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24Sep/12

EL REY VAGO

Érase una vez un rey que estaba cansado de serlo. Muy, muy cansado de serlo. Tanto, que cada día, era un poco más holgazán y desatendía los deberes del reino sin importarle lo más mínimo lo que en sus tierras sucediera.
La reina, cansada de la actitud del monarca, no sabía que hacer con él. A todos los consejeros reales había llamado ya para hacerle entrar en razón, a todos los magos con sus pócimas milagrosas había atendido, pero nada, de nada, de nada había sucedido.
Un día, el rey, tan vago como siempre, decidió ir al río para darse un baño. Allí, chapoteando en las aguas, sin hacer nada, estaba feliz y tranquilo, tanto que se quedó dormido.
Al despertar, se dio cuenta de que había perdido su corona. Sobresaltado, miró por todas partes, pero no la encontró.
Al de un rato, pensó que eso era maravilloso. Y lejos de entristecerse se puso a dar saltos de alegría.
-¡He perdido mi corona! ¡Que bien!, ¡que consuelo!, ¡que ilusión!. Ya no seré nunca más el rey de la nación, se dijo contentísimo.
Así se presentó en palacio, con cara de júbilo y una sonrisa de oreja a oreja que dejó a la reina patidifusa.
-¿Qué demonios te pasa?, le preguntó su esposa, la reina.
-¡He perdido mi corona! ¡Qué bien!, ¡qué consuelo!, ¡qué ilusión!. Ya no seré, nunca más, el rey de esta nación, repitió atolondrado.
-¿Qué has perdido tu corona bobalicón? ¿A quién se le ocurre?, exclamó la monarca de muy malas pulgas. ¡Vete inmediatamente a buscarla!, le exigió la reina.
El rey hizo lo que su esposa le había dicho, pero solo por cumplir.
Cuando se acercó al río vio a un sapo con su corona puesta.
Aún le quedaba un pequeño corazoncito de rey, así es que le dijo al sapo, muy malhumorado, que se quitase la corona de encima de su escurridiza cabeza.
-¡Te lo ordeno! ¡Soy el rey de esta nación!, le explicó al anfibio sin pensar lo que estaba diciendo.
Luego, se dio cuenta de que el no quería ser el rey, pero ahora, ahora, que veía a ese sapo horrible con su corona puesta….ahora no le gustaba tanto la idea de que un sapo hubiese ocupado su puesto.
El sapo, encantado con su nuevo cargo, le exigió al rey que se pusiese de rodillas, pues él y nada más que él era el rey de la nación en estos momentos.
-¿De rodillas yo mequetrefe?, dijo el rey. ¡Estas hablando con el rey de la nación!
-¡Yo soy el rey!, dijo el sapo posándose de un salto en la cabeza del antiguo monarca.
El rey lloriqueando se fue a casa. Le contó a la reina lo sucedido y ésta, como era de esperar, le pegó con el rodillo de amasar en toda la cabezota.
Pasaron los días, y las gentes del reino sabían lo que había sucedido y lo peor de todo, es que estaban encantados con su nuevo rey. El sapo resultó ser un monarca eficiente, preocupado por su reino, encantador con sus súbditos y nada dado a los lujos ni al ocio.
Mientras tanto el rey, como enloquecido repetía una y otra vez:
-¡Qué amargura! ¡Soy un gran tontorrón! Ya no soy el rey de la nación…buaaaaah, buaaaah, buaaaaah….
La reina, cansada de verle llorar, de ver como se convertía cada día más en un rey bobalicón y llorón decidió ir al río y matar al sapo. Así, y de una vez por todas, se acabarían los problemas en su matrimonio y su marido recuperaría la corona.
Cuando se levantó al día siguiente, fue al río con un cuchillo. Pensaba que todo sería sencillo, pero al acercarse a la piedra donde descansaba el sapo resbaló y se calló, con tan mala suerte que la corriente del río se la llevó.
El rey, al enterarse, lloró desconsolado y entonces decidió, armado de valor que él mataría al sapo, para acabar con todos sus males. Y se prometió a sí mismo, que nunca más sería un monarca vago, ni ocioso, ni dado al lujo y a los caprichos.
Cuando se levantó al día siguiente, fue al río con un cuchillo. Pensaba que todo sería sencillo, pero al acercarse a la piedra donde descansaba el sapo éste le dijo que tuviese cuidado de no resbalarse porque de lo contrario nunca le podría matar y recuperar de nuevo la corona.
El rey sintió un escalofrío. No era capaz de matar al sapo, algo en su corazón se lo impedía. Lo intentó pero no podía.
Escondidos entre las ramas, las gentes del pueblo veían lo que estaba sucediendo.
El sapo le pedía al rey que lo matase si tan valiente se creía.
Pero entonces el rey contestó:
-No, no puedo, dijo muy dignamente. Nunca sobre mi reino se ha derramado una gota de sangre. Yo no supe cuidar mi corona, no supe ser un buen rey. Pero acepto que tú la lleves porque el pueblo te quiere.
La gente se asomó y empezó a aplaudir, y a vitorear:
-¡Viva el viejo rey! ¡Viva el gran bobalicón con su gran corazón! ¡Tenemos al nuevo rey de la nación! Sabían apreciar la bondad del antiguo monarca.
El sapo se alegró de que el rey hubiese aprendido la lección. En realidad, el no quiso nunca ser el rey. Pero gracias a él, el rey se había dado cuenta de lo importante que era ser trabajador y la suerte que tenía de ocupar su posición.
Desde aquel día, el rey fue un gran monarca, lleno de bondad, que se repetía a si mismo, cada mañana:
-¡Que alegría! ¡Que ilusión! ¡Que fortuna tengo yo! Soy, otra vez, el rey de la nación.
Por cierto, la reina que se había quedado enganchada a unos juncos del río volvió empapada y le quitó la corona de la cabeza en cuanto llegó a palacio.
-¿Por qué haces eso amada esposa?, le preguntó el rey.
-Porque veo que no has aprendido la lección, le contestó ella muy inteligentemente. Un rey no tiene que parecerlo, simplemente serlo. Así es que levántate del sillón, guarda tu corona, y ve a hacer a las gentes felices y a cuidar de tu nación. Y, acto seguido, le dio con el rodillo de amasar, un buen coscorrón al rey de la nación, por vago y bobalicón.

