Archivos de la categoría: ARCHIBALD MACLEISH

14Jul/12

LA POESIA DE ARCHIBALD MACLEISH. NO SIGNIFICAR, SOLO SER

El poeta norteamericano Archibald Macleish (1892-1982) solía decir que un poema «no debería significar solo ser». Me encanta esta apreciación porque es, justamente, lo que yo pienso. ¿No les ha ocurrido a ustedes en alguna ocasión? A veces, recuerdo un poema pero no recuerdo lo que venía a decir, lo recuerdo como un trozo de belleza, de cosa bien hecha, de obra de arte literaria, pero así, sin más, sólo le recuerdo a él. Me sucede, y no se por qué, muchísimo, con poemas de Juan Ramón Jiménez, más que con los de ningún otro poeta.
Hoy, les invito a abrir cualquier libro de este grandísimo poeta americano, inteligente, sutil, inconfundible. Aquí les dejo uno de mis poemas favoritos de él. Se titula «Psique con la linterna».

El amor, que es el misterio más difícil,
busca de cada joven una respuesta
y más de los más ardientes y más hermosos.

El amor es un pájaro en un puño:
atraparlo lo esconde, mirarlo es dejarlo ir.
Girará desatado si levantas demasiado un dedo.
Se quedará si lo cubres, se quedará, más ignoto e invisible.
Guárdalo para siempre con el puño cerrado
o déjalo volar
cantando en fervor del sol y en la canción desvanecido.
No hay respuesta otra para este misterio.

El poeta se graduó en la Universidad de Yale en Literatura inglesa y en la Escuela de Leyes de la Universidad de Harvar. Fue editor, escritor, abogado y Bibliotecario del Congreso a solicitud de Roosvelt, representante de su país de en la Unesco, y ganador del premio Pulitzer de poesía en 1933 y 1953 y de drama en 1959.
Macleish dedicó su último recuerdo a sus lejanos días en las trincheras y a su hermano Kenneth que murió en aquella guerra. La guerra y la pérdida de su hermano fueron ya, y para siempre, temas constantes en su vida. Sus cartas con su hermano muerto en la guerra fueron publicadas por su madre en 1919 bajo el título de «Kenneth».
Durante la guerra se alistó en el unidad de Hospital móvil y en 1917 llegó a Francia. A principios de 1918 fue enviado al cuerpo de Artillería y posteriormente al frente como comandante de la Batería B, en el que participó puntualmente en la acción de Thierry Chateau. Antes de finalizar la batalla, fue enviado como instructor al campo Meade el resto de la guerra.

Que maestría, que inteligente y que conocedor del amor y de la belleza hay que ser para decir esto:

«El amor es un pájaro en un puño:
atraparlo lo esconde, mirarlo es dejarlo ir.»

Hay otro poema, que me gusta igualmente, con una temática bien distinta, del que quiero destacar algunos versos aquí. Se titula «Los jóvenes soldados muertos».

«Los jóvenes soldados muertos no hablan.
Sin embargo, son escuchados en las casas silenciosas:
¿Quién no los ha escuchado?

Tienen un silencio que habla por ellos de noche
y cuando el reloj cuenta los instantes.

Dicen ellos: éramos jóvenes. Hemos muerto.
Recuérdennos.

(…)

Dicen ellos: nuestras muertes no son nuestras; son de
ustedes; significarán lo que ustedes hagan de ellas.

(…)

Dicen ellos: les dejamos nuestras muertes. Dénles un significado.

(…) »