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13Mar/11

LA CASA EN MANGO STREET. SANDRA CISNEROS

LA LIBERTAD NO ESTÁ EN LA CASA EN MANGO STREET

“Cuando te vayas tienes que acordarte de regresar por los demás. Un círculo, ¿comprendes? Tú siempre serás Esperanza. Tú siempre serás Mango Street. No puedes borrar lo que sabes. No puedes olvidar quién eres. (…) Debes acordarte de regresar. Por los que no pueden irse tan fácilmente como tú.”
Esperanza Cordero busca, desde niña, la libertad. La libertad para salir de la pobreza, del miedo. La libertad para tomar sus propias decisiones,. Porque la libertad es lo que más anhela Esperanza, la protagonista de “La Casa en Mango Street”. Un libro que hay que leer. Imprescindible. Me ha sorprendido esta pequeña novela en su extensión, que no en su calidad, escrita por la autora estadounidense Sandra Cisneros, nacida en Chicago en 1954.
Esta historia recoge un año en la vida de una niña, casi una adolescente, Esperanza. Vive con su familia en Mango Street, un gueto chicano de Chicago. Vive en una casa pequeña, roja y destartalada. Su ilusión es escapar pronto de allí.
La escritora nos deja una serie de viñetas cortas que descubren la vida diaria del arrabal, como se comportan sus gentes, como hablan, como sufren, pero sin traumas. Es un relato delicado, irónico, real, auténtico.
Cisneros vive actualmente en San Antonio, Texas, en su famosa “Casa Morada” donde escribe y dedica parte de su tiempo a impartir talleres de escritura a autores latinos.
La novela se estudia tanto en escuelas como universidades de todo el país y ha sido traducida a multitud de idiomas.
Este libro, que hace un par se semanas encontré en un mercado de libros usados, aquí en Múnich, me ha hecho reforzarme en la idea de que uno no elige los libros que quiere leer, que también, sino que los libros, por alguna razón inexplicable, llegan a uno en el momento en que menos te lo esperas. Es como si cuando naciéramos, cada uno, el destino, le tuviera preparado los libros, que va a leer el resto de sus días. Porque los libros también marcan un poco nuestro camino. O al menos, y afortunadamente, se cruzan en nuestro camino, para no dejar de sorprendernos.
Aquí les dejo algunos fragmentos de esta novela exquisita.

“Nunca acabas de llenarte de cielo. Puedes dormirte y amanecer borracho de cielo, y del cielo puede cuidarte cuando andas triste. Aquí hay demasiada tristeza y no bastante cielo. También hay poquitas mariposas, flores y casi todas las cosas que son bellas. A pesar de eso, hacemos lo mejor con lo que tenemos.”

“Soy una hija fea. Soy la que nadie viene a buscar.
Nenny dice que no va a esperar toda su vida para que venga por ella un marido, que la hermana de Minerva dejó la casa de su madre teniendo un bebé, pero ella tampoco quiere ese camino. Quiere las cosas a su modo. Nenny tiene ojos bonitos y es muy fácil hablar así cuando eres bonita.
Mi madre dice que cuando yo crezca mi pelo polvoriento se aplacará y mi blusa aprenderá a mantenerse limpia. pero he decidido no crecer mansita como las otras. que ponen su cuello en la tabla de picar en espera de la cuchilla.
En las películas siempre hay una de labios rojos rojos que es bella y cruel. Es la que vuelve locos a los hombres y los espanta con sus risas. Su poder le pertenece. Ella no lo suelta.
He comenzado mi propia guerra silenciosa. Sencilla. Segura. Soy la que se levanta
se levanta de la mesa como los hombres, sin volver la silla a su lugar ni recoger el plato.”

Para Sandra Cisneros, su madre, fue, una de las mujeres más importantes de su vida. Ella la animaba, ella creía en ella. Ella le dio todos los deseos a Sandra y Sandra los convirtió en realidad. Creo que en el capítulo “Bien águila” está su madre.

“Yo pude haber sido alguien, ¿sabes?, dice mi madre y suspira. Toda su vida ha vivido en esta ciudad. Sabe dos idiomas. Puede cantar una ópera. Sabe reparar la tele. Pero no sabe qué metro tomar para ir al centro. La tomo muy fuerte de la mano mientras esperamos a que llegue el tren.
Cuando tenía tiempo dibujaba. (…) Algún día le gustaría ir al ballet. Algún día también, ver una obra de teatro. Pide discos de ópera en la biblioteca pública y canta con pulmones aterciopelados y poderosos como glorias azules.
Hoy, mientras cuece la avena, es Madame Butterfly hasta que suspira y me señala la cuchara de palo. Yo pude haber sido alguien, ¿sabes? Ve a la escuela, Esperanza. Estudia macizo. Esa Madame Butterfly era una tonta. Menea la avena. (…) Tienes que cuidarte solita, dice moviendo la cabeza.”

En el capítulo “Rosas de linóleo”, Cisneros deja claro, su preocupación por la libertad de las mujeres. Esa libertad, que muchas mujeres confunden y no llegan a alcanzar.

“Sally se casó como sabíamos que lo haría, joven e impreparada pero casada igual. (…) Ahora tiene su marido y su casa, sus fundas de almohada y sus platos. Dice que está enamorada, pero yo creo que lo hizo para escapar.
Sally dice que le gusta estar casada porque ahora puede comprarse sus cositas cuando su marido le da dinero. Está feliz, excepto algunas veces que su marido se pone furioso y una vez rompió la puerta cuando su pie pasó hasta el otro lado pero la mayoría de los días está okay. Excepto que no la deja hablar por teléfono. Y tampoco la deja asomarse a la ventana. Y como a él no le gustan sus amigos, nadie viene a visitarla a menos que él esté trabajando.
Se queda sentada en casa por miedo a salir sin permiso. Mira todas las cosas que son suyas: las toallas y el tostador, el reloj despertador y las cortinas. Le gusta mirar las paredes, con qué pulcritud se encuentran sus esquinas, las rosas en el linóleo del piso, el techo lisito como pastel de novia.”

© 2011 Araceli Cobos