05Sep/12

LA DELICADEZA DE DAVID FOENKINOS. ¿NATHALIE, FRANCOIS Y MARKUS…Y NADA MAS?

No es bueno esto de llegar de vacaciones, relajada, sin problemas aparentes y que alguien se te tire al cuello. Pero… va a pasar, lo noto. Y mira que me lo he pensado, porque creo que es la primera vez que voy a hablar de un libro que no quería incluir, porque no se si me gusta o no, creo que no, así es que como Benoite Groult decía respecto a los hombres, si dudas entre si te gusta o no, siempre es no. Pues… quizás sea que no me gusta. Voy a matizar, me ha decepcionado. Eso es. Voy a decir que me ha decepcionado porque puse muchas ilusiones en él. Como no soy quien para hablar mal de un libro sino de darlo a conocer desde mi lectura, este comentario a esta obra servirá para que ustedes me contradigan, o mejor aún, me hagan ver que si es un buen libro y que tal vez yo no he sabido ver su belleza.
En cualquier caso, contaré que el libro, titulado: «La delicadeza», vino a mi porque estaba tirado en la librería del aeropuerto de Málaga y mi intención era colocarlo de nuevo en la estantería, pero no, algo me impulsó a comprarlo y esto fue todo. Los libros nos buscan, yo ya sabía esto, pero aún no comprendo y quizás esto es lo que mas rabia me de, por qué me quería buscar este libro a mi. No quiero pensar el porqué porque puede haber muchas razones y no todas buenas.
Continúo.
El libro es bastante dulzón, tanto que a veces parece escrito por un adolescente (¡que miedo lo que acabo de escribir!). A esta obra ya se la nombra como la novela de los diez premios, porque los tiene. Y su autor, David Foenkinos, seguro que es un tipo inteligente, que sabe muy bien los tontos que nos ponemos en la adolescencia con esto del amor, pero ya es mayorcito, nació en el 74, como para andarse con estas cosas. ¿Lo habrá hecho queriendo y la muy imbécil de mi no lo capta? En cierta ocasión, un escritor, dijo que «El niño con el pijama de rayas» le parecía una buena novela, pero quizás para adolescentes. Pero, que por otra parte, estos eran los temas que pedían los lectores, lectura fácil, historias fáciles. Cuando leí este libro de John Boyne tuve la misma sensación, pero con esta novela me ha vuelto a suceder lo mismo. ¡Qué dilema!
Continúo.

