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23Oct/10

EL HOMBRE QUE INVENTÓ MANHATTAN. RAY LORIGA

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Simonetta envidia a su hermana Laura. Simonetta es redactora jefe de la revista Amazonas sofisticadas, la vida le va bien, pero envidia a Laura, y la envidia porque tiene todo lo que ella no tiene, belleza, encanto y hasta al actor mexicano que ella acababa de entrevistar hace unos días.
Andreas Ringmayer III tiene sueños eróticos con dos coreanas que trabajan en el salón de belleza de madame Huong. Zen Zen y Zen Lee son bellas a rabiar. ¿Por qué las conoce? Sólo porque su mujer Martha frecuenta ese salón de belleza, que justo es el que también frecuenta Laura, la adorable Laura. Y eso, que a Andreas le encantan las coreanas y sueña con ellas y tiene miedo de soñar con ellas en voz alta porque si Martha se enterase de esto…aunque sólo sean pensamientos, pero… pero lo que no sabe es que Martha tiene su propia vida y sus propios disfrutes además de un marido llamado Andreas Ringmayer III.
Pero en el Manhattan de Ray Loriga (Madrid, 1967) aún hay más, mucho más, un celador llamado Ramón Romero al que le encantan las investigaciones, así en plan detective, y un muerto Arnold Grumberg, vendedor de pianos, axfisiado por el amor que le profesa su madre.
Y también estan Chad y Charlie, dos rumanos que se disputan, en broma, el honor de haber inventado Manhattan.
Y hasta hay un ratón que se llama Missy, y un asesino Jimmy el Pincho,…y muchas más cosas y muchos más personajes, que con la maestría, el humor, la ironía y la frescura que impregnan todas sus obras ,muestra Ray Loriga, en su libro “El hombre que inventó Manhattan”. Un mosaico de personajes, de voces cruzadas que el escritor madrileño encadena con el encanto y la profesionalidad que le caracterizan.
Especialmente me gustan las historias de Arnold y Andreas Ringmayer III. Los capítulos que se refieren a este último personaje se titulan: “Peces voladores”, “Europeos”, “Ansonia”, “Linea 2” y “El pene de Ullrich”. Las historias de Arnold, y en particular las conversaciones que tiene con su madre, están llenas de humor.
Del capítulo “Todo por amor” transcribo una parte de la conversación del vendedor de pianos y su madre.

-¿Has desayunado?
-Sí, mamá.
-Ya, y mi culo tiene plumas. El desayuno es la comida más importante del día, te lo he dicho cien millones de billones de veces.
-Pensaba ir luego a…
-Ya, a veces mi culo levanta el vuelo con sus plumas de colores.
-Mamá, por favor.
-Ni por favor, ni leches. DESAYUNA.
-¿Cómo estás?
-Sola. Ah, por cierto, estuve el otro día en el cementerio de Riverdale y estoy pensando seriamente en una de esas parcelitas, cuestan una cantidad insensata de dinero pero creo que merece la pena. Hay sitio para los dos, uno al lado del otro.
-¡MAMÁ!
-Hay que hablar de estas cosas, hijo mío. Uno al lado del otro, como debe ser, no uno encima del otro, como hacen en otros sitios. Por eso vale más caro, pero es una parcelita muy mona. Tienes que venir un día a verlo.
(…)
-¿Arnie? ¿Estás ahí todavía?
-Estaba a punto de colgar.
-He dicho que te quiero, Arnie y tú me has dicho “cuídate”. No veo yo que sea lo mismo. “Cuídate” se le dice a cualquiera aunque nos importe un bledo que se cuide o no.
-¿Qué quieres ahora?
-Ya lo sabes.
-Adiós mamá. No puedo estar todo el día…
-Dímelo.
-Mamá, por favor…
-Dímelo.
-Si ya lo sabes…
-No lo sé. Si no me lo dices, no lo sé. ¿Tú sabes cuántos años hace que no me lo dices?
-Mamá, no soy un niño. Esto es ridículo.
-Dímelo, dímelo, dímelo, dímelo…
-Voy a colgar.
-Dímelo, dímelo, dímelo.
-Tienes que ver a un médico, madre; estás perdiendo la cabeza.
-Dímelo, dímelo…
-¡Está bien! ¡Me vas a volver loco! Te quiero, mamá, te quiero mucho. ¿Contenta?
-Gracias, Arnie, y desayuna, por el amor de Dios.”

El capítulo “Europeos” contiene las andanzas de Andreas Ringmayer III, y como los otros que tratan de él, son estupendos.

“Andreas dejó al niño en la cocina y fue a lavarse las manos. “Cuando uno se sabe culpable, pensaba Andreas, todas las miradas parecen de reprobación. No hay forma humana de que Martha sepa nada de este deseo. Sólo he visto a estas mujeres desnudas aquí dentro, en mi cabeza, y por mucho que me conozca Martha no puede llegar tan lejos. Las mujeres, en contra de lo que ellas creen, no son adivinas. No he mencionado jamás a mid s

mis dos coreanas en voz alta”. Aquí le entró a Andreas una duda terrorífica. Tal vez en sueños. Tal vez. Era imposible estar seguro. Soñaba con ellas a menudo, así que no podía descartarlo. Y si así fuera, ¿acaso no puede uno soñar con lo que le dé la gana? Ese argumento era más que suficiente para él, pero seguramente no lo sería para Martha. Y, aún así, no se lleva a un hombre al cadalso por los crímenes que sueña cometer sino por los crímenes que comete.”

Otro capítulo para no olvidar es “Cerca del Belasco”. Les prometo que el libro les encantará si ya son seguidores de Loriga y si aún no lo son, abrir esta novela les hará enamorarse de él.
El Aleph Editores lo editó en 2004.
Otro libro imprescindible de él es “Tokio ya no nos quiere”. Su prosa natural e inteligente también les encandilará.
Loriga, novelista, guionista y director de cine, es uno de los autores de su generación más valorados por la crítica nacional e internacional.
Y hablando de Loriga, no quiero dejar pasar la oportunidad de nombrar a su padre José Antonio Loriga. Un gran pintor e ilustrador, miembro del desaparecido “Grupo 13”. Su página web es preciosa. Hace un recorrido por muchos de sus trabajos, grafismos, pintura, ilustraciones, y todos son especiales. Además, su hijo, le escribe unas palabras a través del texto titulado “La calma de la piedra”.

© 2010 Araceli Cobos