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30Ene/11

RAMIRO PINILLA. LA GRAN GUERRA DE DOÑA TODA

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Pocos libros son capaces de reunir, a la vez, inteligencia, ironía, humor y hasta un poquito de historia. Hay un libro especial al que tengo muchísimo cariño. Cariño por muchas razones que luego explicaré. Lo he leído en varias ocasiones y siempre me ha sorprendido. El libro lo escribió Ramiro Pinilla (Bilbao, 1923) en 1978. Pinilla es, simplemente, un genio de la literatura, un señor de la literatura, al que me encantaría conocer. “La gran guerra de Doña Toda”, la obra de la que quiero escribir hoy, debería ser de obligada lectura en los intitutos o en las universidades. Dicen que uno se ríe mucho con “El Quijote”, pero si ustedes tienen la oportunidad de abrir alguna vez “La gran guerra de Doña Toda” no podrán parar de sonreir. En mi opinión, es una obra maestra.
No es Ramiro Pinilla un escritor del que se hable mucho, ni tan siquiera su obra está reconocida como debería. Sin duda, no se le ha hecho la suficiente justicia a este domador de frases y de la palabra, a este sastre que escribe fino. Es cierto, que entre sus logros, figuran el Premio Nadal por “Las ciegas hormigas”, que recibió también el Premio de la Crítica. Y es verdad que quedó finalista del Premio Planeta con “Seno”, y que tiene el Premio Nacional de Narrativa por “Verdes valles, colinas rojas III” y otros premios, pero…no sé, falta más. Falta que Ramiro Pinilla sea un nombre imprescindible en las letras españolas, porque su obra lo merece.
Les dejo con un poco de “La gran guerra de Doña Toda”. Después de leerla nunca la olvidarán. Me atrevería a decir que la cogerán hasta cariño.

El libro comienza así:

“Doña Toda Garzea quedaría en la memoria de las generaciones como Señor de Vizcaya y Pariente Mayor, Juntero de las Juntas de Gernika e incluso Patriarca, porque también antepuso su apellido a los de sus esposos para que los Garzea siguieran siendo los Garzea. Llegaría a controlar los mundos religioso, militar y social de medio País y a pesar doscientos kilos. Tanta iba a ser su necesidad de sentir cerca el mar, que al cumplir los cien años la empezó a pedir, y tres décadas después su hijo Ombecco, de noventa y dos años, viajó con una expedición a la costa y le trajo una ballena oliendo a salitre. Sufriría en la torre de los suyos un asedio de cincuenta y siete años, cinco meses y once días, y tendría sesenta y nueve hijos, casaría veinticuatro veces y se comería, uno a uno y por hambre, a sus veinticuatro maridos, pero a sus trece años se había enamorado como una flor.”

Toda Garzea es hija del conde Errando Garzea y la condesa Maxepa de Ugarte. Los Garzea, familia numerosísima, viven en una torre sitiada por los Jaunsolos, otra estirpe vasca de los alrededores.
En la torre de los Garzea todo está dispuesto para celebrar un bautizo al que va a acudir todo el tronco familiar, incluso un primo lejano que viene de las Américas donde anda buscando la leyenda del Potosí. Toda se enamora perdidamente de este individuo llamado Gabín.
Tanto es su amor por el, tantas son las ganas de retenerlo que decide hacer algo monstruoso. Toda avisa a los Jaunsolos del bautizo. Según les comunica sería la manera perfecta de acabar con toda la estirpe de los Garzea de un plumazo. La única condición que pone la muchacha es no tocar a Gabín.
Aquí comienzan todas las alegrías para Toda y todas las desgracias para los Garzea. Toda sólo piensa en su futura boda y en Gabín. Ha mandado a paseo todo, su estirpe, su apellido, el honor,…pero no es tan fácil quitarse la historia y los sentimientos que van unidos a la sangre. ¿Lo conseguirá? ¿Qué ocurrirá en la torre de los Garzea? Ni se lo imaginan, las historias más disparatadas, divertidas, e inimaginables que ustedes hayan podido pensar nunca.
El libro tiene tantas lecturas… Sin duda la irónica me interesa mucho. El humor con el que Pinilla habla del orgullo de los apellidos, de pertenencia a una familia. El escritor vasco quiere quitar, a través de Doña Toda una venda de los ojos con humor, con inteligencia. La torre es el mundo de Toda, su vida, su sangre, sus horizontes. Por eso, el libro acaba con una frase que abre los ojos de todos, sobre todo del que los quiera abrir. Toda, al final de su vida, se plantea si todo lo que ha hecho por orgullo y estupidéz ha merecido la pena. Su mundo ha sido muy pobre encerrada en la torre firme y orgullosa. A ella le hubiera gustado ver el mar. Si, eso es lo que a ella le hubiera gustado.

