salir, tío?

MADAV.-El médico dice que no es bueno para ti.

AMAL.-¿Cómo lo puede saber él?

MADAV.-¡Qué cosas dices! ¿Cómo no lo va a saber con la cantidad de libros que ha leído?

AMAL.-¿Y sus libros lo dicen todo?

MADAV.-¡Pues claro; no lo sabes tú bien!

AMAL.-(Suspirando)-¡Ay, soy tan bobo! Como no leo libros…

MADAV.-Pues entérate bien: las personas muy, muy instruidas hacen como tú; no salen nunca de casa.

AMAL.-¿De verdad que no salen?

MADAV.-No. ¿Cómo van a salir? De la mañana a la noche están dale que dale a sus libros, y no tienen ojos para nada más. Cuando seas mayor, caballerete, vas a ser una persona instruida. Estarás siempre metido en casa, leyendo unos libros muy gordos, y la gente que te conozca se quedará maravillada de tu sabiduría.

AMAL.-No, no, tío, por favor; por lo que tú más quieras. No me gusta eso de ser una persona instruida. ¡No quiero!
MADAV.-¿Pues sabes lo que te digo? A mí me hubiera encantado ser una persona instruida.

AMAL.-A mí no. Yo prefiero ir a todas partes y ver todo lo que haya que ver.

Esta pequeña obra de teatro es otra joya más de Tagore. Es dulce y triste, e incluso cruél. Amal es el único que no sabe que su vida está acabando, por eso no sufre, por eso aún sueña, por eso aún es feliz, y sin embargo el lector, que enseguida coge cariño a este niño inventado, no puede evitar entristecerse, porque también él, como su padre adoptivo, sabe la realidad.
El final de la obra, es uno de los finales más hermosos de todas las piezas teatrales que he leído hasta ahora. Sada, la hija de la florista, en una de las ocasiones que Amal se ha encontrado con ella, ha prometido al chico que un día, cuando acabe de recoger las flores, irá a visitarle. Amal está emocionado y le pide a la niña que no se olvide de él. Sada le asegura que no lo hará. “No te olvidaré, ya lo verás”, le contesta.
Por eso en la escena décima…

SADA.-¡Amal!

MÉDICO REAL.-Está dormido.

SADA.-Le traigo unas flores. ¿Puedo ponérselas entre sus manos?

MÉDICO REAL.-Si, pónselas.

SADA.-¿Cuándo se despertará?

MÉDICO REAL.-En cuanto venga el Rey y le llame.

SADA.-¿Le dirás al oído una cosa de mi parte?

MÉDICO REAL.-¿Qué quieres que le diga?

SADA.-Dile que Sada no le ha olvidado.

© 2009 Araceli Cobos

10Feb/10

¿QUE HARÁN LOS NIÑOS?

YASUTAKA-TSUTSUI-JAPoN-A-CONTRACORRIENTE

¿Qué harán los niños sin estrellas?
Irán en busca de claras de huevo,
irán en busca de espuma de ola,
irán en busca de copos de nieve,
de cartulinas que hay en la escuela.

¿Qué harán los niños sin flores?
Irán en busca de tela olvidada,
irán en busca de hilos muy finos,
irán en busca de palitos verdes,
irán en busca de olores perdidos.

¿Qué harán los niños sin sol?
Irán en busca de fuego,
irán en busca de una hoguera,
irán en busca de un rayo
para que caiga en la tierra.

¿Qué harán los niños sin mar?
Irán en busca de todos los ríos,
irán en busca de todas las fuentes,
irán en busca de oasis de cuento,
y llorarán si no es suficiente.

