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05Ene/16

LOS MUERTOS. DUBLINESES. JAMES JOYCE

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«… siempre hay en reuniones como ésta pensamientos tristes que vendrán a nuestra mente; recuerdos del pasado, de nuestra juventud, de los cambios, de esas casas ausentes que echamos de menos esta noche. Nuestro paso por la vida está cubierto de tales memorias dolorosas y si fuéramos a cavilar sobre las mismas, no tendríamos ánimo para continuar valerosos nuestra vida cotidiana entre los seres vivientes. Tenemos todos deberes vivos y vivos afectos que reclaman, y con razón reclaman, nuestro esfuerzo más constante y tenaz.»

(Discurso de Gabriel Conroy ante los asistentes a la cena)

 

Una cena de Navidad. Probablemente se celebra la fiesta de la Epifanía. Una ciudad, Dublín y el año, 1914. Como cada año, por esta fechas, Miss Kate y Miss Julia, las hermanas Markon, organizan un baile y una cena, con ganso asado y el tradicional pudding, para deleite de sus familiares, viejos amigos y alumnos de las señoritas. Todos acuden a la sombría y espigada casa de la isla de Usher, entre ellos un famoso tenor retirado Bartule D Arcy, un protestante llamado, Mr. Browne, Molly Ivors, mujer independiente de gran personalidad,  Mary Jane, sobrina de las anfitrionas que vive con ellas, Freddy Malins, amigo de Gabriel Conroy, sobrino de las hermanas Markon y, por supuesto éste último con su esposa Gretta Conroy.

La atmósfera es ideal. Fuera nieva y dentro de la casa se respira hogar, deliciosa cocina, música, buenas costumbres, tranquilidad, fraternidad y buen humor. Pero, todos los asistentes, estarán ajenos, desde el comienzo hasta el final, de lo que ocurre entre el matrimonio Conroy, todos los personajes y nosotros, los lectores de este maravilloso cuento que les invito a abrir esta noche, víspera de reyes, titulado «Los muertos», «The Dead», en su título original, y que forma parte del libro de relatos escrito por el escritor irlandés James Joyce ( Dublín 1882, Zúrich, 1941) bajo el titulo «Dublineses», 1914. Consta de quince textos, y el que a continuación les he presentado es el más extenso de cuantos conforman la obra. Este relato, del que hoy escribo, está considerado como uno de los mejores cuentos en lengua inglesa de todos los tiempos.

Es sublime, delicioso, exquisito y sorprendente hasta el final, lo que le hace único, es una maravilla literaria dentro de un género que adoro, el cuento, y en particular, los relatos ambientados en Navidad. Junto con sus novelas «Ulises» (1922) y «Retrato del artista adolescente» (1916), es «Dubliners», las tres obras más importantes de Joyce, uno de los autores más influyentes y brillantes del siglo XX. Además de representante destacado de la corriente literaria de vanguardia denominada Modernismo Anglosajón, que cuenta también con las figuras de T.S.Eliot y Virginia Woolf, entre otros literatos.

Gretta Conroy  calla muchos secretos, quizás ha callado demasiado tiempo y quizás esto le ha hecho sufrir en numerosas ocasiones. Aunque, presumiblemente, de su parte, tiene a un marido que la adora, y unos hijos que conforman una familia, de nuevo, presumiblemente, idílica. Pero… ¿qué secreto puede guardar una mujer extremadamente sensible en su corazón? Quizás ese secreto es el que la ha dado fuerzas para continuar con una farsa, la farsa de un matrimonio con un hombre al que amaba, tal vez, pero no tanto como a otro, el hombre que nunca pudo tener, el que se fue para siempre de su lado. El poder del amor es infinito, e incluso un amor antiguo puede sacar adelante un amor desgastado por el tiempo, porque los recuerdos que da el saber que una ha sido amada, es un gran motor para sobrellevar la mentira.

Se puede vivir con este secreto hasta morir, se puede. Pero, una pequeña melodía, muy grande en el recuerdo de Gretta, hace saltar la chispa como un fósforo a punto de encenderse, sin posibilidad de vuelta atrás. Gabriel, ajeno a todo, se sumirá en una nueva realidad, ¿qué ocurrirá entonces? Tienen que leer el libro para averiguarlo.

Uno de los comensales ha cantado «La joven de Aughrim» y Gretta está llorando al recordarlo ante el asombro de Gabriel. Piensa en alguien, alguien de aquel tiempo, alguien a quien conoció en Galway cuando vivía con su abuela.

La muerte de los seres amados flota durante todo el relato sin que nos demos cuenta, ni nosotros, como les digo, ni los simpáticos personajes del relato, un crisol de personalidades magnífico que quitan tensión a lo que lentamente se está cociendo a la par que el ganso, en esa casa.

«De manera que ella tuvo un amor así en la vida: un hombre había muerto por su causa. Apenas le dolía ahora pensar en la pobre parte que él, su marido, había jugado en su vida. La miró mientras dormía como si ella y él nunca hubieran sido marido y mujer. (…) Se estiró con cuidado bajo las sábanas y se echó al lado de su esposa. Uno a uno se iban convirtiendo ambos en sombras. Mejor pasar audaz al otro mundo en el apogeo de una pasión que marchitarse consumido funestamente por la vida. Pensó cómo la mujer que descansaba a su lado había evocado en su corazón, durante años, la imagen de los ojos de su amante el día que él le dijo que no quería seguir viviendo.

Lágrimas generosas colmaron los ojos de Gabriel. Nunca había sentido aquello por ninguna mujer, pero supo que ese sentimiento tenía que ser amor.»

En el año 1987, el director de cine americano John Huston dirigió con un prodigiosa maestría la película «The Dubliners», basada en el relato del irlandés. Una película exquisita que les invito a que vean después de haber leído el cuento. El guión es fiel al texto de Joyce y, a excepción de una poesía romántica excepcional que Huston introduce en la cinta, lo demás es puro auténtico relato. De esta poesía grandiosa les hablaré en mi próximo post.

Para terminar, quiero desear, a todos los que siguen mi blog, un feliz año cargado de salud, de trabajo y amor y de buenas lecturas. Siempre, eternamente agradecida por sus visitas, Araceli Cobos.