“…justo cuando moría Doña Toda sin cerrar lo ojos, para, muerta, poder seguir viendo la ballena, pues una vida empedrada de supercherías le había impedido ver la verdad de la mar.”

Toda ha vivido en su todo, pero este todo era una gran mentira llena de orgullo, el orgullo de los Garzea.

Aquí transcribo algunos párrafos del libro. Este se refiere a cuando doña Toda decide tener muchos hijos para que la estirpe continúe.

“Hacia el año quince del Sitio resultó claro para todos que los hijos de Doña Toda no salían tan brillantes como al principio, por mucho que se le llevaran a la madre las mejores ratas cocidas, de las que Gabín también consumía una pequeña porción, pues ella, en su mezcla de locura y amor y de responsabilidad por traer guerreros para las almenas, requería al esposo a todas horas para el lecho, llamándolo en los momentos más intempestivos con un cuerno donado por Don Xerbaxo. (…) El alimento fundamental para los sitiados llegó a reducirse al musgo de los muros, que lo tomaban como ensalada, y los más conscientes habían de defender con ferocidad las ratas que se cazaban del apetito general para ofrendárselas a Doña Toda. No le bastaban. La veían adelgazar por momentos, y a su leche, antes tan amarilla y cremosa, adquirir las características del agua.”

Doña Toda, ante las necesidades, decide matar a su marido para comérselo y así seguir alimentando a sus hijos.

“Se amaron como dos poseídos. Durante varias horas se olvidaron del mundo. En lo más alto del paroxismo, Doña Toda buscó a tientas la espada, y empuñándola, abrazó a Gabín. Se la hundió tiernamente en la espalda, en la línea exacta del corazón, sin que él, borracho de amor, sintiera la punzada. Por el contrario, lanzó el gran suspiro del macho en la apoteósis de la entrega. (…) Luego lo partió en trozos con la misma espada, encendió fuego y lso ahumó, depositándolos amorosamente en un gran arcón repleto de sal, que llevaba allí meses preparado al efecto.”

El sitio continúa y Doña Toda se va quedando sin hombres para procrear.

“Ellos eran demasiado felices para sentirse heridos. Eran tan felices como los enamorados cuando se quedan solos. Habían visto tales cosas allí dentro, se habían identificado tanto con los anteriores maridos de su madre, la habían visto devorar a unos padres que, con un poco de suerte, podían haber sido ellos mismos, que todos habían empezado a desearla desde los tres años. Las peregrinaciones a la cámara nupcial dejaron de tener un carácter místico para ser rotúndamente eróticas. Los hijos de Doña Toda, tanto adolescentes como niños, rodeaban el lecho en que la madre, que ya pesaba ciento setenta y cinco kilos, amamantaba a dos pechos sus últimos partos, y extendían el brazo para tocarle la carne blanca, adiposa e interminable. Cuando se ponían demasiado pesados, ella se los apartaba a manotazos, aunque sin imaginar qué fondo encerraba su intención. De modo que, al descubrirlo en aquellas miradas del año cuarenta y cuatro del Sitio, se escandalizó como una novicia. Estaba, una vez más, viuda. Sorprendió a sus diecinueve hijos, en un rincón de la cámara, jugándosela a las canicas.”

Es muy divertido como trata el escritor vasco el tema de las Juntas. Cuando los junteros se reúnen bajo el árbol de Gernika para tratar de los asuntos que conciernen al territorio y sus vecinos, y como ironiza sobre estos temas. En una ocasión se plantean la adquisición de un semental gallego, pero finalmente lo rechazan, por eso mismo, por ser gallego, o la elección de un jardinero para cuidar del árbol. En este tema no llegan tampoco a un acuerdo porque el jardinero no tenía apellidos vascos. Toda una historia difícil de olvidar, la genial guerra de Doña Toda. Y que cada uno saque las lecturas que quiera.