© 2009 Araceli Cobos

05Feb/10

YASUTAKA TSUTSUI. ESTOY DESNUDO

QUE-HARaN-LOS-NInOS
Yasutaka Tsutsui (Osaka, 1934) es, sin duda, un polémico y brillante escritor japonés. Sus obras cargadas de humor negro y de contenido satírico no dejan a nadie indiferente. Tsutsui es uno de los escritores de ciencia ficción más famosos de Japón. Podemos abrir algunos de sus libros gracias a Ediciones Atalanta, que ya en el año 2008 publicaba “Hombres salmonela en el planeta porno” y ahora la editorial ha pedido al autor que seleccionase los que, a su juicio, eran sus mejores cuentos y así ha nacido el volumen “Estoy desnudo”.
En “Estoy desnudo” se agrupan ocho cuentos insólitos. Por ejemplo el que da título al volumen nos cuenta la historia de Yasuko, una mujer casada, y Takashi, un trabajador de élite en una empresa de prestigio. La pareja que mantiene un romance en secreto se ha citado en un hotel, pero un fuego les sorprende dentro y tendrán que abandonar su nido de amor rápidamente. Lo que sucede después es tan sorprendente y cómico como irracional y triste.
El propio Takashi se pregunta:

“¿Por qué una persona como yo, guapísimo, inteligente y de la élite que normalmente me encargaba de hacer transacciones de entre decenas de millones y varios cientos de millones de yenes y que, a veces, volaba al extranjero, donde me manejaba en un inglés fluido, tenía que debatirse en eta situación física con sólo unos calzoncillos.”
Esta es la única pista que puedo dar. El cuento hay que leerlo y les garantizo un buen rato de diversión.
Otro de los cuentos el titulado “El peor contacto posible” nos presenta a los “magumagus” seres de un lugar llamado Magumagu. Ellos quieren contactar con los terrícolas y un hombre debe ser el representante de la Tierra. Tienen que convivir una semana juntos para estudiar los usos y costumbres de cada uno. Es indispensable que el representante de la Tierra esté dotado de un gran sentido común. Así Takemoto, el terrícola y Kerara el magumagu se encuentran garantizando sorpresas al lector.
Kerara reflexiona así es una de las conversaciones que mantiene con Takemoto:

“En el punto en que colisionan el sentido común con el mismo sentido común nace una nueva civilización, ¿no te parece? De la mezcla mutua de las diferentes costumbres se puede obtener una nueva cultura. ¿Estás de acuerdo?.”

El objetivo de Kerara es matar al terrícola:

“Kerara me había golpeado con todas sus fuerzas y había puesto veneno en mi comida, y, en ambos casos, había estado a punto de matarme, pero a lo mejor los magumagus eran una tribu que sentía placer jugando con la muerte. Desconocía si habían establecido de verdad un dualismo; los terrícolas, por ejemplo, tenemos dos grandes impulsos representados en Eros y Tánatos. Según esto, la pulsión de vida es tanto de amor como de hambre, y se manifiesta abiertamente. Sin embargo, la pulsión de muerte permanece oculta inconscientemente, y sólo muy de tarde en tarde aflora con ímpetu. Por el contrario, quizá los magumagus tuvieran tendencia a regocijarse cuando se desencadena un impulso hacia la muerte del interlocutor.”

Se agradece en Tsutsui su prosa directa, irónica, clara, transparente. No tiene miedo, escribe sin prejuicios, sin ganas de embellecer el texto, sin ganas de ser preciosista, y consigue ser único, fresco y auténtico. Además de divertido, puede ser cruél también pero en todos los casos su prosa es valiente e inteligente.

En otro momento Kerara dice:

“La sorpresa que sorprende basándose en intenciones destinadas a sorprender no es una sorpresa de verdad y, puesto que una gran parte de las sorpresas que nos depara la vida son de ese tipo, en ese caso no se trataría de algo sorpresivo, sino más bien de algo que está llamado a ponernos en aprietos.”

