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24Nov/09

EL AMANTE DEL MAR. BENOÎTE GROULT

SOnAR-CON-UN-AMANTE-BREToN

La escritora francesa Benoîte Groult consiguió su mayor éxito editorial en 1988 con su novela “Les Vaisseaux du Coeur”, traducida al español como “El amante del mar”. Hay que abrir esta obra si uno quiere soñar, si alguien aún cree en amores blindados y auténticos.

George una muchacha parisina de buena familia pasa sus vacaciones en Bretaña y allí se enamora de un antiguo amigo de la infacia, ahora convertido en un atractivo pescador, Gauvain. Dos mundos diferentes les separan pero ellos se las ingeniaran para encontrarse durante toda su vida en diferentes partes del mundo, sáltandose las reglas de las vidas correctas que cada uno lleva por separado.

Primero París y después un archipiélago del océano Índico, y después…

El libro comienza con un prólogo divertido que aclara que lo que nos vamos a encontrar después no es una aburrida historia de amor como otra cualquiera, que, afortunadamente hay sexo y ternura a partes iguales y también ironía, algo muy de agradecer en una pareja de amantes.

El primer capítulo comienza así:

“Tenía dieciocho años cuando Gauvain, entró para siempre en mi corazón, sin que lo supiéramos, ni él ni yo. Sí, comenzó por el corazón o por lo que yo tomaba por corazón en aquella época y que no era más que la piel.”

Y aquí un fragmento de la primera visita de Gauvain a París:

“En los intervalos, por un prurito de decencia y para no someternos del todo a lo irracional, nos dedicamos a visitar la torre Eiffel, el Arco del Triunfo, el Louvre…El recorrido de los turistas tras el de los amantes. Dado que Gauvain no ha visitado nunca la capital, lo embarco en un bateau-mouche. Pero todos nuestros paseos se interrumpen bruscamente: apoyados el uno contra el otro, aguijoneados por el amor, fingimos, al principio, deambular como decorosos peatones, hasta que una mirada demasiado intencionada sobre mis senos, un roce involuntario de su fornido muslo, un modo de mirar en el que adivino algo muy distinto al interés por la fachada del Louvre, nos llevan de regreso a nuestra habitación del hotel, disimulando a duras penas una premura que nos sonroja un poco.”

¿Quién puede resistirse a esta historia del rudo bretón y la fina parisina?

Y también, por supuesto, hay frases para la reflexión, como éstas:

«La decisión de emparejarse por un sentimiento de ternura, cuando ya se ha tenido la experiencia de un «matrimonio para toda la vida» y de una pasión llamada carnal, puede constituir una aventura deliciosa. En este estadio de la existencia, el amor lo es todo, por supuesto, y al mismo tiempo ya no lo es todo.»

«Sentada junto a su figura enmudecida, durante sus últimos días pasados en estado de coma, descubrí horrorizada que en adelante, mientras siguiera existiendo, nunca más podría pronunciar por teléfono la sencilla frase de : «¡Hola, mamá!¿Eres tú?». Al desaparecer, se llevaba consigo la primera palabra de nuestro lenguaje, la que me confería seguridad en la vida. La primera traición de una madre, a veces la única, es abandonarnos de este modo, sin alertarnos en voz alta.»

© 2009 Araceli Cobos