TRES NOVELAS EN IMAGENES. MAX ERNST
“Sabed que, desde que el hombre tiene memoria, la mujer 100 cabezas nunca ha tenido relaciones con el fantasma de la repoblación. Ni las tendrá: antes macerarse en el rocío y alimentarse de violetas escarchadas”
¿Quién es la mujer 100 cabezas? ¿quién el fantasma de la repoblación? Sólo el artista alemán Max Ernst (1891-1976) nos podría dar la respuesta, o quizás no… Este párrafo, con el que se inicia el comentario, está incluido en una novela fantástica que uno no puede parar de abrir. Abrir otra vez para volver a disfrutar, para volver a entender, para descubrir por primera vez. La novela titulada “Tres novelas en imágenes” incluye los siguientes trabajos: “La mujer 100 cabezas”, “Sueño de una niña que quiso entrar en el Carmelo” y “Una semana de bondad”. La editorial Atalanta la puso a nuestra disposición hace un par de años.
Ernst, pieza clave tanto en el movimiento dadá como en el surrealismo, fue siempre un investigador infatigable que trabajó para, sobre todo, dar a conocer la interpretación del mundo de los sueños y la imaginación.
El epílogo que recoge el libro, escrito por Juan Antonio Ramírez, además de ser perfecto y dar datos históricos muy interesantes, es ameno y ayuda a entender esas imágenes que nos dejan desnudos. Buscamos texto y no encontramos más que dos o tres frases sueltas, buscamos un significado, y no encontramos más que la angustia de una imagen tras otra. Por eso, si se quiere ir sobre seguro, es mejor comenzar por el epílogo, los más valientes y soñadores pueden lanzarse al vacío con las imágenes.
De “La mujer 100 cabezas” me quedo con varias imágenes que me han llamado la atención y que se encuentran repartidas por los nueves capítulos de los que consta. Por ejemplo una imagen del capítulo segundo que viene acompañada del siguiente texto: “¿Este mono será católico por casualidad?, o una del capítulo tercero que se titula “La yaya”. La estampa que se incluye con la frase: “El gesto elegante del ahogado” me gusta también. En este primer libro observamos la vida de un ser imaginario.
“Sueño de una niña que quiso entrar en el Carmelo” nos presenta a una joven que experimenta a través de sus sueños, el sexo en todas sus variantes.
De cada capítulo me gustaría destacar una imagen. Del capítulo primero, la introductoria que se apoya en el siguiente comentario: “El Padre: “Vuestro beso me parece adulto, hija mía. Venido de Dios, llegará lejos. ¡Vamos, hija mía, continuad y…”
Del segundo: “Marceline-Marie, saliendo del mar antropófago: “Todas mis alegrías tienen una coartada y mi cuerpo se cubre de cien fisuras profundas.”
“…la marcha se hace penosa. La tierra es blanda y blanca”. Marceline-Marie se despierta, un poco aturdida. Corrige su atuendo que, esta vez, es verdaderamente indecente, y se duerme de nuevo sonriendo. El sueño continúa.”, así se presenta esta imagen del capítulo tercero.
Y del último capítulo: “La anunciacion hecha a papá: “No os aflijáis, padre mío: mi esposo celestial se ha vuelto loco. Pero yo guardo en mi santuario la cabeza y los brazos que han tocado el trueno.”
“Una semana de bondad” está estructurada en diferente cuadernos que corresponden a los días de la semana. Los trabajos del primer cuaderno me gustan especialmente por la combinación que Ernst plasma de animales y personas. El segundo cuaderno, titulado como “Lunes” deja unas obras muy bellas en el que el agua es el protagonista.
En el tercero todas las imágenes transcurren en lugares cerrados y tienen mucho encanto.
En el cuarto cuaderno, el artista alemán vuelve a jugar con la pareja de humanos y animales, esta vez con aves como protagonistas y el resultado es espectacular.
Los capítulos restantes no guardan una estructura tan marcada pero sus imágenes son igualmente sorprendentes.
© 2009 Araceli Cobos