“La ley del talión” describe, con bastante crueldad la historia de un fugitivo que ha entrado a una casa de un hombre y allí se ha atrincherado. El hombre vuelve de trabajar y no sabe nada hasta que ve como los medios de comunicación se abalanzan sobre él en busca de algún dato que aclare lo que está pasando en su casa. Su mujer y su hijo han sido tomados como rehenes, ¿por qué?, sin duda hay que abrir este cuento también por su singularidad.
Al estilo Agatha Christie en “Diez negritos”, pero con el sello Tsutsui, el cuento “Maneras de morir” nos cuenta como un “oni”, personaje típico de cuentos y fábulas japonesas, llega a una empresa y va matando a sus empleados.
Por último destacaré “El día de la pérdida”. Warai, un chico de 24 años que aún no ha tenido relaciones sexuales, está ilusionado porque a Keiko, una compañera de trabajo, le gustaría tener relaciones con él.
“…Warai no tenía la mente allí, sino que sus expectativas y su imaginación estaban puestas en el placer que iba a sentir aquella noche. En medio de esa ilusión, Warai ya se había quitado la ropa, incluidos los calzoncillos nuevos, y estaba completamente desnudo. Jadeando violentamente, alargó sus manos temblorosas hasta el vestido de Keiko, dispuesto a quitárselo. Pero lo que a él le resultaba más complicado era no saber qué tipo de vestido llevaría Keiko.”

© 2009 Araceli Cobos

01Feb/10

PLATERO, EL BURRILLO DE ALGODÓN DE JUAN RAMÓN JIMÉNEZ

PLATERO-EL-BURRILLO-DE-ALGODoN
Se puede decir que “Platero y yo” es el mejor conjunto de poemas en prosa de la literatura española, y también que es una elegía andaluza, o una autobiografía lírica. Traducido a las más importantes lenguas de la cultura, es un libro, que una vez abierto va directamente al corazón. Juan Ramón Jiménez (1881, Moguer, 1958, Puerto Rico) lo escribió casi en su totalidad entre 1906 y 1912.
Hay capítulos inolvidables en esta obra, pero yo quiero destacar, el primero, titulado “Platero”, por la bella descripción que hacer el escritor del burrillo.
“Platero es pequeño, peludo, suave; tan blando por fuera, que se diría que todo de algodón, que no lleva huesos. Sólo los espejos de azabache de sus ojos son duros cual dos escarabajos de cristal negro.(…) Es tierno y mimoso igual que un niño, que una niña…; pero fuerte y seco por dentro, como de piedra.”
Es preciosa esta descripción. Ya intuímos el profundo amor que siente el hombre por Platero. Cuando Platero muere, uno de los últimos capítulos titulado “Melancolía”, nos deja esa ternura latente aún:

“-¡Platero amigo!, le dije yo a la tierra; si como pienso, estás ahora en un prado del cielo y llevas sobre tu lomo peludo a los ángeles adolescentes, ¿me habrás, quizá, olvidado? Platero, dime: ¿te acuerdas aún de mí? Y, cual contestando a mi pregunta, una leve mariposa blanca, que antes no había visto, revolaba insistentemente, igual que un alma, de lirio en lirio…”
En el “Moridero”, ya deja claro el escritor andaluz, lo que Platero significa para él.
“Tú si te mueres antes que yo, no irás Platero mío, en el carrillo del pregonero, a la marisma inmensa, ni al barranco del camino de los montes, como los otros pobres burros, como los caballos y los perros que no tienen quien los quiera.(…) Vive tranquilo Platero. Yo te enterraré al pie del pino grande y redondo del huerto de la Piña, que a tí tanto te gusta. Estarás al lado de la vida alegre y serena. Los niños jugarán y coserán las niñas en sus sillitas bajas a tu lado. Sabrás los versos que la soledad me traiga. Oirás cantar a las muchachas cuando lavan en el naranjal y el ruido de la noria será gozo y frescura de tu paz eterna. Y, todo el año, los jilgueros, los chamarices y los verdones te pondrán, en la salud perenne de la copa, un breve techo de música entre tu sueño tranquilo y el infinito cielo de azul constante de Moguer.”
Hay capítulos muy bellos como “La Azotea”, o “Idilio de abril”, y otros duros como “La tísica” o “Lord”. En este último el premio nobel de Literatura habla de un perro que tuvo. Está claro el amor que sentía el escritor por los animales, el sufrimiento que sentía por los más débiles. Lejos de esa imagen de hombre serio y frío, el andaluz universal, se presenta, al lado de Platero, como un hombre tierno, que no es ajeno al sufrimiento de los demás, que tiene un gran corazón, que ama a su tierra y a Moguer pero también al mundo entero. Así lo demostró a lo largo de su vida.
Volveré a él con sus poesías, hasta entonces me quedo con este hermoso párrafo del capítulo “La luna”.