Al principio mencionaba que tengo a este libro mucho cariño por diferentes razones. Además de porque me gusta este escritor vasco y lo bien que está escrita la novela, quiero destacar aquí que el libro llegó a mis manos gracias a un profesor de literatura que tuve en la Universidad del País Vasco mientras realizaba mis estudios de Periodismo. Este profesor se llamaba Felix Menchacatorre Egaña. Inteligentísimo, irónico, amable y buenísima persona nos invitaba a leer obras maestras y gracias a él yo conocí la obra de Pinilla, de Poe o de Stendhal, por nombrar algunos. Años después lo volví a encontrar, por casualidad, andando por el paseo de La Concha en San Sebastián. Por supuesto, él no se acordaba de mi, pero le saludé y le paré para darle las gracias por todo lo que me había enseñado. Sentía la necesidad de hacerlo y así lo hice. Me sonrió, me deseó lo mejor y se alegró de que le agradeciera algo que para él era normal, ayudar y enseñar a sus alumnos. ¡Qué gran profesor! Muchísimas gracias por enseñarme tanto allá donde estés.
Félix Menchacatorre, natural de Getxo murió en 2008 mientras realizaba el Camino de Santiago al frente de un grupo de alumnos, a los 59 años. Era licenciado en Derecho por la Universidad de Deusto, y se doctoró en Literatura Española en la Universidad de Cincinnati. Llevaba más de 25 años en los programas de USAC (Univesity Studies Abroad Consortium) de los que era el máximo responsable.

© 2011 Araceli Cobos

18Ene/11

INVITACIÓN A UN ASESINATO. CARMEN POSADAS

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Todos los seguidores de los libros de Carmen Posadas (Montevideo, 1953) saben el gusto que la escritora uruguaya profesa a algunos autores ingleses como Charles Dickens o Ágatha Christie. En su última novela, titulada “Invitación a un asesinato” deja más que claro su admiración por la Christie a la que, de alguna manera, incluso rinde homenaje. Algunas de las técnicas de la escritora inglesa, la reina del misterio, se dejan ver entre las páginas de esta obra. Por ejemplo la forma en que tiene de presentar a los personajes Posadas.
Pero Carmen Posadas es una gran escritora como lo viene demostrando en sus anteriores libros. Tienen ya, todos ellos, un sello especial, unas características únicas, una ironía difícil de encontrar en otros escritores de este tipo de novelas. Le gusta dar un toque de humor hasta a los temas más duros. Cosa que es de agradecer. Los libros de Posadas se leen con gusto y con ganas. Son dinámicos y divertidos. Son diferentes. Dan un toque fresco a la literatura de ahora.
En el primer capítulo, la escritora, nos deja una cita de su admirado Oscar Wilde que resume a la perfección lo que nos deparará la obra.
“En esta vida hay que saber elegir bien a los amigos pero mejor aún a los enemigos.”
Y de eso, de enemigos va la cuestión. Olivia, una mujer cínica, frívola, despreocupada, bella, inteligente y caprichosa, divorciada por quinta vez y, aparentemente, sin un duro, invita a algunos de sus más queridos enemigos a un crucero por las Baleares. A bordo del “Cianuro espumoso”, otro guiño a la escritora inglesa, recorrerá un último viaje. Esta Scarlett O Hara guarda muchos secretos, demasiados. Todos tendrían algún motivo para asesinarla, o quizás ella tenga un motivo para morir. Nadie sabe nada, nadie se espera nada. Todos embarcan para llevarse la gran sorpresa de su vida.
Su hermana Ágata, la desgraciada, la sin suerte, la fea, embarca con ellos. Además, un actor homosexual, una modelo a la que Olivia ha robado su novio poco antes de casarse, y su mamá, un médico del que estuvo enamorada y algo más, y otros personajes que se enlazan con una maestría típica de la uruguaya. No deja ni una sola pieza suelta del rompecabezas, ninguna.
En la novela se tocan temas como las adopciones ilegales o los amores virtuales por internet.
Además, y como siempre, Carmen Posadas nos deja unas cuantas frases interesantes salpicadas en su obra que pone en boca de sus personajes más astutos. Dejo aquí alguna de ellas para que reflexionen e inmediatamente les de ganas de abrir esta última novela de una escritora a la que, ya, la revista Newsweek en 2002 destacó como una de las autoras latinoamericanas más importantes de su generación:

“…los hombres, incluso los más inteligentes y triunfadores, o mejor dicho, precisamente éstos, son criaturas frágiles, vanidosas, y sobre todo dependientes. De ahí que cualquier mujer que sepa manipular con astucia estos tres defectos masculinos tiene todas las de ganar muy por delante incluso de sus congéneres más bellas y jóvenes.”

