08Jun/14

LA CARTA. STEFAN ZWEIG

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«Nada proporciona tanta salud como la felicidad, y no hay dicha más grande que el hacer dichoso a otro ser humano»

Stefan Zweig (Viena, 1881, Brasil 1942) ha dejado libros muy importantes a lo largo de su carrera literaria. Su vida intensa y su marcada personalidad hicieron de él un escritor muy interesante.
Sus relatos me gustan especialmente. Y hoy aquí quiero invitarles a que abran, a que lean uno muy especial, al menos en mi opinión, titulado «La carta». Me he decantado por este porque la cita con la que he comenzado hoy el post me parece de una verdad y una belleza extraordinarias. Cita, claro está, recogida en este relato.
«La carta» comienza con estas palabras: «Dear old Ellen». Todos sabemos que con este inicio se trata de una misiva que la protagonista, Margarita, envía a Ellen una vieja amiga de la adolescencia con la que comparte muchos secretos, quizás no todos, pero si uno muy importante. La admiración que ambas sentían por un viejo actor de teatro. Han pasado los años, se han casado, son madres, abuelas,… y los recuerdos de aquella juventud se han difuminado e incluso borrado de sus cabezas.
Pero Ellen tiene la necesidad de enviar esa larga carta a su amiga, ¿Cuál es la razón?
El destino quiere que a Ellen, que necesita unos días de descanso, le suceda algo imprevisto, en Bolzano, en Tirol, en una pequeña hostería de una aldea perdida entre las montañas. Todas las tardes en ese hostal se reúnen los parroquianos del pueblo a tomar unas copas y claro está ella también participa.
La primera tarde alguien entra a tomar esa copa rutinaria, alguien que a ella le llama poderosamente la atención, a los parroquianos no. Y así describe a ese individuo en su carta:

«Parecía hombre de unos 75 años, era muy corpulento (…) Un ataque apolítico debía haber paralizado ligeramente una parte de su cuerpo, ya que su boca también estaba torcida hacia un lado, y el párpado del ojo izquierdo era visiblemente más bajo y débil, con todo lo cual su rostro adquiría un aspecto desfigurado y amargo. Su indumento era extravagante en una aldea de la montaña; en lugar de la típica casaca campesina, y los habituales pantalones cortos de cuero, llevaba largos pantalones amarillos y demasiado anchos, que en otro tiempo posiblemente habían sido blancos, así como una americana que, a lo que parece, le quedaba estrecha desde años atrás y brillaba peligrosamente a la altura de los codos. La corbata, mal anudada, colgaba como una cuerda negra del cuello esponjoso e hinchado. Todo su aspecto tenía algo de venido a menos y, sin embargo, no podía descartarse la posibilidad de que ese hombre hubiera impresionado alguna vez gallardamente. La frente alta y redondeada, cubierta por la maraña blanca y confusa de una cabello tupido, tenía algo de señera, pero debajo de sus pobladas cejas ya se insinuaba la decadencia: ojos vagos bajo párpados sanguinosos, mejillas fofas y arrugadas colgando sobre un cuello blanco y abultado.»

Parece que el único objetivo del ese hombre que a Ellen le parece tan misterioso e interesante, es beber. Pero pronto comienza a hablar.

«… por el maldito dinero escupen versos de Shakespeare en una máquina y estropean el arte. Cualquier perdida de la calle tiene más dignidad que ellos. La última de ellas merece más respeto que esos monos, que hacer fijar sus caras en carteles, caras de un metro y más, que apalean millones por el crimen de lesa arte, que destrozan la palabra, el verbo viviente, y gritan versos de Shakespeare en un embudo, en lugar de educar al pueblo y enseñar a la juventud. «Una institución moral» llamó Schiller al teatro, pero eso ya no tiene validez. Nada vale nada hoy, salvo el dinero, el condenado dinero, y la propaganda que uno sabe hacerse. Y el que no sabe hacerlo o no ha sabido hacerlo, ése se va al diablo. Pero es preferible irse al diablo, digo yo, y para mí merece la horca todo el que se vende a ese maldito Hollywood.»