“Platero acababa de beberse dos cubos de agua con estrellas del pozo del corral, y vovía a la cuadra, lento y distraído, entre los altos girasoles. Yo le aguardaba en la puerta, echado en el quicio de cal y envuelto en la tibia fragancia de los heliotropos.
Sobre el tejadillo, húmedo de las blanduras de setiembre, dormía el campo lejano, que mandaba un fuerte aliento de pinos. Una gran nube negra, como una gigantesca gallina que hubiese puesto un huevo de oro, puso la luna sobre la colina.”

Y con este, del capítulo “Domingo”.

“Todos, hasta el guarda, se han ido al pueblo para ver la procesión. Nos hemos quedado solos Platero y yo. ¡Qué paz! ¡Qué pureza! ¡Qué bienestar! Dejo a Platero en el prado alto, y yo me echo, bajo un pino lleno de pájaros que no se van, a leer. Omar Khayyám… (…)Las avispas orinegras vuelan en torno de la parra cargada de sanos racimos moscateles, y las mariposas, que andan confundidas con las flores, parece que se renuevan, en una metamorfosis de colorines, al revolar. Es la soledad como un gran pensamiento de luz. De vez en cuando, Platero deja de comer, y me mira…
Yo, de vez en cuando, dejo de leer, y miro a Platero…”

Ediciones Cátedra editó este trabajo con una introducción de Michael P. Predmore, especialista en la obra de Juan Ramón, donde hace una análisis muy interesante de esta obra clave de la literatura contemporánea.