Algunas comparaciones y frases de «La delicadeza» que me han parecido demasiado infantiles:

«Markus se sentía como Amstrong en la luna», hace referencia a cuando se enamora de Nathalie, la protagonista de la novela.

«Nathalie decidió entonces caminar hacia él, caminar despacio, muy despacio. Casi habría dado tiempo a leer una novela mientras tanto.» ¿Es necesaria esta última frase?

Otra vez respecto a Nathalie: «Sus andares eran ligeros, vaporosos, como la protagonista de una película italiana de 1967.»

El siguiente párrafo se refiere a la boda de Nathalie con Francois:

«»Había que detener en el tiempo ese instante único, de la misma manera que Amstrong había plantado la bandera americana en la Luna.»

Otro párrafo que no tiene desperdicio, lo podrán encontrar en la página 12 del libro publicado por Seix Barral. Son las suposiciones que Francois hace sobre lo que se debe beber en una primera cita.

Otra vez el bueno de Markus haciendo una comparación sobre la belleza de la protagonista: «La suya era una belleza como para poner puntos suspensivos en todas partes…»

Cuando Markus pide explicaciones a Nathalie de su beso, el autor de París escribe esto: «Nuestro reloj biológico no es racional Es exactamente como la pena de amores: no sabes cuándo se te pasará.»

Bueno, basta de ser una criticona.

Nathalie, la protagonista de la obra, es una mujer feliz. Conoce el amor de la forma más inesperada y además adora al que después se convertirá en su marido Francois. Su vida está llena de literatura y buenos momentos. Todo cambia cuando su marido muere inesperadamente. Ella debe enfrentarse al dolor y más tarde ser fuerte cuando el amor llama de nuevo. Markus, un compañero de trabajo, va conquistándola, va intentado hacerse un hueco en su cuerpo lleno de belleza pero ocupado. ¿Qué pasa mientras tanto? Eso lo deben leer ustedes abriendo este libro.

Tengo que decir, que aunque no he visto la película que está basada en el libro y que dirige el propio escritor, puede suceder, que sea ésta una de las pocas ocasiones en que la película supere en calidad al libro. Así es que prometo verla. Si alguien la ha visto y ha leído el libro también me interesaría mucho saber su opinión. Creo que sólo por ver a actuar de nuevo a Audrey Tautou ya merece la pena.

Ahora, como fin de fiesta voy a escribir un diálogo que si me ha gustado del libro (quizás sea el más dulzón, lo que faltaba ¿eh?). Y algunas frases que llaman a la reflexión.

«-Yo sobre todo lo que creo es que me siento perdida.
Nathalie pronunció esa frase de golpe y porrazo. Sin la más mínima transición. Instintivamente, Markus cogió un pedazo de pan y se puso a desmigarlo.
-¿Qué haces?, le preguntó Nathalie.
-Pues como en el cuento de «Pulgarcito». Si estás perdida, tienes que dejar miguitas de pan a tu paso.
Así podrás encontrar el camino.
-¿Y supongo que el camino me lleva hasta aquí…hasta ti?
-Sí. A no ser que tengas hambre y decida comerme las miguitas de pan mientras te espero.»

Frases:

«Nadie escucha a los que dicen que quieren estar solos.»
«Quizá haya una dictadura de lo concreto que contraría siempre las vocaciones.»
«En una historia de amor, el alcohol acompaña dos momentos opuestos: cuando se descubre al otro y hay que narrarse uno mismo, y cuando ya no hay nada que decirse.»
«¿Acaso hay algo más ilógico que una afinidad?»
«Las veladas pueden ser extraordinarias, las noches inolvidables, y, sin embargo, todas desembocan siempre en mañanas normales y corrientes.»

