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08Oct/10

BASTA ASÍ, ÁNGEL GONZÁLEZ

BASTA-ASiaNGELGONZaLEZ

“Si yo fuese Dios
y tuviera el secreto,
haría
un ser exacto a tí;
lo probaría
(a la manera de los panaderos
cuando prueban el pan, es decir:
con la boca),
y si ese sabor fuese
igual al tuyo, o sea
tu mismo olor, y tu manera
de sonreír,
y de guardar silencio,
y de estrechar mi mano estrictamente,
y de besarnos sin hacernos daño
de esto sí estoy seguro: pongo
tanta atención cuando te beso;
entonces,
si yo fuese Dios,
podría repetirte y repetirte,
siempre la misma y siempre diferente,
sin cansarme jamás del juego idéntico,
sin desdeñar tampoco la que fuiste
por la que ibas a ser dentro de nada;
(…)

Este fragmento de poema, titulado “Me basta así” es del genial poeta Ángel González, y pertenece a su libro “Palabra sobre palabra”, escrito en 1965.
Ángel González (Oviedo 1925, Madrid 2008) fue uno de los grandes, uno de los grandes poetas de la Generación del 50.
En enero de 1996 fue elegido miembro de la Real Academia de la Lengua Española en el sillón “P” sustituyendo al escritor Julio Caro Baroja.
González llena su obra de intimismo y poesía social con una ironía que sólo el puede manejar. Los asuntos cotidianos en sus manos se resuelven con un lenguaje coloquial, accesible, claro. Rasgos que acompañan a los colegas de generación como José Ángel Valente, Jaime Gil de Biedma, Carlos Barral, José Agustín Goytisolo, o José Manuel Caballero Bonald.
La madrugada del 12 de enero de 2008 falleció el poeta, a los 82 años, en Madrid, a causa de la insuficiencia respiratoria crónica que padecía.
En 2009, Joaquín Sabina le dedica la canción “Menos dos alas” incluida en su disco “Vinagre y rosas”, escrita junto a Benjamín Prado.
Les invito a leer a González, un gran poeta, no se puede decir más, basta así.

De “Me falta una palabra, una palabra”, de su poemario “Áspero mundo”, escrito en 1956.

“Me falta una palabra, una palabra
sólo
(Un niño pide pan; y yo pido menos).
Una palabra dadme, una sencilla
palabra que haga juego
con…
(Qué torpes
mujeres sucias me interrumpen
con su lento
llorar…)
Comprended: cualquiera de vosotros,
olvidada en sus bolsos, en su cuerpo,
puede tener esa palabra.
(Cruza más gente rota, llegan miles
de muertos.)
La necesito: ¿No veís
que sufro?
(Casi la tenía ya y vino ese hombre
ceniciento.)
Ahora…
¡Una vez más!
Así no puedo.”

© 2010 Araceli Cobos