¿QUIERES HACER EL FAVOR DE CALLARTE, POR FAVOR? RAYMOND CARVER


¿De qué va Gordo? De una camarera que sirve a un cliente muy gordo «de aspecto cremoso» que pide mucho pan con mantequilla y tiene los dedos gruesos.

«Creo que empezaremos con un ensalada César, dice. Y luego una sopa y más pan y mantequilla, si hace el favor. Tomaré las chuletas de cordero, creo, dijo. Y patatas asadas con nata agria. Luego veremos el postre. Muchas gracias, dice, y me devuelve la carta».

¿De qué va Vecinos? De dos parejas, los Miller y los Stone. Los Stone se van de vacaciones y los Miller se preocuparán por regar las plantas de sus amigos y dar de comer a Kitty, la gata.

«Registró los cajones de arriba hasta encontrar unas bragas y un sostén».

¿De qué va ¡Habrase visto…!? De que un tal Vern y su chica espían a una mujer a través de la ventana.

«Pero desde entonces vigilo, y puedo jurar que el tipo lo hace cada dos o tres noches, a veces más a menudo. Lo he visto ahí fuera hasta lloviendo».

¿Y, No son tu marido? De un vendedor llamador Earl y de su mujer, Doreen, que trabaja de turno de noche en un pequeño restaurante. Earl compra una báscula y  obliga a Doreen a ponerse a dieta.

«Luego cogió una copa y se dio la vuelta para servir un helado. Se agachó y, doblada por completo sobre el congelador, se puso a sacar un helado con el cacillo. La falda blanca se le subió hacia arriba por las piernas, se le pegó en las caderas. Y dejó al descubierto una faja de color rosa y unos muslos rugosos y grisáceos y un tanto velludos, con una alambicada trama de venillas».

¿Y…, ¿Es usted médico? De una cita que tiene un hombre casado llamado Arnold Breit con una mujer misteriosa llamada Clara Holt.

«Horrorizado de sí mismo, sabiendo que se despreciaría luego por hacerlo, Arnold se levantó y le rodeó torpemente la cintura con los brazos. Ella se dejó besar, agitada y trémula, y durante un instante fugaz cerró los párpados».

¿Y, Nadie decía nada? De un chico que finge estar enfermo para no ir a la escuela y decide ir a pescar a Bich Creek.

«En mi casa no había nadie. De pronto estamos en mi cuarto, bajo las mantas. Me pregunta si se puede dejar puesto el suéter, y yo le digo que sí, que no me importa. También se deja las bragas. Está bien, digo yo. No me importa».

¿Qué cuenta ¿Qué hay en Alaska? Cuenta lo que sucede en una velada de cuatro amigos alrededor de una pipa de agua. Carl, Mary, Helen y Jack.

«Carl les vio ir a la cocina. Se recostó sobre el cojín y les siguió con la mirada. Luego se inclinó hacia delante muy despacio. Entornó los párpados. Vio a Jack alargara la mano y buscar algo en un estante de la alacena. Vio a Mary pegarse a Jack por detrás y pasarle los brazos alrededor de la cintura».

¿Qué cuenta Recolectores? Cuenta el momento en el que un desempleado ve interrumpida su tranquila jornada en el hogar por un tipo llamado Aubrey Bell, un vendedor de aspiradoras.

«Y le voy a aspirar también el colchón, señor… Le sorprenderá ver lo que puede acumularse en un colchón con los meses, con los años. Todos los días, todas las noches de nuestra vida vamos dejando briznas de nosotros mismos, pizcas de esto y lo otro que se quedan ahí. ¿Y adónde van estas briznas y pizcas? Pues pasan a través de las sábanas y se incrustan en el colchón».

¿Qué cuenta, Póngase usted en mi lugar? Cuenta el encuentro entre dos parejas, los Myers y los Morgan, en vísperas de Navidad. Mr Myers ha renunciado a su trabajo para dedicarse a escribir. Quiere ser escritor.

«Le invadió una suerte de turbación cuando vio las ventanas iluminadas, la nieve en el tejado, y la rubia en el camino de entrada. Las cortinas estaban descorridas, y un árbol de Navidad parpadeaba hacia ellos desde la ventana.

Se apearon del coche. Myers cogió por el codo a Paula al pasar por encima de un montón de nieve, y echaron a andar hacia el porche delantero. Habían avanzado apenas unos pasos cuando un perro de tupidas greñas salió como un rayo de la esquina del garaje y se echó encima de Myers».

¿De qué va Jerry y Molly y Sam? De un hombre llamado Al. No pasa por su mejor momento. Están despidiendo a gente de su trabajo, tiene una amante, paga doscientos dólares mensuales por el alquiler de su casa y siente que todo en su vida va a la deriva. Tiene treinta y un años y quiere empezar a poner orden en su enmarañada existencia. Empezará por abandonar a Suzy, su perra.