Pues hasta aquí hemos llegado. No puedo despedirme sin criticar una cosa más. El ritmo del libro es rapidísimo y el desenlace de las actuaciones es muy forzado en ocasiones. Sobre todo al final del libro. Pero bueno, ya está. Quizás dentro de unos años lo vuelva a leer y me sorprenda, no sería la primera vez que me pasa con un libro.
Nada que decir sobre los mini capítulos, incluso, me gustan, refrescan la novela.
David Foenkinos ha escrito otro par de libros más, no estaría mal leerlos y no criticar tanto ¿verdad? Tomo nota.

15Ago/12

CUENTOS DE LA MEDIA LUNITA DE ALMODÓVAR. GARBANCITO, BLANCAFLOR O PERIQUÍN Y LA BRUJA CURUJA

Este verano, gracias a mi hijo, he vuelto a sumergirme en los cuentos que mi padre me contaba de pequeña camino de la huerta que teníamos, por el monte, de camino al colegio… ¿Sabéis quién es Garbancito? ¿Y Periquín y la Bruja Curuja? ¿Blancaflor? ¿Mariquilla ríe perlas? Si la respuesta es no, inmediatamente les invito a que abran los cuentos clásicos, «Cuentos de la Media Lunita», de Antonio Rodríguez Almodóvar.
Son preciosos, cautivadores, enriquecedores, maravillosos, una joya literaria para nuestros hijos y para nuestra memoria. El lenguaje está cuidado al mínimo detalle, los dichos, los refranes. ¡Qué dulzura! Que amor pone Rodríguez Almodóvar en todo lo que hace. Que esfuerzo en recopilar todos esos cuentos populares que a lo largo de los años han escuchado nuestros abuelos, nuestros padres, nosotros y ahora nuestros hijos. A escritores como estos nunca se cansaría uno de darles las gracias.
Antonio Rodríguez Almodóvar (Alcalá de Guadaira, Sevilla, 1941), es autor de más de cincuenta libros, entre ellos numerosos cuentos y relatos infantiles y juveniles, particularmente los «Cuentos de la Media Lunita», colección de 64 títulos, basada en los cuentos populares españoles. Como curiosidad, les diré que éstos se reeditan constantemente desde 1985 y ha alcanzado ya los cinco millones de ejemplares.
De muy joven, el escritor sevillano, fue marino mercante, carrera que simultaneó con la de Filosofía y Letras. Fue profesor interino y contratado de la Universidad de Sevilla y del Colegio Universitario de Cádiz entre 1969 y 1974, de los que fue apartado por su activa participación en la lucha antifranquista.
Como novelista ha publicado «Variaciones para un saxo», «Un lugar parecido al Paraíso», «El Bosque de los sueños» y «Si el corazón pensara», esta última, por cierto, gran contribución a la memoria histórica de la dictadura franquista, ambientada en la Sevilla de los años 50. Muchas gracias de nuevo por esa lucha.
También ha cultivado la poesía en «A pesar de los dioses» y «Poemas del viajero».
Tiene varios premios en su haber, entre ellos, el Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil, 2005, por su pentalogía «El bosque de los sueños», concedido por el Ministerio de Cultura. Premio Internacional «Infanta Elena» de Narrativa Juvenil, con su novela «Un lugar parecido al paraíso», 1991. Premio «Ateneo de Sevilla de relatos, 2004».
Una de sus obras más conocidas, «Cuentos al amor de la lumbre, I y II», compartió el Premio Nacional de Literatura, 1985, al «mejor conjunto de elementos en un libro».Lleva un prólogo de Jose Manuel Caballero Bonald (Jerez de la Frontera, 1926). Este libro, concretamente, que también está en la librería de mi casa, es una maravilla para los amantes del cuento.
El 13 de junio de 2011 recibió en Granada el I Premio Washington Irving, por toda una trayectoria literaria en favor del cuento.
Muchas más cosas podríamos decir de este gran autor, pero todo esto está ya en los libros.
Me voy a quedar, de entre todos los cuentos, con un fragmento de «Garbancito», porque me gusta mucho recordar cuando mi padre me lo contaba y me encanta ver la sonrisa de mi hijo cada vez que se lo leo por la noche, antes de dormir.

