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06Dic/10

EL MAR DE IGUANAS. SALVADOR ELIZONDO

COLEGIO-ALEMaN-DE-SALVADOR-ELIZONDO

Publica Ediciones Atalanta un interesante libro titulado “El mar de iguanas” de Salvador Elizondo (Ciudad de México, 1932-2006) donde se recogen algunos de los trabajos de este gran escritor. Quizás algo desconocido, por ese motivo, este libro, es un buen regalo editorial para empezar a conocerlo.
Elizondo fue considerado como el escritor más vanguardista de la generación de los 60 en México. Su estilo, abierto, original, cosmopolita, chocaba con el de las corrientes realistas y nacionalistas que imperaban en la época. El mexicano, de padre diplomático, pasó parte de su infacia en Alemania, antes de la Segunda Guerra Mundial y también en California.
En “El mar de iguanas” hay una serie de cuentos magistrales que nos trasladan a su infancia. Hoy quiero destacar e invitar a abrir el cuento “Ein Heldenleben”. Es el que más me ha sorprendido de todos. Una curiosa y preciosa obra donde podemos darnos cuenta de la huella que la guerra deja en los niños, en sus comportamientos, en sus corazones. Personajes pasivos en la gran locura de los mayores.
Elizondo nos presenta su colegio el Deutsche Oberrealschule zu Mexiko y a su compañero, “el ruso”, Sergio Kirof. A partir de aquí, todo se convierte en una metáfora infantil llena de sentimientos ocultos, de inocencia y de ironía.

“-Mis queridos niños…, dice en alemán con voz entrecortada por la emoción y juntando las manos como si fuera a rezar, tengo una muy buena noticia que darles y que el señor director acaba de conocer por la radio de onda corta directamente desde Alemania…, y nos dio la noticia memorable.
Sin entender una sola palabra de lo que nos había dicho Fraülein Fritz, yo era la primera vez en mi vida que oía hablar de Russland, pero a juzgar por el semblante risueño de la maestra supimos que se trataba de una buena noticia y prorrumpimos en jubilosas aclamaciones. Fraülein Fritz pidió orden: se hizo silencio. Vivamente conmovida agregó:
-Estoy vivamente conmovida, además, porque como Lehrerin de esta clase me siento muy orgullosa y estoy segura de que todos ustedes compartirán mi orgullo de contar entre los alumnos de la Décima A-Einz a un compañero que es hijo de la Grande Rusia, aliada y amiga de la Grande Alemania: nuestro compañero Kirof, Sergio…
Todos nos volvimos hacia él. Era como si lo reconociéramos por primera vez durante ese año escolar como uno de nosotros, pero bajo su condición específica de “ruso”, y, otra vez, sonó la ovación estruendosa para nuestro camarada. Como se declaraba asueto el resto de la mañana, entonamos apresuradamente “Deutschland über alles…” acompañados al devencijado piano por nuestra Lehrerin. Sonó la campana. La apoteosis de Kirof se prolongó, siendo llevado varias veces a hombros alrededor del patio de recreo, fresco y sombreado, del viejo Colegio Alemán de la Piedad.”

La locura de la guerra, de cómo los mayores se desvivían por sus ideales mientras los niños eran ajenos a todos, se puede comprobar en este cuento. Este párrafo que escribo a continuación y el anterior, son la viva imagen de la estupidez adulta. Elizondo no lo podía haber escrito mejor.

“Esoy vivamente agitado…además…porque como Lehrer de la Octava A-Einz me siento avergonzado y no puedo dejar pasar esta ocasión heroica, mis queridos niños, para denunciar la presencia del enemigo entre nosotros…-todos nos miramos sin entender, hasta que tomando nuevo aliento Herr Krüger prosiguió: …Ahora que el Reich emprende la más grande guerra para salvar al mundo del cochino bolchevismo sería traición a la Patria Inmortal no señalar al alacrán asiático que se ocultaba entre nosotros, el asqueroso eslavo bolchevique: el ruso Kirof, Sergio.
Entonces sonó el timbre eléctrico. Nadie se movió de su lugar. Todos nos volvimos hacia el fondo del salón donde el Ruso, de pie con su mochila a la espalda mira a un lado y a otro como un animal acorralado. Alguien le empuja por atrás al tiempo que otro le mete una zancadilla por delante. Kirof pasa dando tumbos y traspiés bajo una nutrida lluvia de bofetadas de las que trata de protegerse bajo su mochila. Cuando llega al frente del salón es derribado y luego llevado a rastras por el corredor hasta el patio, donde según supe después, los altoparlantes difunden la “cabalgata” de La Valkiria.”