“…los hombres, según su experiencia, son románticos de espoleta retardada y un amor inacabado es siempre un amor maravilloso y deseable de retomar.”

“…ser bella es una actitud (…). Sentirse bella es ser bella. (…) no estás gorda sino hermosa y en el corazón de todos los hombres hay una gordita.”

“Se dice con frecuencia que, así como un hombre es el último en enterarse de las infidelidades de su mujer, una mujer, en cambio, sabe siempre cúando su marido la engaña. Y, según teoría de Olivia, esto es así, no porque ellas sean más inteligentes o sensibles sino porque las mujeres son menos proclives al autoengaño. Siempre, según su teoría, tanto unos como otras, tarde o temprano, acaban topándose con una primera y muy delatora evidencia. Pero, mientras que ellos la ignoran y entierran en el más oscuro rincón del subconsciente, ellas prefieren tirar del hilo y acaban así por descubrir la madeja.”

Los que ya conozcan la obra de la escritora uruguaya seguirán sorprendiéndose y se darán cuenta de que Posadas sigue el camino marcado en sus anteriores novelas. Para el que la lea por primera vez, la novela, editada por Planeta, les enganchará tanto que no tendrá más remedio que leer las anteriores, seguro. Es muy difícil no caer en la trampa de una mujer bella e inteligente como es Carmen Posadas.

© 2011 Araceli Cobos

11Ene/11

LA VACA ESTUDIOSA DE MARIA ELENA WALSH

LA-VACA-ESTUDIOSA-DE-MARIA-ELENA-WALSH

“Había una vez una vaca
en la Quebrada de Humahuaca.
Como era muy vieja, muy vieja,
estaba sorda de una oreja.
Y a pesar de que ya era abuela
un día quiso ir a la escuela.
Se puso unos zapatos rojos,
guantes de tul y un par de anteojos.
La vio la maestra asustada
y dijo: “Estás equivocada”.
Y la vaca le respondió:
“¿Por qué no puedo estudiar yo?”
La vaca, vestida de blanco,
se acomodó en el primer banco.
Los chicos tirábamos tizas
y nos moríamos de risa.
(…)
Y como el bochinche aumentaba
en la escuela nadie estudiaba.
La vaca, de pie en un rincón,
rumiaba sola la lección.
Un día toditos los chicos
se convirtieron en borricos
y en ese lugar de Humahuaca
la única sabia fue la vaca.”

María Elena Walsh está en la memoria de muchos niños y lo estará para siempre. Al enterarme hoy de su fallecimiento, además de tristeza, a mi mente, inmediatamente, ha llegado una poesía que leía mucho cuando era niña, titulada “La vaca estudiosa”. Esta poesía, y muchas otras de esta gran escritora argentina, se recogían en una enciclopedia para niños que en los años 70 lanzó la editorial Salvat, titulada “El mundo de los niños”. En casa estaba en el cuarto de mi hermano, que es seis años mayor que yo, y que seguro como yo, y como millones y millones de niños, la leyeron alguna vez. El primer tomo de esta preciosa e interesante enciclopedia, se ocupaba de poesías y canciones de la infancia. Y allí estaban las de Walsh para aprender y disfrutar. ¡Que delicia! No se el porqué, pero esta es, sin duda, la que se quedó para siempre en el recuerdo. Y desde este blog quiero rendirle este homenaje a la autora como niña que la leyó, como adolescente que la recordó, y como adulta que la recordó y la admiró siempre.
María Elena Walsh nació en Buenos Aires en 1930. Era hija de una argentina y un irlandés. Estudió Bellas Artes y se dedico muy pronto al teatro y a la canción. Fue compositora y también cantautora.
Irónica, inteligente, intelectual, librepensadora y comprometida con su tiempo, todo eso y más era la argentina. Su primer libro de poemas fue escrito con 17 años.
Su actitud valiente durante la dictadura militar argentina le costó ver como sus canciones fueron prohibidas.
¿Quién no conoce a la tortuga Manuelita?
“Manuelita vivía en Pehuajó, pero un día se marchó. Nadie supo bien por qué, a Paris ella se fue, un poquito caminando y otro poquito a pie.”