«Esto era una matrimonio sin hijos, que siempre estaba pidiéndole a Dios que les concediera uno; uno solo, aunque fuera tan chico como un garbanzo. Tanto lo pidieron, que por fin tuvieron un hijo. Y era tan chico, tan chico, como un garbanzo. Por eso le pusieron Garbancito.
(…)
-Madre, apareje usted la burra, que me voy al campo a ayudarle a padre y a llevarle la comida.
-Pero, hijo, ¿cómo vas a hacer tú eso con lo chico que eres?
-Usted me apareja la burra y me prepara el canasto.

(…)

-Padre, que ya he nacido. En la oreja de la burra vengo y le traigo el canasto.

(…)
-Mientras usted come, yo voy a arar con el buey Pinto.

(…)

El buey empezó a tirar del arado, y en un rato se hicieron un par de fanegas. Luego Garbancito llevó al Pinto a la cuadra y se echó a dormir en el pesebre. Pero como era tan chico, el buey se lo comió sin darse cuenta. El padre lo empezó a buscar dando voces:
-Garbanciiito, ¿dónde estás?
Y Garbancito contestaba:
-En la barriga del Pinto. Mátelo usted, y le daré veinticinco.
(…)
¡Qué bonitos cuentos! ¡Que bonitos recuerdos me traen! Les invito a abrir todos ellos, les sorprenderán.
Para terminar les dejo con un párrafo del prólogo de Caballero Bonald escrito en el libro «Cuentos al amor de la lumbre, I», que expresa una gran verdad.

«Como todos sabemos de sobra, la atención que se ha prestado en nuestro país al cuento popular ha atravesado por una anemia casi perniciosa. La incuria, cuando no el menosprecio, relegaron todo ese patrimonio de nuestra cultura al incierto desván de las evocaciones privadas. Salvo los aislados, y más o menos parciales, esfuerzos de Fernán Caballero, Antonio Machado y Álvarez y, sobre todo, Aurelio M. Espinosa, nadie entre nosotros se había ocupado con efectividad suficiente de discurrir por ese inmemorial acervo de la literatura oral española.»

30Jul/12

WILLIAM WORDSWORTH Y SU ODA. ESPLENDOR EN LA HIERBA

«Aunque el resplandor que
en otro tiempo fue tan brillante
hoy esté por siempre oculto a mis miradas.

Aunque mis ojos ya no
puedan ver ese puro destello
Que en mi juventud me deslumbraba

Aunque nada pueda hacer
volver la hora del esplendor en la hierba,
de la gloria en las flores,
no debemos afligirnos
porqué la belleza subsiste siempre en el recuerdo.

En aquella primera
simpatía que habiendo
sido una vez,
habrá de ser por siempre
en los consoladores pensamientos
que brotaron del humano sufrimiento,
y en la fe que mira a través de la
muerte.

Gracias al corazón humano,
por el cual vivimos,
gracias a sus ternuras, a sus
alegrías y a sus temores, la flor más humilde al florecer,
puede inspirarme idéas que, a menudo,
se muestran demasiado profundas
para las lágrimas.»