© 2009 Araceli Cobos

27Ene/10

MI HERMANA IRINA, MI HERMANA INÉS

MI-HERMANA-IRINA-MI-HERMANA-INeS
Antes de que Irina llegara a casa, todos decían que Inés era la mejor.
Su abuela decía:
-¡Qué pelo tan bonito tiene Inés!, es tan negro como las aceitunas.
Su abuelo decía:
-¡Que simpática es mi nieta!, y le acariciaba la cara o le daba un beso.
Su papá decía:
-Estoy orgulloso de tí. Eres muy buena en el colegio.
Su madre decía:
-Estoy orgullosa de tí. Eres muy ordenada.
Todo eran halagos y buenas palabras para Inés. Pero un día sus papás entraron en su habitación y le pidieron que fuera con ellos al salón.
Querían decirle lo siguiente:
-Inés, tenemos una sorpresa para tí, dijo su padre.
-Desde hace mucho tiempo nos estás pidiendo una hermana o un hermano con el que compartir tu vida, tus juegos, tus secretos. No te habíamos dicho nada, pero tu hermana llegará esta misma tarde a casa, dijo su madre con una sonrisa de oreja a oreja.
A Inés la sorpresa le cayó como un jarro de agua fría.
Se preguntaba: “¿Cómo se le puede traer a una hija una hermana a casa, así, de la noche a la mañana? La verdad era que no entendía nada. Todas sus amigas tenían otros hermanos y ella había visto como las tripas de las mamás de sus amigas crecían y crecían hasta que un día un bebé estaba en casa, pero no así de una día para otro y sin una mamá a la que le iba creciendo la barriga.
Sus papás le explicaron que su hermana se llamaba Irina, era de Rusia, y era una hermana adoptada a la que:
-Había que querer mucho.
-Había que respetar.
-Había que ayudar.
Ahora Inés comprendía porque sus padres habían hecho tantos viajes, y ella se había tenido que quedar en casa de sus abuelos. Llevaban dos años intentando traer a Irina a casa y al fín lo habían conseguido.
-¿No preguntas nada sobre tu hermana?, dijo su madre un poco contrariada.
-Prefiero conocerla, contestó Inés un poco enfadada. La niña ya notaba la alegría de sus padres ante la llegada de Irina, y esto le daba un poco de envidia. Se acabó su reinado. Irina era el centro de atención, ¡y ni tan siquiera había llegado aún!.
Aquella tarde Inés no quiso ir a recoger al aeropuerto a Irina, prefirió quedarse con sus abuelos a esperarla en casa.
Los abuelos de Inés notaron a la niña un poco triste.
-¿Te pasa algo Inés?, le preguntaron.
Pero Inés sólo decía que no le pasaba nada, que sólo estaba un poco nerviosa porque quería conocer ya a Irina. Y, por una parte, tenía razón, porque tenía ganas de conocerla, pero por otro lado no sabía que iba a ocurrir con Irina, y como serían las cosas después de su llegada a casa.
Después de un par de horas, sus papás entraron al salón locos de contentos con Irina.
Irina era una niña rubia, muy guapa, con la cara blanca como la leche, y de la misma edad de Inés. Las dos tenían diez años. Eso sin duda era una suerte, pensó Inés.
Irina estaba muy nerviosa, pero en cuanto vió a Inés se le pasaron todas sus preocupaciones. Irina no podía disimular su alegría al ver a Inés. “Tengo una hermana de repente, y además tiene diez años como yo, vamos a poder jugar mucho juntas”, pensó la niña. Inés también lo pensó, pero un poquito diferente: “Ahora tengo una hermana de mi misma edad, con la que podré jugar si, pero con la que tendré que compartir todo, mis juguetes, mi ropa, mis cuadernos, mis libros y hasta mi habitación”.
Y así fue, al cabo de una semana Inés ya estaba compartiendo todo con Irina.
Pero las cosas no iban muy bien. Inés no podía hablar con Irina, porque ésta aún no podía hablar su idioma. Irina sonreía todo el tiempo y esto, a Inés, le ponía un poco nerviosa. También le ponía nerviosa que Irina no se enfadara por nada. Irina aceptaba las ropas viejas de Inés sin rechistar, las muñecas que ella ya no quería, los libros a los que les faltaba alguna página. Si sus padres se enterasen de que hacía esto con Irina recibiría un buen castigo, eso ya lo sabía, pero no estaba dispuesta a compartir con Irina sus mejores cosas. Esas cosas le pertenecían a ella, por mucho que Irina fuera su hermana.
Un día sus padres vieron como Irina jugaba con las cosas que Inés ya tenía tiradas en el baul de los objetos viejos, y, como ella había pronosticado, la regañaron.
-Irina es tu hermana y no merece que le dejes lo que tú ya no quieres, ¿entendido? le dijo su padre bastante enojado.
Inés sabía que tenía razón pero Irina no era aún del todo de su agrado, no sentía que era su hermana.
Al día siguiente, los abuelos vinieron a ver a Irina y a Inés. Pero ya, las palabras bonitas no fueron sólo para ella, ahora debía escuchar comos sus abuelos decían:
-Irina es preciosa, es como una princesita de un cuento.
-Irina es muy buena, se conforma con cualquier cosa.
