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24Abr/11

MANUEL ALTOLAGUIRRE, LA CANCIÓN EN LA POESÍA

MANUEL-ALTOLAGUIRRE-LA-CANCIoN-EN-LA--POESiA

“Las barcas de dos en dos,
como sandalias del viento
puestas a secar al sol.

Yo y mi sombra, ángulo recto.
Yo y mi sombra, libro abierto.

Sobre la arena tendido
como despojo del mar
se encuentra el niño dormido.

Yo y mi sombra, ángulo recto.
Yo y mi sombra, libro abierto.

Y más allá, pescadores
tirando de las maromas
amarillas y salobres.

Yo y mi sombra, ángulo recto.
Yo y mi sobra, libro abierto.

Debía ser muy pequeña cuando leí por primera vez este poema, pero esto versos: “Yo y mi sombra, ángulo recto. / Yo y mi sombra, libro abierto.” se quedaron grabados en mí como si del estribillo de una canción se tratase. Cuando uno vuelve a releer escritos o a toparse con escritores a los que admira como es el caso de Manuel Altolaguirre, un pedazo muy importante de la infancia vuelve a nuestros ojos. Ese trozo de infancia en la que uno se sumerge en las primeras lecturas que quedarán marcadas para siempre. Ya lo he mencionado en otras ocasiones en el blog y ocurrirá muchas veces más. Lo sé porque tengo, también como una canción grabados, muchos versos de Juan Ramón Jiménez o Antonio Machado.
Manuel Altolaguirre escribió este poema titulado “Playa” en 1926 y lo incluyó en el poemario titulado “Las islas invitadas”. Se lo dedicó a Federico García Lorca, otro de los grandes del grupo poético del 27.
Manuel Altolaguirre nació en Málaga en 1905. Fue fundador y director, con Emilio Prados, de la revista Litoral. Murió en Burgos en 1959.
Se ha dicho en muchas ocasiones que quizás, el malagueño sea el poeta más espiritual de la Generación del 27.

Me gustaría compartir con ustedes algunas poesías más de este excelente creador.
Por ejemplo el poema titulado “Soledad sin olvido” recogido en el poemario “Poesía”.

“¡Qué pena ésta de hoy!
Haberlo dicho todo,
volcando por completo
lo que pesaba tanto,
y ver luego que todo
se queda siempre dentro,
que las palabras fueron
espejos engañosos,
cristales habitados
por fantasmas sin vida;
que todo queda dentro
con sus negras presencias,
insistentes, doliendo.”

Por último, y de esta misma obra, los versos titulados “Tus palabras”

“Apoyada en mi hombro
eres mi ala derecha.
Como si desplegaras
tus suaves plumas negras,
tus palabras a un cielo
blanquísimo me elevan.

Exaltación. Silencio.
Sentado estoy a mi mesa,
sangrándome la espalda,
doliéndome tu ausencia.”

© 2011 Araceli Cobos