LOS OJOS DE DAVIDSON. H.G. WELLS

anticuario
“Cerca de Seven Dials hubo, hasta hace un año, una pequeña tienda de aspecto muy destartalado sobre cuya puerta, en letras amarillas y gastadas por la intemperie, estaba escrito: “C. Cave, naturalista y anticuario”. El contenido del escaparate era curiosamente heterogéneo. Comprendía varios colmillos de elefante, un juego incompleto de piezas de ajedrez, algunas cuentas y armas, una caja con ojos de cristal, dos cráneos de tigre y uno humano, varios monos disecados comidos por las polillas (uno de ellos sostenía una lámpara), un armario pasado de moda, un huevo de avestruz o algo parecido ensuciado por las moscas, algunos aparejos de pesca y un acuario vacío, extraordinariamente sucio. Había además, en el momento en que comienza esta historia, una masa de cristal labrada hasta adquirir forma de huevo y pulida con esmero.”

Así comienza el cuento “El huevo de cristal”, de H.G.Wells que la editorial Atalanta ha recogido en un libro titulado “Los ojos de Davidson”cuyo título original es “ The Remarkable Case of Davidsons Eyes”. Herbert George Wells nació en Inglaterra en 1866. En 1888 se graduó en Biología en la Universidad de Londres. A Wells se le asocia, ahora y para siempre, con sus primeras admirables obras como: “La máquina del tiempo”, “La isla del doctor Moreau, “Los primeros hombres en la luna”, “El hombre invisible” o “La guerra de los mundos”.
Los expertos en Wells dicen que sus cuentos combinan con gran maestría la fantasía y la cincia-ficción, género del cual es considerado el padre fundador.
Al abrir “El huevo de cristal” nos vamos a encontrar con un personaje peculiar que con su extraña personalidad nos enganchará hasta el final, un anticuario, el señor Cave. En su tienda guarda con celo un huevo en el que cree ver un “país singular”, un “mundo visible” que mucho se le puede parecer, según el relato, al planeta Marte. La fascinación que produce sobre el señor Cave este objeto le ayudará a soportar una tediosa vida al lado de su mujer y sus hijastros.
En este párrafo se relata alguna de las cosas que el anticuario ve a través del cristal:

“…entre ellos había una multitud de criaturas aladas más pequeñas, semejantes a grandes libélulas, mariposas nocturnas y coleópteros voladores, mientras que por toda la gran extensión de césped escarabajos gigantescos de colores brillantes se arrastraban perezosamente de un lado a otro.”

© 2009 Araceli Cobos

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