¿Quién es este señor? Sólo les puedo decir su nombre, Pedro Sturzentaler. ¿Qué tiene que ver con Ellen? ¿Lo conoce también Margarita?

El resto de la carta la tienen que leer ustedes. No la olvidarán. Magnífica.

Otros relatos que me han gustado especialmente del mismo autor son: «Veinticuatro horas de la vida de una mujer y «Una partida de ajedrez».

05Jun/14

LOS MAGNÍFICOS CUENTOS DE «LA FIESTA DE LAS PALABRAS» EN LA FERIA DEL LIBRO DE BILBAO

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Este próximo sábado, 7 de junio, Salvador Robles estará en la Feria del Libro de Bilbao (instalada en el Arenal) firmando ejemplares de su último libro «La fiesta de las palabras» (Revista Atticus, 2014). Un libro que está reportando al escritor muchas alegrías y grandes sorpresas de sus lectores.
«La fiesta de las palabras» ha sido el libro más vendido en la Feria del Libro de Valladolid, cosa que me llena de una enorme satisfacción y alegría.
Robles espera a todos sus lectores y a todo aquel curioso que quiera saludarle y charlar con él, en la caseta de ELKAR, de 12:00 a 14:00 del mediodía. Por supuesto firmará ejemplares y mucho más. No se pierdan esta cita porque les aseguro que la última obra de Salvador Robles, compuesta por 113 relatos y microrelatos está llena de experiencias que les harán pensar de una manera diferente.
Hace unos días, Robles concedió una entrevista a Tele 7 en la que dejo, una vez más, su oratoria fluida y llena de sabiduría.
En esta entrevista reivindicaba la narrativa oral, la lectura, la educación a través de la historias y muchas cosas más. «Falta un poco de más pausa y más reflexión hoy en día», comentó.
«En el momento que lees puedes compartir lo que aprendes y sabes. Las historias educan. Las historias hay que utilizarlas para enseñar. La literatura es solidaria por eso me gusta leer y escribir, transmitir las experiencias que lanzo al papel», añadió el escritor.
Y también nos dejó una frase preciosa y tan verdadera… que me hizo reflexionar y mucho: » El verbo leer, el verbo aprender y el verbo amar no admiten el imperativo»

Aquí les dejo con dos de estos magníficos microrrelatos que componen el libro.
Este primero se titula «En el último segundo» y en palabras del escritor, lo que él nos quiere explicar es que el proceso está en el éxito.

«El entrenador solicitó tiempo muerto. Sólo quedaban cinco segundos para el final del partido y su equipo perdía por dos puntos. O encestaban en la última jugada, o el descenso de categoría estaba consumado. Un descenso que sumiría al club, abrumado por las deudas, en una crisis de imprevisibles consecuencias. «¿Quién se atreve a lanzar a canasta?», preguntó a sus pupilos. Nadie respondió.»¿Quién?», apremió el técnico en un grito desgarrador. «Yo», respondió una voz susurrante desde el extremo del banquillo. «¿Tú?» Era Juan, el suplente de los suplentes, el jugador inscrito para completar el cupo de fichas nacionales «¿Alguien más?». Silencio. Alguien era Juan, sólo Juan, el único integrante de su plantilla con redaños suficientes. El entrenador, tras escrutar los ojos del voluntario tomó la decisión más crucial de su carrera. Ordenó al pivote que, cuando sacara de fondo, le pasara la pelota a Juan. «Y que sea lo que Dios quiera».
Juan recibió el balón, avanzó unos metros botando la pelota, sorteó a un rival y, en el último segundo, lanzó desde más allá de los 6,75 metros. Encestara o no, Juan supo en ese instante que había alcanzado la cumbre como deportista.»

Y con permiso de mi querido y admirado Salvador Robles, este último relato titulado «Algo que hacer» se lo quiero dedicar a mi padre, porque el hizo con mi madre todo eso que aún quedaba por hacer.