© 2011 Araceli Cobos

29Dic/10

JOSÉ MARTÍ O MORIR DE AMOR

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A José Martí (La Habana, 1853, Dos Ríos, 1895) le recordaremos, además de por ser el gran poeta que fue, por su lucha para acabar con el dominio español y la expansión estadounidense en Cuba. En definitiva, por la lucha para alcanzar la independencia de la tierra donde nació.
Obras preciosas y admiradas son las que dejó este poeta, filósofo, político y pensador. Entre ellas “Ismaelillo” o “Versos sencillos”.
Aquí, quiero recordarle y animar a que abran sus libros. Lo quiero hacer con un poema que me trae muchos recuerdos, seguro que como a todos ustedes: “La niña de Guatemala”. Porque todos nos hemos muerto alguna vez de amor.

“Quiero, a la sombra de un ala,
contar este cuento en flor:
la niña de Guatemala,
la que se murió de amor.

Eran de lirios los ramos,
y las orlas de reseda
y de jazmín; la enterramos
en una caja de seda.

Ella dio al desmemoriado
una almohadilla de olor,
el volvió, volvió casado;
ella se murió de amor.

Iban cargándola en andas
obispos y embajadores;
detrás iba el pueblo en tandas,
todo cargado de flores.

Ella, por volverlo a ver,
salió a verlo al mirador;
el volvió con su mujer,
ella se murió de amor.

Como de bronce candente,
al beso de despedida
era su frente, ¡la frente
que más he amado en mi vida!

Se entró de tarde en el río,
la sacó muerta el doctor;
dicen que murió de frío,
yo sé que murió de amor.

Allí, en la bóveda helada,
la pusieron en dos bancos:
besé su mano afilada
besé sus zapatos blancos.

Callado, al oscurecer,
me llamó el enterrador;
¡nunca más he vuelto a ver
a la que murió de amor!”

© 2010 Araceli Cobos

15Dic/10

PORQUE ALBERTI AMABA EL MAR

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Porque Alberti amaba el mar escribió este bellísimo poema titulado “Si mi voz muriera en tierra”:

“Si mi voz muriera en tierra
llevadla al nivel del mar
y dejadla en la ribera.

Llevadla al nivel del mar
y nombradla capitana
de un blanco bajel de guerra.

¡Oh mi voz condecorada
con la insignia marinera:
sobre el corazón un ancla
y sobre el ancla una estrella
y sobre la estrella el viento
y sobre el viento la vela!»

Los versos, recogidos en el poemario “Marinero en tierra” de 1925, y por el cual el escritor andaluz recibió el Premio Nacional de Literatura, es sobradamente conocido y, a pesar de todo, aunque lo hemos leído y escuchado tantas veces, no puede uno cansarse de leerlo. Es simplemente, perfecto. Esa perfección en obras que dejó la inteligente y cercana Generación del 27.
El poema arranca con una “soleá” y eso, ha servido a genios del cante flamenco como Enrique Morente (Granada, 1942, Madrid 2010), recientemente fallecido, a llevarlo a los tablaos. Y así, si cabe, hacerlo más popular, hacerlo más hermoso. Todo sonaba a bueno, a hermoso, a grande en la voz de Morente. Yo, que tuve la suerte de entrevistarle en una ocasión, sólo puedo decir que era, además de un cantaor inigualable, una persona inteligentísima, amable, simpática, cercana, buena. Tenía una conversación inteligente, me atendió con muchísima amabilidad, nos reímos con algunas anécdotas. Su mirada era simpática, sus manos cercanas, sus gestos, de buena gente.
Rafael Alberti (El Puerto de Santa María, Cádiz, 1902, 1999), tras la Guerra Civil Española se exilió debido a su militancia en el Partido Comunista de España. A su vuelta, tras el fin de la dictadura franquista, fue nombrado Hijo Predilecto de Andalucía en 1983 y Doctor Honoris Causa por la Universidad de Cádiz en 1985.
En “Marinero en tierra” quiere expresar su nostalgia y pena por no poder disfrutar del mar de su tierra natal, ya que en aquel tiempo no estaba en Cádiz.
La voz de Morente no ha muerto. Ha dejado al mundo un legado infinito de buen hacer. Alguien se equivocó, alguien se equivocó, como la paloma de Alberti, al llevarse al maestro tan pronto. Sigue la saga con la bellísima y gran artista Estrella Morente. Todo continúa. Las olas que se van, son las que vuelven, y se van y otra vez vuelven.