Al cabo de unos meses, Irina ya podía hablar el nuevo idioma. Y pronto destacó en el colegio. Además de guapa, simpática y buena, Irina era muy inteligente. A Inés esto no le hacía ninguna gracia. “Irina es demasiado perfecta. Yo nunca podré llegar a ser como ella”, pensó. Estaba muy triste y sentía mucha envidia de Irina.
Un día al llegar a casa del colegio, el papá de Inés e Irina dijo:
-Irina tus notas en matemáticas son excelentes, increibles, estoy orgulloso de ti.
Y también dijo:
-Inés, aunque eres muy buena en el colegio, sabes que las matemáticas no se te dan tan bien como a Irina. Ahora tienes suerte, ella te puede ayudar.
Inés no contestó. Se fue corriendo a su habitación y se puso a llorar. Irina era perfecta a los ojos de todos. Ella ya no era tan especial para nadie. Irina era la mejor en matemáticas, y la más simpática de las dos, y la más buena de las dos, y la más guapa de las dos.
Por la noche Irina le dijo a Inés que estaba dispuesta a ayudarla en lo que quisiera, porque para ella las matemáticas eran como un juego.
-Gracias y buenas noches, contestó Inés enfadada. No me hace falta tu ayuda.
Mientras se dormía pensó en que era muy amable por parte de Irina hacer este esfuerzo por ella y ayudarla en entender mejor las matemáticas, pero ella se sentía mal porque no era tan buena como Irina en nada y entonces ella no era tan perfecta a ojos de los demás.
Pasaron unos meses más y la situación, por fortuna, fue cambiando. Irina e Inés parecían cada vez más hermanas. Jugaban más tiempo una con la otra, se divertían en la habitación y hacían los deberes juntas. Inés mejoró tanto en matemáticas que su padre una tarde le dijo:
-Inés estoy muy orgulloso de ti. Sé que Irina te ha ayudado pero sin tu esfuerzo nada hubiera sido posible.
Estas palabras alegraron tanto a Inés que empezó a olvidar sus malos pensamientos, los que aún le quedaban, sobre su hermana. Al menos, sus padres valoraban su esfuerzo.
Una tarde, Inés salió con su hermana Irina al parque a jugar. Estaba encantada, de ¡por fin! tener una hermana y poder, como sus otras amigas, sentirse orgullosa de ella. Sus amigas ya la conocían pero Irina no les caía muy bien. También, como Inés antes, envidiaban que fuera tan lista, tan simpática y tan guapa.
Inés empezó a contar todo lo bueno de Irina a sus amigas. Irina estaba colorada, pero Inés seguía y seguía porque sabía que había sido muy injusta con ella. Ahora la sentía como a su hermana de verdad, porque eso es lo que era, su hermana de verdad. Ahora, las dos, formaban un buen equipo.
En el colegio eran las alumnas más destacadas y todos los profesores las felicitaban por sus notas y sus esfuerzos:
-Sois unas hermanas muy listas y muy trabajadoras, estamos orgullosas de vosotras, decían todos.
Esto las llenaba de alegría a las dos.
Pero un día sucedió algo imprevisto. La escuela quería que sus alumnos realizaran un deporte después de clase y este resultó ser la natación.
Irina se puso un poco nerviosa ante la decisión de la escuela, sin embargo Inés estaba loca de contenta. A ella le encantaba nadar. Era casi una experta.
Enseguida Inés notó el malestar de su hermana. Irina le contó que ella ni siquiera sabía nadar. Las otras niñas oyeron el comentarío y empezaron a reirse. Estaban, al fin, contentas, de que Irina no pudiera destacar en algo. Pero Inés ya tenía ideado un plan. La natación no comenzaría hasta dentro de una semana. Este era tiempo suficiente para que entre sus papás y ella enseñaran a Irina a nadar. Y así fue. Cada tarde, después de los deberes, los cuatro iban a las piscinas de la ciudad. El útlimo día Irina demostró que ya podía nadar bastante bien, no tan bien como Inés pero podía hacerlo muy bien.
Cuando el lunes llegó la clase de natación, todas las niñas estaban esperando ver el ridículo que haría Irina al meterse en el agua y chapotear como un pato mareado, pero se equivocaron. Cuando la vieron nadar, se dieron cuenta, de que Inés la había enseñado, y que, incluso, alguna de ellas lo hacía mucho peor que Irina.
Tanto entrenaron ambas hermanas, que al cabo de unos meses, se convirtieron en las reinas de la piscina. En los torneos las clasificaron a ellas para representar a su colegio. Y ¡ganaron!.
Al acabar la competición los entrenadores y los papás de Inés e Irina las felicitaron:
-Estamos orgullosos de vosotras. Sabemos que Inés a ayudado mucho a Irina, pero sin el esfuerzo de Irina nada hubiera sido posible.
Irina, como antes Inés, estaba contenta. Al menos, sus padres valoraban su esfuerzo.
Al cabo de un año, Inés e Irina eran las hermanas más unidas del mundo. Se querían, se respetaban y se ayudaban en todo lo que podían. Ya no había rivalidad, ya no había que luchar por destacar en nada. Las matemáticas ya eran un juego para Inés gracias a Irina, y el agua era una pasión para Irina gracias a Inés. Lo mejor del mundo era tener una hermana con la que compartirlo todo, viniera de donde viniera.