«- Ya no hay nada que hacer- dijo el oncólogo, con la barbilla hincada en el pecho, abatido por la nueva derrota de la Medicina.
-¿Por qué?, preguntó la mujer.
-Porque su marido no tiene curación.
-He de asearlo, he de alimentarlo, he de confortarlo, hoy y, tal vez, mañana, y pasado, y el otro, y el otro… ¿Cómo que no hay nada que hacer?
El médico alzó la cabeza y miró a la mujer con unos ojos iluminados por la ternura.
-Gracias, señora.
-Gracias, ¿por qué?
-Por enseñarme que, mientras quede un hálito de vida, siempre hay algo que hacer.»

19Mar/14

LA FIESTA DE LAS PALABRAS, EN BILBAO. SALVADOR ROBLES MIRAS

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ALGO GRANDE
Se emocionaba con las historias que leía y las películas que veía, a veces incluso derramaba alguna lágrima; pero el hombre, a sus muchos años, no recordaba haber emocionado a nadie. Como temía irse al otro mundo sin dejar casi nada suyo en éste, tomó la determinación de hacer algo grande durante el tiempo que le quedaba. Probó a escribir el guión de una película. Fracasó. Acompañado de una guitarra, pugnó por componer una canción. Fracasó. Intentó pintar un cuadro. Fracasó. Pero los fracasos no se fueron de vacío; habían dejado algo en él: experiencia, el germen del éxito. Sabía lo que tenía que hacer. Guardó la pluma, la guitarra y el pincel en un armario con doble candado, y se aprestó a vivir con el corazón en la mano.
A primera hora de una mañana gris de otoño, salió de casa sin rumbo fijo, dejando que su intuición le guiase. Ésta le condujo a las profundidades de la tierra. “Sube a un vagón del metro”, le dijo. “Yo busco la vida. ¿Qué voy a hacer ahí?” “La vida late en el corazón del prójimo. Sube”. Obedeció sin rechistar. En las siguientes horas, entabló conversación con casi todas las personas que se sentaron a su lado, que fueron unas cuantas: una anciana viuda que siempre iba acompañada del recuerdo de su marido, un estudiante repetidor que no se sentía derrotado, una mujer triste que no perdía la esperanza de recuperar la alegría, un cantante que cantaba su propia canción, un hombre feo que admiraba la belleza, una mujer bella cuya belleza decía no pertenecerle, una adolescente que se había percatado de que su primer amor no era el amor primero, un viejo que había perdido la cuenta de los años que tenía… Al llevar el corazón en la mano, el hombre conoció los corazones de otras manos. Fue un día inolvidable. Al día siguiente, repitió la experiencia de emocionar emocionando.
Una tarde, al cabo de varias semanas de fuertes emociones, al llegar a casa, el hombre se dio cuenta de que el corazón no latía en su pecho. Se había quedado en el metro. Esa noche, se durmió para siempre abrazado a la felicidad. Lo más grande que tenía lo dejaba en este mundo.

Eso es lo que va a ocurrir mañana, algo grande, porque se presenta en Bilbao el último libro de Salvador Robles Miras «La Fiesta de las palabras» (Revista Atticus, 2014). Este relato, que he incluido, en el post, es uno de los que recoge el libro que les animo a abrir, a comprar y a disfrutar. Lectura amena, profunda, delicada y divertida, todo a partes iguales.
Salvador no tiene que demostrar nada, pero esta obra es un verdadero regalo para sus fieles lectores. Muchos premios avalan los cuentos y microcuentos que en el libro se presentan, pero eso da igual, el buen hacer del escritor es suficiente.
Mañana en el Hotel Abando de Bilbao (Jardines Albia) a las 19 horas. No falten, si aún no han leído nada de él les sorprenderá. Cuando le oigan hablar y, sin tapujos, declarar su amor por la literatura, les enamorará.
Intervendrán en el acto: el editor, Luis José Cuadrado; la periodista de EITB Maider Martín y el actor Xabier Xalabardé quien leerá algunos textos.