© 2010 Araceli Cobos

01Dic/10

CELAYA TENIA UN POCO DE MARINO, UN POCO DE PIRATA, UN POCO DE POETA

UN-POCO-DE-MARINO-UN-POCO-DE-PIRATA

Para todos los padres que intentamos educar de la mejor manera a nuestros hijos va dirigido el comentario de hoy. Me he topado con este precioso poema de Gabriel Celaya, titulado “Educar”, y no he podido resistirlo. Tenía que incluirlo en el blog. Tenía que volver a leerlo. Es un delicia.

“Educar es lo mismo
que poner motor a un barco…
hay que medir, pesar, equilibrar…
…y poner todo en marcha.

Para eso,
uno tiene que llevar en el alma
un poco de marino…
un poco de pirata…
un poco de poeta…
y un kilo y medio
de paciencia concentrada.

Pero es consolador soñar
mientras uno trabaja,
que ese barco, ese niño
irá muy lejos por el agua.
Soñar que ese navío
llevará nuestra carga de palabras
hacia los puertos distantes,
hacia islas lejanas.

Soñar que cuando un día
esté durmiendo nuestra propia barca,
en barcos nuevos seguirá
nuestra bandera
enarbolada.”

© 2010 Araceli Cobos

25Nov/10

RAFAEL SÁNCHEZ FERLOSIO. EL JARAMA

RAFAEL-SaNCHEZ-FERLOSIO-UN-MAESTRO-DEL-DIaLOGO

Después de leer “El Jarama” de Rafael Sánchez Ferlosio (Roma, 1927) a uno no le cabe la menor duda de que el escritor italiano es un maestro del diálogo. Es increíble como Sánchez Ferlosio puede tenernos enganchados a su novela con una serie de diálogos, a veces cotidianos, a veces simplones, a veces graciosos, a veces profundos,… y siempre magistrales.
Publicada en 1955 y ganadora del premio Nadal ese mismo año marcó un hito dentro de la novela española de la posguerra.
Es un relato simultáneo en tercera persona. Nos cuenta la historia de dos pandillas de jóvenes madrileños que van a pasar el día junto al río Jarama.Unos son de la ciudad, los otros lugareños. Durante casi toda la novela no pasa nada, nada, y a la vez pasa todo, porque asistimos a los diálogos de estos jóvenes como si nosotros mismos participásemos de sus problemas, juegos, bromas, adolescencia, en definitiva. Sólo al final de la obra, todo se ve interrumpido por la muerte de una de las jóvenes, mientras la naturaleza, el río, con su fuerza, sigue su vida.
Paralelamente se cuenta como transcurre el día en la taberna de Mauricio, donde los habituales clientes beben, discuten, juegan a las cartas,…
De realismo absoluto, la novela no deja ningún hueco para el lector, vive con los personajes cada minuto, cada segundo. No hay ninguna reflexión psicológica sobre los personajes, ni una historia de fondo, nada. El lenguaje coloquial es exquisito y riguroso pero nunca sabemos lo que va a ocurrir. Es, sin duda, una joya de la literatura, por su narración, por sus diálogos, por la forma en la que está escrita, por su originalidad.

