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03Ene/10

TRES NOVELAS EN IMAGENES. MAX ERNST

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“Sabed que, desde que el hombre tiene memoria, la mujer 100 cabezas nunca ha tenido relaciones con el fantasma de la repoblación. Ni las tendrá: antes macerarse en el rocío y alimentarse de violetas escarchadas”
¿Quién es la mujer 100 cabezas? ¿quién el fantasma de la repoblación? Sólo el artista alemán Max Ernst (1891-1976) nos podría dar la respuesta, o quizás no… Este párrafo, con el que se inicia el comentario, está incluido en una novela fantástica que uno no puede parar de abrir. Abrir otra vez para volver a disfrutar, para volver a entender, para descubrir por primera vez. La novela titulada “Tres novelas en imágenes” incluye los siguientes trabajos: “La mujer 100 cabezas”, “Sueño de una niña que quiso entrar en el Carmelo” y “Una semana de bondad”. La editorial Atalanta la puso a nuestra disposición hace un par de años.
Ernst, pieza clave tanto en el movimiento dadá como en el surrealismo, fue siempre un investigador infatigable que trabajó para, sobre todo, dar a conocer la interpretación del mundo de los sueños y la imaginación.
El epílogo que recoge el libro, escrito por Juan Antonio Ramírez, además de ser perfecto y dar datos históricos muy interesantes, es ameno y ayuda a entender esas imágenes que nos dejan desnudos. Buscamos texto y no encontramos más que dos o tres frases sueltas, buscamos un significado, y no encontramos más que la angustia de una imagen tras otra. Por eso, si se quiere ir sobre seguro, es mejor comenzar por el epílogo, los más valientes y soñadores pueden lanzarse al vacío con las imágenes.
De “La mujer 100 cabezas” me quedo con varias imágenes que me han llamado la atención y que se encuentran repartidas por los nueves capítulos de los que consta. Por ejemplo una imagen del capítulo segundo que viene acompañada del siguiente texto: “¿Este mono será católico por casualidad?, o una del capítulo tercero que se titula “La yaya”. La estampa que se incluye con la frase: “El gesto elegante del ahogado” me gusta también. En este primer libro observamos la vida de un ser imaginario.
“Sueño de una niña que quiso entrar en el Carmelo” nos presenta a una joven que experimenta a través de sus sueños, el sexo en todas sus variantes.
De cada capítulo me gustaría destacar una imagen. Del capítulo primero, la introductoria que se apoya en el siguiente comentario: “El Padre: “Vuestro beso me parece adulto, hija mía. Venido de Dios, llegará lejos. ¡Vamos, hija mía, continuad y…”
Del segundo: “Marceline-Marie, saliendo del mar antropófago: “Todas mis alegrías tienen una coartada y mi cuerpo se cubre de cien fisuras profundas.”
“…la marcha se hace penosa. La tierra es blanda y blanca”. Marceline-Marie se despierta, un poco aturdida. Corrige su atuendo que, esta vez, es verdaderamente indecente, y se duerme de nuevo sonriendo. El sueño continúa.”, así se presenta esta imagen del capítulo tercero.
Y del último capítulo: “La anunciacion hecha a papá: “No os aflijáis, padre mío: mi esposo celestial se ha vuelto loco. Pero yo guardo en mi santuario la cabeza y los brazos que han tocado el trueno.”
“Una semana de bondad” está estructurada en diferente cuadernos que corresponden a los días de la semana. Los trabajos del primer cuaderno me gustan especialmente por la combinación que Ernst plasma de animales y personas. El segundo cuaderno, titulado como “Lunes” deja unas obras muy bellas en el que el agua es el protagonista.
En el tercero todas las imágenes transcurren en lugares cerrados y tienen mucho encanto.
En el cuarto cuaderno, el artista alemán vuelve a jugar con la pareja de humanos y animales, esta vez con aves como protagonistas y el resultado es espectacular.
Los capítulos restantes no guardan una estructura tan marcada pero sus imágenes son igualmente sorprendentes.

© 2009 Araceli Cobos