Presentación en Bilbao

05Mar/14

LEOPOLDO MARÍA PANERO. TAN FRÁGIL COMO UN VERSO

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«Cuentan que la Bella Durmiente
nunca despertó de su sueño.»

También se fue Leopoldo María Panero (Madrid 1948, Las Palmas de Gran Canaria 2014), el último de los hermanos Panero que quedaba vivo, otro maldito, otro gran poeta, otro al que llamaban loco. A mi no me gusta esta palabra. Porque, como ya dije en el post dedicado a su hermano fallecido el año pasado Juan Luis Panero, yo le conocí en Las Palmas de Gran Canaria, en el año 2003, cuando trabajaba allí de periodista, y me pareció un hombre enfermo, pero, por momentos cuerdo, demasiado cuerdo, tanto como para volverse loco, como le llamaban.
Como comenté no le hice una entrevista pero hablamos, charlamos, porque fue un encuentro casual, y me pareció que me dijo mucho más que si le hubiese entrevistado, seguro.
Hoy es un día triste porque se han ido, con el autor de «Así se fundó Carnaby Street», todos los Paneros, ya que quedaban todos aún en él, en este símbolo de la poesía de los novísimos, de la poesía española contemporánea, de la poesía esencial, esa que les invito a abrir de nuevo.
Fascinado por la izquierda radical estuvo en prisión por su militancia antifranquista. Estudio dos carreras, Filosofía y Letras en Madrid y Filología Francesa en Barcelona.
La película de Jaime Chávarri «El desencanto», de 1976, es un documento único para conocer a esta familia llena de talentos y de vidas a la vez que poderosas, frágiles, tan fuertes como un poema, tan frágiles como un verso. Así eran ellos.
Aquí les dejo uno de los tantos y tantos poemas de Panero, de esos de tantos y tantos que me gustan. Se titula «Dedicatoria».
El post ha comenzado con unos versos que conforman su poema «Érase una vez».

«Más allá de donde
aún se esconde la vida, queda
un reino, queda cultivar
como un rey su agonía,
hacer florecer como un reino
la sucia flor de la agonía:
yo que todo lo prostituí, aún puedo
prostituir mi muerte y hacer
de mi cadáver el último poema.»

22Feb/14

PREGUNTITAS SOBRE DIOS. ATAHUALPA YUPANQUI

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Atahualpa Yupanqui (Argentina 1908, Nimes, 1992) fue un cantautor, poeta, escritor y guitarrista argentino considerado el más importante músico de su país de folclore.
Por su afiliación al Partido Comunista, sus trabajos sufrieron la censura en la época de Juan Perón, cuando éste estaba en la presidencia. Fue detenido y encarcelado varias veces. En una ocasión cien días como él mismo contó en alguna vez por una poesía que le trajo bastantes problemas, titulada «Preguntitas sobre Dios». Él se consideraba «dudante» no creyente, por eso compuso esta canción, poema o como lo quieran llamar, que entonó muchas veces.
Me encantaría recordar a este increíble escritor de estrofa sencilla y llana, bella y salvaje a la vez con el afán de que ustedes abran sus obras o escuchen sus canciones, que son maravillosas, a mi parecer. Aquí les dejo algunos versos de dos de sus poemas que más me gustan de él.

«El poeta»

«Tu piensas que eres distinto
porque te dicen poeta,
y tienes un mundo aparte
más allá de las estrellas.

De tanto mirar la luna
ya nada sabes mirar.
Eres como un pobre ciego
que no sabe adónde va.

Vete a mirar los mineros,
los hombres en el trigal,
y cántales a los que luchan
por un pedazo de pan.

(…)

Vive junto con el pueblo
no lo mires desde afuera,
que lo primero es ser hombre,
y lo segundo poeta.

(…)»

«Preguntitas sobre Dios»

«Un día yo pregunté:
abuelo, dónde está Dios.
Mi abuelo se puso triste,
y nada me respondió.