Este es un ejemplo de tantos, donde se puede ver la fluidez y la maestría de Ferlosio en los diálogos y el lenguaje que emplea. Tito y Lucita charlan como dos jóvenes más:
“Tito, ¿y a ti, qué te parece que una chica se ponga pantalones? Como Mely.
-¿Qué me va a parecer? Pues nada; una prenda como otra cualquiera.
-¿Pero te gusta que los lleve una chica?
-No lo sé. Eso según le caigan, me figuro.
-Yo, fíjate; anduve una vez con ideas de ponérmelos y luego no me atreví. Un Corpus, que nos íbamos de jira al Escorial. Estuve en un tris si me los compro, y no tuve valor.
-Pues son reparos tontos. Después de todo, ¿qué te puede pasar?
-Ah, pues hacer el ridi; ¿te parece poco?
-Se hace el ridículo de tantas maneras. No sé por qué, además, ibas a hacerlo tú precisamente.
-Es que no tengo mucha estatura para ponerme pantalones.
-Chica, un retaco no eres. La talla ya la das. Tampoco es necesario ser tan alta, para tener un tipito agradable.
-¿Te parece que tengo yo buen tipo?
-Pues claro que lo tienes. Eres una chica que puede gustar, ya lo creo.
Lucita reflexionaba unos instantes; luego dijo:
-Sí; total, ya sé que aunque te pareciera lo contrario, no me lo ibas a decir.
-Ah, bueno, pero no me lo parece, la miró sonriendo. Y vámonos ya del sol, que nos estamos asando vivos.”

Los diálogos que transcurren en la taberna de Mauricio son buenísimos también, y contrastan magníficamente con la jerga de los jóvenes que están disfrutando en el río.
“-Bueno, ¿y tú que harías en Madrid?, vamos a ver. Cuéntanoslo-
-¿Yo…? ¿Que qué haría…?, se le encendía la cara. ¿Qué es lo que haría yo en Madrid?, chasqueó con la lengua, como el que va a empezar a relatar alguna cosa alucinante. Pues, lo primero… Me iba a un sastre. A que me hiciese un traje pero bien. Por todo lo alto alto. Un terno de quinientas pesetas…
Se pasaba las manos por la raída chaquetilla, como si la transfigurase. Mauricio le interrumpió:
-¿De quinientas pesetas? ¿Pero tú que te crees que te cuestan los trajes a la medida en Madrid? Con quinientas pesetas ni el chaleco, hijo mío.
-Pues las que hiciese falta, dijo el otro. Quien dice quinientas, dice setecientas…
-Bueno, hombre, sigue. Pongamos que con setecientas te alcanzaba para ponerte siquiera medio decente. ¿Luego que hacías?, a ver. Continúa.
-Pues luego, me salía yo a la calle, con mi trajecito encima, bien maqueado, pañuelo de seda aquí, en el bolsillo este de arriba, ¿eh?, mi corbata, un reloj de pulsera de estos cronométricos, y me iba a darme un paseo por la Gran Vía. Poquito; ida y vuelta nada más, y descansando, para sentarme a renglón seguido en la terraza de un café, ¿cómo se llama ese?, Zahara, en la terraza del Zahara. Allí ya, bien repantingado, daba unas palmaditas, hizo el gesto de darlas; y en esto, el camarero: una doble de cerveza así de alto con…con una buena ración de patatas fritas, eso es. Ah, y el limpia. Que me mandase en seguida un limpiabotas para sacarme brillo a los zapatos.”

Este párrafo, con el que quiero acabar es el único con el que presentimos, que algo va a suceder de repente, cuando ya creíamos que no pasaría nada, y la jornada de domingo en el río había casi terminado.

“Se miraban en torno circunspectos, recelosos del agua ennegrecida. Llegaba el ruido de la gente cercana y la música.
-No está nada fría, ¿verdad?
-Está la mar de apetitosa.
Daba un poco de la luna en lo alto de los árboles y llegaba de abajo el sosegado palabreo de las voces ocultas en lo negro del soto anochecido. Música limpia, de cristal, sonaba un poco más abajo, al ras de agua inmóvil del embalse. Sobre el espejo negro lucían ráfagas rasantes de luna y de bombillas. Aquí en lo oscuro, sentían correr el río por la piel de sus cuerpos, como un fluído y enorme y silencioso animal acariciante. Estaban sumergidos hasta el tórax en su lisa carrera. Paulina se había cogido a la cintura de su novio.
-¡Qué gusto de sentir el agua, como te pasa por el cuerpo!
-¿Lo ves? No querías bañarte.
-Me está sabiendo más rico que el de esta mañana.
Sebas se estremeció.
-Si, pero ahora ya no es como antes, que te estabas todo el rato que querías. Ahora en seguida se queda uno frío y empieza a hacer tachuelas.”
Las descripciones son escasas en la novela, pero cuando aparecen, son hermosas, aclarándonos así Ferlosio, que puede con cualquier cosa.
Rafael Sánchez Ferlosio ha sido Premio Cervantes en 2004 y Nacional de la Letras en 2009. Su fama la debe principalmente a estas dos novelas: “El Jarama” e “Industrias y andanzas de Alfanhuí”, que curiosamente descubrí cuando apenas tenía ocho años, o quizás menos, en un libro de texto de la escuela. En ese libro había un extracto de esta preciosa novela, que ya me cautivó, aunque era muy pequeña, que nunca olvidé, y que por eso, más tarde compré, para tapar revivir ese recuerdo de mi infancia. ¿Por qué me cautivó Alfanhuí si aún era una niña? Se lo contaré pronto, porque es un ser al que hay que conocer.