William Wordsworth escribió este poema titulado «Oda a la inmortalidad». Es recordado, sobre todo, porque una bellísima Natalie Wood lo recitaba en una clase de literatura, cuando su dolor era más fuerte que su esperanza. Hablo de la maravillosa interpretación que realizó en la película de Elia Kazan «Esplendor en la hierba». Pocas veces, una película, ha contribuido tanto a la popularidad, en este caso, de un autor clásico.
Natalie Wood y Warren Beatty, nos transportaban a un pueblo estadounidense, en donde las tradiciones y las imposiciones de los padres, sacrificaban los sueños de los jóvenes.
Este es un poema bellísimo, bien estructurado, y que como, apuntaba ya en el post anterior, actúa por si sólo, la belleza está en él, aunque no seamos capaces de recordar ni uno de sus versos, siempre recordaremos este poema. Ya saben, un poema no debería de significar sólo ser, como decía el poeta americano Macleish.
Aunque este no es un blog de cine, no puedo resistirme a invitarles a que vean, si aún no lo han hecho, esta maravillosa película, una obra de arte. Era la película favorita de mi madre. Ella hizo que la viera por primera vez, y me decía: «Fíjate, fíjate muy bien en la chica, en como lee, en su tristeza, en sus ojos,..» Siempre la veíamos juntas desde esa primera vez, en cada ocasión que teníamos una oportunidad. Me trae muy buenos recuerdos, y ahora que ella ya no está, más.
William Wordsworth (1770- 1850) fue uno de los más importantes poetas románticos ingleses. Junto con Samuel Taylor Coleridge, ayudó al despegue de la época romántica en la literatura inglesa con su publicación conjunta de «Baladas líricas» en 1798. Esta obra influyó indiscutiblemente en el campo literario del siglo XIX.
El carácter innovador de su poesía, ambientada en el sugerente paisaje del Lake District, en el norte de Cumberland, tiene mucho que ver en la elección de los protagonistas, casi siempre personajes humildes. El tema también radica en este ambiente, así pues siempre se sitúa en la vida cotidiana, en el día a día, y por supuesto, el lenguaje, que como corresponde es sencillo y directo.
Si el primer acercamiento de un escritor debe ser así, a través de una película o de un único poema que llega al azar a nuestras vidas, bienvenido sea, como se suele decir. Yo descubrí, a través de ésta película, a Wordsworth cuando tenía unos doce años, y nunca he dejado, desde entonces, de leerlo. Así es que les invito a que abran cualquiera de sus obras o comiencen a conocerlo así, viendo esta preciosa película.

14Jul/12

LA POESIA DE ARCHIBALD MACLEISH. NO SIGNIFICAR, SOLO SER

El poeta norteamericano Archibald Macleish (1892-1982) solía decir que un poema «no debería significar solo ser». Me encanta esta apreciación porque es, justamente, lo que yo pienso. ¿No les ha ocurrido a ustedes en alguna ocasión? A veces, recuerdo un poema pero no recuerdo lo que venía a decir, lo recuerdo como un trozo de belleza, de cosa bien hecha, de obra de arte literaria, pero así, sin más, sólo le recuerdo a él. Me sucede, y no se por qué, muchísimo, con poemas de Juan Ramón Jiménez, más que con los de ningún otro poeta.
Hoy, les invito a abrir cualquier libro de este grandísimo poeta americano, inteligente, sutil, inconfundible. Aquí les dejo uno de mis poemas favoritos de él. Se titula «Psique con la linterna».

El amor, que es el misterio más difícil,
busca de cada joven una respuesta
y más de los más ardientes y más hermosos.

El amor es un pájaro en un puño:
atraparlo lo esconde, mirarlo es dejarlo ir.
Girará desatado si levantas demasiado un dedo.
Se quedará si lo cubres, se quedará, más ignoto e invisible.
Guárdalo para siempre con el puño cerrado
o déjalo volar
cantando en fervor del sol y en la canción desvanecido.
No hay respuesta otra para este misterio.

El poeta se graduó en la Universidad de Yale en Literatura inglesa y en la Escuela de Leyes de la Universidad de Harvar. Fue editor, escritor, abogado y Bibliotecario del Congreso a solicitud de Roosvelt, representante de su país de en la Unesco, y ganador del premio Pulitzer de poesía en 1933 y 1953 y de drama en 1959.
Macleish dedicó su último recuerdo a sus lejanos días en las trincheras y a su hermano Kenneth que murió en aquella guerra. La guerra y la pérdida de su hermano fueron ya, y para siempre, temas constantes en su vida. Sus cartas con su hermano muerto en la guerra fueron publicadas por su madre en 1919 bajo el título de «Kenneth».
Durante la guerra se alistó en el unidad de Hospital móvil y en 1917 llegó a Francia. A principios de 1918 fue enviado al cuerpo de Artillería y posteriormente al frente como comandante de la Batería B, en el que participó puntualmente en la acción de Thierry Chateau. Antes de finalizar la batalla, fue enviado como instructor al campo Meade el resto de la guerra.