© 2009 Araceli Cobos

23Ene/10

UN RATO CON ELLOS, UN RATO CON MINI, UN RATO CON CHRISTINE NÖSTLINGER

UN-RATO-CON-ELLOS-UN-RATO-CON-MINI
La escritora austriaca Christine Nöstlinger (Viena, 1936) fue galardonada en 1984 con el premio Hans Christian Andersen. Es una de las más reconocidas escritoras de literatura infantil y juvenil en lengua alemana.
Sus libros conectan muy bien con los niños porque el argumento se basa en problemas reales, que ella aborda sin dramatismo. El humor, la ironía y obras ilustradas con muchos dibujos son la referencia de esta gran autora.
Ediciones SM, El barco de vapor, ha publicado muchos de sus libros entre los que se encuentran: “Ana está furiosa”, “¡Que viene el hombre de negro!”, “Simsalabim”, “Federica la pelirroja” y las series de Mini. A estas últimas me quería referir. Especialmente bien trabajadas, con buenos y sencillos argumentos, la escritora austriaca nos presenta a Herminia Zipfel, “Mini”, una niña de ocho años, muy delgada y muy alta, con un hermano que se llama Moritz, un gato que se llama Mauz. Sus padres, su abuela, y su mejor amiga Maxi, serán otros de los protagonistas en la ajetreada vida de Mini.
“Mini va al colegio”, “¡Mini es la mejor!”, “Mini va a esquiar”, “Mini y su nuevo abuelo”, o “Mini, ama de casa”, son algunas de las obras que sobre este personaje a escrito Nöstlinger. Son, diría, imprescindibles, para leer a los niños. Los problemas que a Mini se le plantean, son los problemas que cualquier niño puede tener a su edad. De esta manera el niño puede verse reflejado en Mini, y la resolución que la escritora plantea al problema puede ayudarle a resolver el suyo propio o ver que la gravedad del mismo no era tal como el pensaba.
Por coger uno al azar, recomendaría “¡Mini es la mejor!”. En este libro Mini se enfrenta a un problema muy común entre los niños, el deseo a ser reconocido por algo y alabado en su entorno. Mini se da cuenta de que todos sus amigos y compañeros de colegio tienen un don especial. Maxi canta muy bien, Gabi baila ballet estupendamente, Xandi es una artista del pincel, Michi y Berti son “las estrellas de la piscina” y Daniela será algún día “una famosa pianista”. Entonces ella se pregunta, una y otra vez, que talento puede llegar a tener, para ser admirada también.

“Por lo general, a Mini las cosas le van estupendamente. Pero últimamente tiene una pequeña preocupación: le gustaría saber hacer algo “maravillosamente bien”.”
La escritora austriaca tiene un don especial para narrar las historias, tanto la serie de Mini como las demás, con un lenguaje muy sencillo y conciso. Con esta frase iniciaba el libro.
Mini se pasa parte de la historia intentando encontrar su talento, hasta que un día de una forma espontánea, debe interpretar un papel inesperado en una obra de teatro en la escuela. Es capaz de hacerlo tan bien que recibe el aplauso y la admiración de todos los allí presentes, sintiéndose por fin feliz.
“Como Mini no volvió a estar sola en el escenario, en seguida se le pasó el hormigueo de la tripa. Las frases le salían sin problemas. ¡No se olvidó de ninguna! ¡Ni siquiera dudó una sola vez! Interpretó el papel de conejo tan bien que las madres y los padres, los abuelos y las abuelas, los tíos y las tías aplaudieron varias veces en medio de la representación, ¡Y cuando se acabó la función, aplaudieron todos como locos! ¡Durante cinco minutos! (…) Todos los niños felicitaron a Mini. Exclamaron: ¡Has sido nuestra salvación! ¡Sin ti se habría echado todo a perder! ¡Ningún otro niño de la clase había sido tan admirado nunca!.”

Nöstlinger aprovecha esta buena historia, además, para que los niños se familiaricen con los problemas que sufre el mundo animal. Por eso diremos que dentro de esta historia hay otra gran historia. Si quieren pasar un rato divertido con sus hijos, no duden en presentarles a Mini. A los mayores también les cautivará.

© 2009 Araceli Cobos