© 2010 Araceli Cobos

20Nov/10

LOS NIÑOS DEL MUNDO GRITAN: ¡NO MÁS SUFRIMIENTO!

LOS-NInOS-DEL-MUNDO-GRITAN-NO-MaS-SUFRIMIENTO

Yo estoy segura de que Dios no existe. Si Dios existiese ya tendría que haberse asomado a ver el mundo desde allá arriba en el cielo. Hace mucho tiempo que lo debería haber hecho. Si hay un Dios, como muchos dicen, no entiendo porqué, entonces, hay niños en el mundo que sufren. Los niños no están hechos para sufrir. Los niños son débiles e indefensos, y si un niño, sólo un niño sufre en el mundo, es que Dios no existe, por eso yo no creo en Dios. Si Dios existiese lo primero que habría hecho es hacer feliz a todos los niños del mundo. Debería ser este un mundo donde no hubiera niños tristes, sólo niños felices, niños llenos de cariño, llenos de mundos en paz, llenos de familia y seres queridos, llenos de juguetes, de comida, de ropa, de vida.
Millones de niños sufren en el mundo, mientras los demás nos preocupamos por tantas tonterías…¡qué vergüenza! ¡que ridículos somos!
Yo diría lo que diría un niño:
-Si hay tantos niños tristes, ¿por qué no hacemos un mundo nuevo?
Eso es lo que yo haría ahora mismo si estaría en mis manos, un mundo nuevo, perfecto, o casi perfecto para esos niños, para los que sufren, para los que están destinados, aún sin saberlo, a sufrir.
Cuantas convenciones, cuantas cumbres, cuantas reuniones, cuanto de todo, cuanto de nada. ¡Que impotencia!
Los niños que sufren son mi herida abierta, son muchas veces mis lágrimas, son y deberían ser nuestro problema. Nosotros, hemos sido niños privilegiados, por que hemos podido ser niños, y ahora somos meros espectadores del espectáculo degradante de tristeza en la que se ven rodeados ellos.
Hay niños que nunca vuelven a casa porque no la tienen, hay niños que piden limosnas, otros que se prostituyen, otros que se drogan, otros que van a la guerras, otros malnutridos, otros que son maltratados, otros que son explotados, otros que están sólos, simplemente tirados en una calle cualquiera, otros enfermos, otros olvidados.
Una convención es un acuerdo entre dos países para acatar la misma ley. La Convención sobre los Derechos del Niño fue adoptada por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 20 de noviembre de 1989 y fue firmada por prácticamente todos los Estados miembros quienes, a su vez, garantizan que sus legislaciones nacionales acaten los 54 artículos de esta Convención.
El artículo 19 dice así:
“Los gobiernos deben asegurarse de que los niños reciben el cuidado adecuado; protegerlos de la violencia, los abusos o el trato negligente por parte de sus padres o representantes legales.”

El artículo 38 recoge lo siguiente:
“Los gobiernos no deben permitir que los niños se alisten en el ejército.”

Todos los niños deberían tener derecho al juego, a la libertad, a una familia, a la protección contra la trata y el secuestro, a la protección contra las minas terrestres, a la protección contra todas las formas de explotación, a creer en una familia que les dé afecto y amor, a la alimentación, a vivir en armonía, a la diversión, a la libertad, a la paz mundial, a la salud, a la protección durante los conflictos armados, a la protección contra el trabajo infantil,….a tantas y tantas otras cosas.

