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02Nov/15

EL FESTÍN DE BABETTE. KAREN BLIXEN

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«-Todos los días de mi vida he estado con usted. Eso usted lo sabe, no es así?

-Sí, dijo Martina. Sé que fue así.

-Y, continuó él, estaré con usted todos los días que aún me queden de vida. Cada noche, pero no con mi cuerpo, que eso no tiene importancia, sino con el alma, me sentaré con usted a la mesa, como esta noche. Porque hoy he aprendido, querida hermana, que en este mundo todo es posible.

-Si, así es querido hermano, dijo Martina. En este mundo todo es posible.»

Este es, quizás, el fragmento literario, que habla sobre el amor, más hermoso que hasta ahora haya leído nunca. El párrafo pertenece a la novela «El festín de Babette» de la magnífica escritora  Karen Blixen-Finecke (Rungsted Dinamarca 1885-1962), más conocida como Tania Blixen o como Isak Dinesen, pseudónimo que utilizó en sus obras. Con cualquiera de los tres nombres, se nos presenta en el mundo literario como una escritora tremendamente exquisita en sus escritos y porte. Elegante persona y elegante con las palabras.

Karen se casó con su primo, el barón Bror Blixen- Finecke, con quien emprendió una vida en Kenia y se dedicaron a la explotación de una plantación de café llamada The Karen Coffe Company. Su matrimonio estuvo cargado de infidelidades hasta que se divorciaron. En Nairobi conoció a un cazador británico afincado en Kenia, llamado Denys Finch Hatton. El inglés murió en accidente de avión que el mismo pilotaba y Blixen continuó con la plantación hasta que en 1931 debido a la caída de los precios del café, se vio obligada a vender las tierras. Regresó a Dinamarca y comenzó a escribir. En su libro «Memorias de África» recoge toda esta maravillosa historia y sin duda ha sido la novela que la catapultó a la fama. Pero a mi, personalmente, tanto como ésta me gusta la que aquí les presento y les invito a abrir.

El libro es una maravilla porque nos traslada a un lugar donde, en principio, uno descarta que pueda surgir el mínimo atisbo de amor más allá del religioso, por las costumbres que allí se profesan y hasta por lo yermo del paisaje y lo estructurado de los habitantes, personas agobiadas sin saberlo por el peso de lo que se debe hacer porque así es como las cosas se han hecho durante muchos años.

«En Noruega hay un Fiordo, un largo, fino brazo de mar entre altas montañas, con el nombre de Berlevaag- Fjord. Al pie de la montaña se encuentra situado la pequeña ciudad de Berlevaag, que tiene el aspecto de una ciudad de muñecas sacada de una caja de bloques de construcción de niños, ya que las casitas de madera con de todos los colores, gris, rosa o amarillo.»

Y en una de esas casitas de cuento, exactamente en una amarilla, viven las protagonistas de esta historia, dos hermosas muchachas llamadas Martina y Philippa. Hermosas en su juventud, juventud que se ha ido desvaneciendo entre la rutina diaria y la autoridad de un padre sacerdote y profeta de una  piadosa secta religiosa. Las gentes de la pequeña ciudad son sus discípulos. Éstos le profesan una gran admiración y respeto y se reúnen en su casa para hablar de la palabra del profeta. Pero a la muerte del padre, todo cambiará, o casi todo con la llegada de Babette, una criada francesa que viene a refugiarse al norte huyendo de la guerra civil que azota a Francia en 1871. Las hijas han perdido ya su lozanía y dedican todo su tiempo y su escaso dinero a hacer obras de caridad entre los más necesitados de sus vecinos. Pero siendo aún jóvenes, las chicas tuvieron sus oportunidades de ser felices. Dos hombres suspiraron por ellas, pero ellas, mirando por su padre, les dejaron escapar. Aunque, de alguna manera, llegan a conocer lo que es el amor, aunque sea en su forma más contenida, y por así decirlo, más pura.

Las tres personas vitalmente importantes que llegan a la vida de Martina y Philippa vienen huyendo de algo para ir a parar a un lugar remoto de las costas del norte de Europa. Es una metáfora muy bonita de Blixen. Allí intentan encontrar lo que buscan y el destino les dará a las dos mujeres en estas tres personas la posibilidad de conocer la verdadera amistad y generosidad en la figura de Babette y el amor en las figuras del oficial Lorens Löwenhjelm y en la figura de un gran tenor francés llamado Achille Papin. El oficial está escapando de una vida entregada a la juerga, las deudas y el mal hacer y el cantante de ópera busca la paz, el sonido de las olas y el aire puro. Ni los unos, ni las otras saben que acabaran enamorándose.

Ellas nunca confesarán su amor ni darán pie para que sus enamorados vayan más allá, de ahí el párrafo que abre el post de hoy. Pero pasados los años, cuando Martina se reencuentra con Lorens sabe que lo que sintió fue amor verdadero.

Y por supuesto, Babette es la protagonista estrella de la historia porque ella es la que trae la alegría a la casa, sus costumbres, su carácter que nada tiene que ver con el silencio y el aburrimiento que se respira en la pequeña ciudad. Y también, y esto es lo más importante, es la que trae el amor y lo salpica entre sus habitantes, reacios siempre a mostrar sus emociones. Al final, todos acaban claudicando a los abrazos, las sonrisas, los besos y las palabras de amor. ¿Cómo se las ingenia Babette para conseguir todo esto? Muy sencillo, aprovechando la fiesta que las señoras quieren hacer en memoria de su padre fallecido ya que hubiese cumplido 100 años ese quince de diciembre. Babette, a la cual le ha tocado la lotería, quiere encargarse ella misma del menú. Quiere hacer una auténtica comida francesa ya que ella había sido cocinera en el Café Anglas en París. Y, a partir de ahí, comienza lo que ya no tendrá marcha atrás. El amor llega al norte expresado de otra manera que aún desconocen.

Entre platos de sopa de tortuga, de caviar, de perdices en sarcófago, de frutas y dulces y todo esto regado con los mejores vinos de Francia, los vecinos comienzan a hablar y disfrutar unos de otros, comienzan a reír a y amarse como antes nunca lo habían hecho, sin el apoyo de las palabras del sacerdote. El amor llega al norte.

Les invito a que abran esta pequeña novela que es tan grande como el talento de su autora y que bien podía empezar como si fuese un cuento. Érase una vez. Yo que leí  la novela siendo una adolescente la recuerdo así, como un bello cuento. Disfruten de su lectura.

Quisiera comentarles que hace un par de años, encontré en una librería antigua, aquí en Múnich, un librito diminuto, que me maravilló, y les cuento la razón; porque en él estaban recogidas todas las recetas que Babette había servido en esa cena mágica. Allí, rebuscando entre la montaña de libros que olían a humedad, encontré esa pequeña joya y se hizo realidad esa frase, de no recuerdo quién, que dice, que los libros no los busca uno sino que llegan a nosotros sin aparente razón. Simplemente porque esos y no otros son los que debemos leer. Les prometo escribir una receta en el próximo post, para los más atrevidos.