© 2010 Araceli Cobos

06Dic/10

EL MAR DE IGUANAS. SALVADOR ELIZONDO

COLEGIO-ALEMaN-DE-SALVADOR-ELIZONDO

Publica Ediciones Atalanta un interesante libro titulado “El mar de iguanas” de Salvador Elizondo (Ciudad de México, 1932-2006) donde se recogen algunos de los trabajos de este gran escritor. Quizás algo desconocido, por ese motivo, este libro, es un buen regalo editorial para empezar a conocerlo.
Elizondo fue considerado como el escritor más vanguardista de la generación de los 60 en México. Su estilo, abierto, original, cosmopolita, chocaba con el de las corrientes realistas y nacionalistas que imperaban en la época. El mexicano, de padre diplomático, pasó parte de su infacia en Alemania, antes de la Segunda Guerra Mundial y también en California.
En “El mar de iguanas” hay una serie de cuentos magistrales que nos trasladan a su infancia. Hoy quiero destacar e invitar a abrir el cuento “Ein Heldenleben”. Es el que más me ha sorprendido de todos. Una curiosa y preciosa obra donde podemos darnos cuenta de la huella que la guerra deja en los niños, en sus comportamientos, en sus corazones. Personajes pasivos en la gran locura de los mayores.
Elizondo nos presenta su colegio el Deutsche Oberrealschule zu Mexiko y a su compañero, “el ruso”, Sergio Kirof. A partir de aquí, todo se convierte en una metáfora infantil llena de sentimientos ocultos, de inocencia y de ironía.

“-Mis queridos niños…, dice en alemán con voz entrecortada por la emoción y juntando las manos como si fuera a rezar, tengo una muy buena noticia que darles y que el señor director acaba de conocer por la radio de onda corta directamente desde Alemania…, y nos dio la noticia memorable.
Sin entender una sola palabra de lo que nos había dicho Fraülein Fritz, yo era la primera vez en mi vida que oía hablar de Russland, pero a juzgar por el semblante risueño de la maestra supimos que se trataba de una buena noticia y prorrumpimos en jubilosas aclamaciones. Fraülein Fritz pidió orden: se hizo silencio. Vivamente conmovida agregó:
-Estoy vivamente conmovida, además, porque como Lehrerin de esta clase me siento muy orgullosa y estoy segura de que todos ustedes compartirán mi orgullo de contar entre los alumnos de la Décima A-Einz a un compañero que es hijo de la Grande Rusia, aliada y amiga de la Grande Alemania: nuestro compañero Kirof, Sergio…
Todos nos volvimos hacia él. Era como si lo reconociéramos por primera vez durante ese año escolar como uno de nosotros, pero bajo su condición específica de “ruso”, y, otra vez, sonó la ovación estruendosa para nuestro camarada. Como se declaraba asueto el resto de la mañana, entonamos apresuradamente “Deutschland über alles…” acompañados al devencijado piano por nuestra Lehrerin. Sonó la campana. La apoteosis de Kirof se prolongó, siendo llevado varias veces a hombros alrededor del patio de recreo, fresco y sombreado, del viejo Colegio Alemán de la Piedad.”

La locura de la guerra, de cómo los mayores se desvivían por sus ideales mientras los niños eran ajenos a todos, se puede comprobar en este cuento. Este párrafo que escribo a continuación y el anterior, son la viva imagen de la estupidez adulta. Elizondo no lo podía haber escrito mejor.

“Esoy vivamente agitado…además…porque como Lehrer de la Octava A-Einz me siento avergonzado y no puedo dejar pasar esta ocasión heroica, mis queridos niños, para denunciar la presencia del enemigo entre nosotros…-todos nos miramos sin entender, hasta que tomando nuevo aliento Herr Krüger prosiguió: …Ahora que el Reich emprende la más grande guerra para salvar al mundo del cochino bolchevismo sería traición a la Patria Inmortal no señalar al alacrán asiático que se ocultaba entre nosotros, el asqueroso eslavo bolchevique: el ruso Kirof, Sergio.
Entonces sonó el timbre eléctrico. Nadie se movió de su lugar. Todos nos volvimos hacia el fondo del salón donde el Ruso, de pie con su mochila a la espalda mira a un lado y a otro como un animal acorralado. Alguien le empuja por atrás al tiempo que otro le mete una zancadilla por delante. Kirof pasa dando tumbos y traspiés bajo una nutrida lluvia de bofetadas de las que trata de protegerse bajo su mochila. Cuando llega al frente del salón es derribado y luego llevado a rastras por el corredor hasta el patio, donde según supe después, los altoparlantes difunden la “cabalgata” de La Valkiria.”

© 2010 Araceli Cobos