No son los niños las únicas heridas abiertas del mundo, hay desgraciadamente tantas cosas por las que sufrir…
Desde este blog invito a la reflexión, a salir de la ceguera, a ver a través de los ojos de esos niños que sufren.
Niño y sufrimiento son dos palabras que deberían estar, simplemente, separadas. Es muy triste tener que decir a la vez estos dos vocablos: niño y sufrimiento. Si Dios existiese le daría vergüenza que le llamaran Dios, el, para muchos, hacedor del universo.

Una canción para reflexionar. Aquí les dejo un desgarrador tema titulado “Niños” del magnífico cantautor canario Pedro Guerra, que interpreta la canción junto a la mexiana Julieta Venegas.
Niños que viven en la calle, que piden limosna en los semáforos disfrazados de payasos, los niños que Guerra ha visto en muchas partes del mundo.
Aquí les dejo alguna estrofa:

“Como los coches, luz de farola
como los gatos y las baldosas.
Como las tiendas y los buzones
como basura por los rincones.
Como los perros intentando vivir, viviendo.”

“Niños del dolor haciendo piruetas
a cambio de tener migajas o monedas.
Niños de dolor que juega a hacerse grande
ausente del amor, ya es parte de la calle.”

© 2010 Araceli Cobos

14Nov/10

LA MANTA DE LANA DE LA TÍA ANETTA

LA-MANTA-DE-LANA-DE-LA-TiA-ANETTA

Érase una vez una viejecita que vivía en el interior de un bosque. Todo el mundo la conocía por el nombre de tía Anetta. Tía Anetta tenía una pequeña y acogedora casa de madera entre los grandes árboles. La viejecita se divertía haciendo calceta. Pasaba horas y horas junto a la ventana de su saloncito tejiendo sin parar mientras miraba a los animales del bosque.
Hacía varios meses que tía Anetta estaba muy triste porque cada vez había menos árboles en su querido bosque. Se talaban muchos sin pensar el daño que le estaban haciendo al lugar.
Una mañana cuando se despertó vio como muchos animales abandonaban el bosque en busca de nuevos lugares donde poder vivir. Los pájaros no podían anidar, ni las ardillas vivir en aquel paraje sin árboles, ni los erizos, ni los cervatillos, ni siquiera los ratoncitos.
Pero los animales más débiles, los más viejos, no tenían fuerzas ni ganas de abandonar aquel bosque. Aún sin árboles pensaban que podrían sobrevivir, pero el frío del invierno les hacía ver que la realidad era bien distinta. Por esa razón una tarde una ardilla se sentó en el alféizar de la ventana del salón de tía Anetta pidiendo ayuda.
-Tía Anetta, ¿haces calceta?, preguntó la ardilla.
-Sí, pasa y verás, respondió la viejecita.
-Necesito ayuda, dijo la ardilla. Ya soy vieja y no tengo fuerzas para buscar otro bosque en el cual vivir. ¿Podría quedarme a vivir contigo?
Tía Anetta respondió así:
-Entra y en mi manta de lana un hogar tendrás, pero recuerda que sólo los que sean buenos se quedarán.
Así fue como la vieja ardilla encontró un nuevo hogar en el saloncito de tía Anetta y se acurrucó en una esquina de su inmensa manta de lana.
Pasaron los días y un ratón fue a casa de tía Anetta pidiendo ayuda.
La tía Anetta le acogió con cariño y le dijo lo mismo que ya le había advertido a la ardilla:
-Entra y en mi manta de lana un hogar tendrás, pero recuerda que sólo los que sean buenos se quedarán.
Un ciervo asustado, con las astas envejecidas, también llamó a la puerta de tía Anetta y ésta le acogió de igual manera que antes hiciera con la ardilla y el ratón.
Después llegaron un par de pájaros ateridos de frío, y un erizo cojo. También un conejo con el pelo sucio y sin brillo.
La tía Anetta repetía la frase a todo aquel que tocaba a su puerta:
-Entra y en mi manta de lana un hogar tendrás, pero recuerda que sólo los que sean buenos se quedarán.
Pasaban los días y los animales eran felices al lado de tía Anetta. Cada uno tenía un hueco en su manta y todos eran amigos.
Pero sucedió que, un día, un viejo lobo llamó a casa de la viejecita. Tía Anetta no lo pensó dos veces y brindó al lobo su hogar así como un pedacito de manta. No sin antes recordarle lo que a todos los demás:
-Entra y en mi manta de lana un hogar tendrás, pero recuerda que sólo los que sean buenos se quedarán.