Que maestría, que inteligente y que conocedor del amor y de la belleza hay que ser para decir esto:

«El amor es un pájaro en un puño:
atraparlo lo esconde, mirarlo es dejarlo ir.»

Hay otro poema, que me gusta igualmente, con una temática bien distinta, del que quiero destacar algunos versos aquí. Se titula «Los jóvenes soldados muertos».

«Los jóvenes soldados muertos no hablan.
Sin embargo, son escuchados en las casas silenciosas:
¿Quién no los ha escuchado?

Tienen un silencio que habla por ellos de noche
y cuando el reloj cuenta los instantes.

Dicen ellos: éramos jóvenes. Hemos muerto.
Recuérdennos.

(…)

Dicen ellos: nuestras muertes no son nuestras; son de
ustedes; significarán lo que ustedes hagan de ellas.

(…)

Dicen ellos: les dejamos nuestras muertes. Dénles un significado.

(…) »

02Jul/12

DON PAYASITO. LA TERNURA DE ANA MARIA MATUTE

Don Payasito es don Payasito para los niños pero para los mayores, Don Payasito es un jornalero de la finca del abuelo que se llamaba Lucas de la Pedrería.
«Vivía solo, y él mismo cocinaba sus guisos de carne, cebollas y patatas, de los que a veces nos daba con su cuchara de hueso, y él se lavaba su ropa, en el río dándole grandes golpes con una pala. Era tan viejo que decía perdió el último año y no lo podía encontrar. Siempre que podíamos nos escapábamos a la casita de Lucas de la Pedrería, porque nadie, hasta entonces, nos habló nunca de las cosas que él nos hablaba.»
He estado, durante mucho tiempo, dándole vueltas a la cabeza, pensando en que obra incluir en el blog para rendir homenaje a la gran escritora Ana Maria Matute. No es tarea fácil por lo prolijo de su obra, su genialidad, y lo peor, porque los comentarios de un blog, no dan para mucho. Hay que pensar en alguna pequeña genialidad del escritor en cuestión para, por lo menos, incitar a que abran un libro del susodicho, pero a la vez, no se puede extender uno todo lo que quisiera. Pensé entonces que don Payasito, este cuento que es una obra maestra, que es más que un cuento una poesía, la hacía muchísima justicia a la Matute. Ella, defensora de la fantasía, creó al gran Don Payasito, así tan cruel como tierno en la imaginación y en la vida de unos niños, de una niña como ella.
Los niños iban buscando la fantasía, don Payasito les llamaba «muchachitos malvados de la isla del mal». Don Payasito, a pesar de todas sus cosas y sus tristezas, volvía a encontrarse con su personaje.
«Corríamos mi hermano y yo hacia el bosque, y en cuanto nos adentrábamos entre los troncos nos invadía la negrura verdosa, el silencio, las altas estrellas del sol acribillando el ramaje. Hendíamos el musgo, trepábamos sobre las piedras cubiertas de líquenes, junto al torrent. Allá arriba, estaba la nuevecilla de don Payasito, el amigo secreto.»
Pero don Payasito no empezaba la función sin monedillas de plata que los niños robaban sólo para él. «Mientras había dinero había bailes y canciones. Cuando el dinero se acababa don Payasito se echaba en el suelo y fingía dormir.»
«Venía envuelto en su capa encarnada, con soles amarillos. Llevaba un alto sombrero puntiagudo de color azul, el cabello de estopa, y una hermosa, una maravillosa cara blanca, como la luna. Con la diestra se apoyaba en un largo bastón, rematado por flores de papel encarnadas, y en la mano libre llevaba unos cascabeles dorados que hacía sonar.»
Un día don Payasito ya no está y todas las monedas de los niños se quedan «esparcidas como pálidas estrellas por entre los restos.» ¡Qué bonita comparación! Gracias doña Ana María Matute por tanta ternura y tanto encanto.

Ana María Matute (Barcelona, 26 de julio de 1925, 25 de junio de 2014) obtuvo el Premio Cervantes en 2010. Es, sin ninguna duda, una de las mejores novelistas de la posguerra española.
Se dice que su mejor obra es la trilogía «Los Mercaderes», que está compuesta por «Primera memoria», «Los soldados lloran de noche» y «La trampa».