«Un hombre que es capaz de quitarse de encima a un animalito como Suzy no vale nada. Un hombre así sería capaz de hacer cualquier cosa, no se detendría ante nada».

¿Y…, ¿Qué es lo que quiere? De un tal, Leo y una tal, Toni. Están arruinados y deciden vender el coche.

«Leo y Toni aún tenían muebles. Leo y Toni tenían muebles, y Toni y los niños tenían ropa.(…) El acondicionador de aire portátil, los electrodomésticos, la lavadora y la secadora nuevas… todo se lo habían llevado en camiones semanas atrás. ¿Qué más poseían? Cuatro fruslerías, nada, cosas demasiado usadas o que llevaban tiempo cayéndose a pedazos. Pero en su haber figuraban la grandes fiestas y viajes del pasado. A Reno y a Tahoe, a ciento treinta kilómetros por hora por al autopista, con la capota bajada y la radio a todo trapo. Y la comida. La comida había sido una de las grandes partidas. Se daban grandes banquetes. Leo calcula miles de dólares sólo en exquisiteces. Toni iba a la tienda y compraba todo lo que veía».

¿Qué cuenta Señales? Cuenta la cena en la que Caroline celebra su cumpleaños con Wayne en un elegante restaurante situado al norte de la ciudad, que regenta un gentil caballero llamado Aldo.

«Pero cuando miró hacia atrás vio que Aldo tomaba la mano que Caroline le tendía, vio que Aldo juntaba los talones con elegancia, vio que Aldo besaba a Caroline en la muñeca».

¿Quieres hacer el favor de callarte, por favor? es el libro de relatos que les invito hoy a abrir. Veintidós maravillosas narraciones del gran escritor norteamericano Raymond Carver (1939-1988), editadas por Anagrama. Este fue su primer libro de relatos. Publicado en 1976, supuso la consagración inmediata del autor. Carver tiene el poder de mantener nuestra atención desde la primera frase de la narración hasta el final, aunque este nos deje en ocasiones indiferentes y en otras llenos de preguntas sin respuesta. A Carver le gusta hablar de la gente sencilla, corriente, en su mayoría pertenecientes a la clase trabajadora. Le gusta colocar a ese tipo de gente en lugares y situaciones vulgares, cotidianas. Pero todo, por muy conocido que nos parezca, no deja de inquietarnos sin llegar a comprender el porqué. Esto hace de él un autor único e imprescindible. Es enorme la maestría que posee para desarrollar diálogos y para describir, con poco más de cuatro elementos, los sitios donde se desarrollará la acción. Todo es extraordinariamente americano, lo trágico y lo bello.

La obra termina con el cuento que da título al libro. Raplh y Marian se conocen en la universidad y acaban casándose. Son la pareja perfecta. Tienen hijos y buenos trabajos. Solo una mancha negra cae sobre ellos. No hablan sobre el tema pero  Ralph sufre frecuentemente al pensar que su mujer le ha sido infiel con un tal Mitchell Anderson.

«-Siempre me has dicho que no llegó a besarte. Que sólo te pasó el brazo por los hombros mientras conducía. ¿Así que en qué quedamos?»

«Bueno, el caso es que estaba muy ingenioso. Al menos me lo pareció entonces. Y muy borracho. Lo mismo que yo, para ser franca. Fue un impulso, Ralph. No sé por qué lo hice, no me los preguntes, pero cuando dijo que nos fuéramos… accedí».

«Tuvo el pensamiento fugaz de que si no se hubiera casado estaría en cualquier otra parte haciendo algo distinto aquella noche, de que si no se hubiera casado podría estar en algún lugar silencioso y apacible».

«Se detuvo. Sintió que iba a vomitar. Se acercó al bordillo. Tragó saliva una y otra vez. Alzó la vista hacia un coche lleno de quinceañeros que le dedicaron al pasar una larga secuencia de su claxon melódico. Sí, una colosal maldad tiraba del mundo, pensó, y sólo necesita una pequeña trampa. una pequeña brecha».

Carver fue uno de los escritores más influyentes del siglo xx y, por supuesto, de la literatura norteamericana. Su estilo se caracteriza por ser depurado y simple. El escritor fue uno de los mayores representantes del movimiento literario originado en Estados Unidos y conocido como realismo sucio, al que pertenecen autores como Charles Bukowski o Richard Ford.

Anagrama ha publicado sus seis libros de relatos, este que les presento y los siguientes: De qué hablamos cuando hablamos de amor, Catedral, Tres rosas amarillas, Si me necesitas, llámame y Principiantes.

 

 

 

 

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