Los demás animales no estaban contentos con la decisión de su amiga. Tenían miedo al lobo y temían por sus vidas. Pero a tía Anetta le daba igual lo que los otros animales pensaran. El viejo lobo no tenía a donde ir, y sentía el mismo cariño por él que por todos los demás.
Así fue como, desde aquel día, el lobo compartío la vida con la tía Anetta, el erizo, el ciervo, el ratón, la ardilla, el conejo y los pájaros.
Muchos de los animales, al principio, no dormían, se mostraban cautelosos por la presencia del lobo, pero como pasaban los meses y el lobo resultaba ser un buen compañero, dejaron de pensar en él como un posible enemigo.
Una mañana, mientras todos los animales aún dormían, la tía Anetta fue a buscar leña para la chimenea. La nieve cubría ya todo el tejado de la casa y la viejecita no quería que sus animales pasaran frío.
La ardilla fue la primera que despertó y al no ver a la tía Anetta se asustó mucho. Despertó al ratón muy nerviosa, el ratón, al erizo, el erizo a los pájaros, los pájaros al conejo, pero el conejo no se atrevió a llamar al lobo para contarle lo que había sucedido, porque además, todos pensaban ya lo peor.
-Seguro que el lobo se ha comido a tía Anetta esta noche, dijo la ardilla. Miren, sólo están las zapatillas al lado de su sillón.
Todos corrieron a esconderse porque pensaban que ellos serían las siguientes víctimas del lobo. Pero el lobo seguía durmiendo, ajeno a lo que estaba sucediendo.
Los pájaros tomaron la iniciativa y decidieron despertar al lobo y echarle de la casa por la fechoría que había cometido.
El lobo contrariado, no sabía que contestar, pero acertó a decir la verdad.
-Yo no me he comido a tía Anetta, respondió tembloroso. Por supuesto que no lo he hecho y nunca lo haría. Ella me ha dado un hogar y yo le estaré agradecido siempre. ¿Cómo pueden pensar eso de mí?
Pero los demás animales no creyeron sus palabras, se acercaron a él, y le dijeron que debía abandonar la casa inmediatamente.
-No me hagan esto, imploró el lobo. Fuera hace frío y, al igual que ustedes, no tengo donde ir, dijo entre sollozos.
Los animales no le escucharon y le echaron de la casa. Además le recordaron las palabras de la viejecita mientras le veían alejarse entre la nieve.
Al cabo de un rato llegó, para asombro de todos, tía Anetta cargada con varios haces de leña.
Los animales sintieron tanta vergüenza por lo que habían hecho que ninguno de ellos se atrevía a contar lo sucedido.
Tía Anetta notó algo raro y quiso saber que ocurría allí. Pero, en ese mismo instante,se dio cuenta de que el lobo no estaba.
-¿Dónde está el viejo lobo?, preguntó tía Anetta.
El conejo le contó lo que habían hecho con él.
Tía Anetta se enojó muchísimo y les recordó que no quería animales malos en su manta. Que todos debían ser bondadosos con los demás y ellos habían faltado a su palabra.
-Al no verla, tía Anetta, dijo la ardilla sonrojada, pensamos que el lobo se la había comido a usted por la noche.
-¿Le preguntásteis al lobo si él había hecho eso?, pregunto enojada la vieja a los animales.
-¡Claro! respondió el erizo.
-¿Y entonces? ¿Por qué, a pesar de todo, le habéis echado de casa?, les dijo muy enfadada.
-Pensamos que no nos decía la verdad, contestó el ratón. Ya sabe usted la mala fama que tienen los lobos.
-Le habéis echado sin creer en sus palabras y juzgándole antes de tiempo, dijo tía Anetta entristecida.
La tía Anetta se fue de casa en busca del lobo. Lo encontró lleno de nieve, con frío y sin casi poder andar.
El lobo se alegró mucho cuando vio aparecer a tía Anetta.
Tía Anetta abrió la puerta de casa y los demás animales vieron al lobo tiritando entrando al salón. Todos sintieron mucha vergüenza de ellos mismos. ¡Que mal se habían portado con el lobo!
-Es el momento de pedir disculpas al lobo, uno por uno, dijo tía Anetta.
Así lo hicieron todos. El lobo les perdonó. Y la tía Anetta comenzó el desayuno explicándo a sus amigos que no hay que juzgar a nadie antes de conocerle.
Desde aquel día vivieron todos juntos en armonía.

