Archivos de la categoría: OLIVERIO GIRONDO

15Ene/15

UNA MUJER QUE SEPA VOLAR. OLIVERIO GIRONDO

UNA-MUJER-QUE-SEPA-VOLAR-OLIVERIO-GIRONDO-600x220

Que difícil, pero qué difícil es elegir un par de poemas del gran Oliverio Girondo (Buenos Aires, 1891-1967), por falta de espacio, y que rabia da no poder ponerlos todos. Todos increíbles, todos con encanto, todos inquietantes, todos duros y tiernos, todos demasiado verdaderos, demasiado todo. Tanto todo cabe en cada verso que uno se encuentra indefenso y a la vez protegido por la verdad de la palabra, por la lealtad al pensamiento del poeta.
Admiro la obra de Girondo profundamente. Girondo es inteligente, tremendamente inteligente, y detrás de cada ironía, de cada nota de humor, hay una reflexión tan suave, tan tierna… Les invito a que abran su obra, a que la lean y la disfruten.

¡TODO ERA AMOR!

¡Todo era amor…amor!
No había nada más que amor.
En todas partes se encontraba amor.
No se podía hablar más que de amor.
Amor pasado por agua, a la vainilla,
amor al portador, amor a plazos.
Amor analizable, analizado.
Amor ultramarino.
Amor ecuestre.
Amor de cartón piedra, amor con leche…
lleno de prevenciones, de preventivos;
lleno de cortocircuitos, de cortapisas.
Amor con una gran M, con una M
mayúscula,
chorreando de merengue,
cubierto de flores blancas…

(…)

Amor con sus accesorios, con sus
repuestos;
con sus faltas de puntualidad, de
ortografía;
con sus interrupciones cardíacas y
telefónicas.

(…)

Amor que es, simplemente amor.
Amor y amor…¡y nada más que amor!

NO SE ME IMPORTA UN PITO…

No se me importa un pito que las mujeres
tengan los senos como magnolias o como pasas
de higo;
un cutis de durazno o de papel de lija.
Le doy una importancia igual a cero,
al hecho de que amanezcan con un aliento
afrodisíaco
o con un aliento insecticida.
Soy perfectamente capaz de soportarles
una nariz que sacaría el primer premio
en una exposición de zanahorias;
¡pero eso sí!- y en esto soy irreductible- no les
perdono,
bajo ningún pretexto, que no sepan volar.

(…)

¡Qué delicia la de tener una mujer tan ligera…,
aunque nos haga ver, de vez en cuando, las
estrellas!

(…)

Después de conocer una mujer etérea,
¿puede brindarnos alguna clase de atractivos
una mujer terrestre?

(…)

Yo, por lo menos, soy incapaz de comprender
la seducción de una mujer pedestre,
y por más empeño que ponga en concebirlo,
no me es posible ni tan siquiera imaginar
que pueda hacerse el amor más que volando.