Mi abuelo murió en los campos,
sin rezo ni confesión.
Y lo enterraron los indios,
flauta de caña y tambor.

(…)

Mi padre murió en la mina
sin doctor ni protección.
¡Color de sangre minera
tiene el oro del patrón!

Mi hermano vive en los montes
y no conoce una flor.
Sudor, malaria serpientes,
la vida del leñador.

Y que nadie le pregunte
si sabe donde está Dios.
Por su casa no ha pasado
tan importante señor.

(…)

Hay un asunto en la tierra
más importante que Dios.
Y es que nadie escupa sangre
pa que otro viva mejor.

¿Qué Dios vela por los pobres?
Tal vez sí, y tal vez no.
Pero es seguro que almuerza
en la mesa del patrón.»

20Feb/14

EL ROMANCERO ESPAÑOL. ROMANCE DE ABENÁMAR

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Hay un tipo de literatura que me ha fascinado desde niña, los romances. Recuerdo como, en el colegio los leíamos en aquellas horas de lectura que teníamos por la tarde y luego los repetía una y otra vez. Allí se contaban historias increíbles que se quedaban fácilmente en la memoria. Después, como una pequeña juglar, me fascinaba recitarlas en mi casa. Ya no se que posición tienen los romances en los nuevos libros de literatura de las escuelas, si se siguen mimando tanto como antes, pero si no es así no hay que olvidar que los romances son tesoros literarios a los que merece la pena volver cada cierto tiempo, o empezar a leer ahora si aún se desconocen.

Como esto es un blog no puedo hablar de la historia, ni de los orígenes de los romances del romancero español, porque el espacio me lo impide pero es tan fascinante como ellos mismos.

Aquí les dejo dos de mis preferidos para que se animen, incluso a aprenderlos.

ROMANCE DE ABENÁMAR

«-¡Abenámar, Abenámar, moro de la morería,
el día que tú naciste grandes señales había!
Estaba la mar en calma, la luna estaba crecida,
moro que en tal signo nace no debe decir mentira.

Allí respondiera el moro, bien oiréis lo que diría:
-Yo te lo diré, señor, aunque me cueste la vida,
porque soy hijo de un moro y una cristiana cautiva;
siendo yo niño y muchacho mi madre me lo decía
que mentira no dijese, que era grande villanía:
por tanto, pregunta, rey, que la verdad te diría.
-Yo te agradezco, Abenámar, aquesa tu cortesía.
¿Qué castillos son aquéllos? ¡Altos son y relucían!

-El Alhambra era, señor, y la otra la mezquita,
los otros los Alixares, labrados a maravilla.
El moro que los labraba cien doblas ganaba al día,
y el día que no los labra, otras tantas se perdía.
El otro es Generalife, huerta que par no tenía;
el otro Torres Bermejas, castillo de gran valía.
Allí habló el rey don Juan, bien oiréis lo que decía:
-Si tú quisieses, Granada, contigo me casaría;
daréte en arras y dote a Córdoba y a Sevilla.
-Casada soy, rey don Juan, casada soy, que no viuda;
el moro que a mí me tiene muy grande bien me quería.»

EL INFANTE ARNALDOS

«¡Quien hubiera tal ventura sobre las aguas del mar
como hubo el infante Arnaldos la mañana de San Juan!
Andando a buscar la caza para su falcón cebar,
vio venir una galera que a tierra quiere llegar;
las velas trae de sedas, la ejarcia de oro terzal,
áncoras tiene de plata, tablas de fino coral.
Marinero que la guía, diciendo viene un cantar,
que la mar ponía en calma, los vientos hace amainar;
los peces que andan al hondo, arriba los hace andar;
las aves que van volando, al mástil vienen posar.
Allí hablo el infante Arnaldos, bien oiréis lo que dirá:
-Por tu vida, el marinero, dígasme ora ese cantar.
Respondióle el marinero, tal respuesta le fue a dar:
-Yo no canto mi canción sino a quién conmigo va.»