© 2010 Araceli Cobos

09Nov/10

DOSTOYEVSKI. NOCHES BLANCAS

UNAS-NOCHES-BLANCAS-CON-NASTENKA

“Los escritores rusos son extraordinarios; la piedad que ponen en sus libros los hace maravillosos”. Estas palabras son de Oscar Wilde. El famoso escritor inglés percibió lo que a muchos les sucede con los escritores rusos. Le seducen a uno estos genios de la literatura, enigmáticos, perfectos, sensuales, realistas. Lo tienen todo. Y como no, Fiódor Dostoyevski (Moscú 1821, San Petesburgo 1881) no podía ser una excepción.
Siempre ha sido considerado el escritor ruso como uno de los mejores y más influyentes escritores de la historia, junto con genios como Homero, Dante, Cervantes o Shakespeare.
Dostoyevski escribe sobre los hombres, sus problemas, en el complejo contexto político y social de la sociedad rusa del siglo XIX. La novela que hoy quiero presentar titulada “Noches Blancas” fue muy criticada cuando se publícó. Pero, que duda cabe, de que Dostoyevski es uno de los precursores del existencialismo y probablemente el mayor representante de la literatura existencialista. Novelas como “Crimen y castigo”, “Los hermanos Karamazóv” o “El idiota” tienen un caracter existencialista.
La novela que me gustaría que todos ustedes abrieran hoy, “Noches Blancas” es una bella historia de amor.
Un hombre detallista e inteligente, reflexiona sobre su vida por las calles de San Petesburgo, le preocupan sus gentes, su arquitectura,..así comienza la novela. Después los capítulos harán referencia a un par de hermosas e inolvidables noches, en las que este ser inteligente y detallista se topa en su vida con la bellísima Nastenka.
El solitario no tiene ninguna experiencia con las mujeres, pero una noche, de forma fortuita, entabla amistad con una muchacha. Al día siguiente, sobre las diez de la noche, prometen volverse a ver. La muchacha, Nastenka, parece dispuesta a seguir con la amistad que les une, sólo pone una condición al solitario, no enamorarse de ella. Él la ama, pero Nastenka ama a otro hombre.

La segunda noche, el hombre inteligente, solitario y detallista reflexiona así sobre la suerte que ha tenido al encontrarse a Nastenka en su vida:

“Nos hemos vuelto a encontrar, Nastenka, tras de una larga separación…porque hace ya mucho tiempo que la conozco. Hace muchos años que buscaba a alguien, a usted precisamente, y estaba escrito que habíamos de encontrarnos.”

“Y el soñador busca en vano en sus viejos sueños una chispa que reanime su corazón helado y haga renacer todo lo que le fue tan querido, tan tierno, tan bello, que arrancaba lágrimas a sus ojos y le engañaba maravillosamente.”

¿Se puede expresar mejor el sentimiento de soledad cuando creíamos tenerlo todo ya, un amor verdadero?

El libro es mágico, sus personajes sensacionales, el ambiente cautivador. Acabo con esta frase que dice Natenka y que he intentado aplicar siempre en mi vida, desde que leí el libro, hace ya veinte años. Les aseguro que Nastenka tiene razón y que si hacemos lo que ella dice la vida nos tiene más de una estupenda sorpresa preparada. Hagan la prueba.

“¿Por qué el mejor de entre nosotros guarda siempre un secreto o un silencio? ¿Por qué no decir en seguida lo que siente el corazón cuando se tiene la seguridad de poder ser escuchado?.”

© 2010 Araceli Cobos